martes, 28 de octubre de 2008

Disminución de nutrias de mar afecta a dos ecosistemas completos

En Pezcalandia siempre hablamos de la importancia de la biodiversidad para el bien de cada especie de ser vivo de nuestro planeta. En Alaska está declinando la población de nutrias de mar, y esto está afectando a otra especie en peligro, el águila calva.
Como explicamos muchas veces, la biodiversidad trata sobre una cadena, que cuando se quiebra un eslabón, no se sabe cómo va a afectar al resto, pero que va a cambiar y a traer problemas es seguro. Las nutrias de mar son conocidas por ser una especie clave, que llenan un nicho importante en la comunidad oceánica, y se sabe que sin ellas el ecosistema completo puede colapsar. Robert Anthony, ecólogo de la Universidad Estatal de Oregon, y colegas, han descubierto que las nutrias de mar pueden tener un efecto de más alcance que incluso se extiende a comunidades terrestres, y así alterar el comportamiento de otro predador importante y en peligro de extinción, el águila calva. Cerca de las costas hay comunidades de algas, kelps, que forman torres que pueden llegar a tener 70 metros de altura (bajo el agua), y que funcionan casi como árboles en un bosque, proveen de comida, hogar y protección para diferentes peces e invertebrados. Sus únicos enemigos son los erizos de mar, de un tamaño de unos pocos centímetros, que parasitan a las kelps. Si hay muchos erizos de mar, pueden llegar a destruir un bosque completo de algas. Las nutrias de mar se comen a los espinosos erizos de mar, lo que las convierte en el principal predador de estos pinchudos marinos, y por ende son las nutrias quienes controlan que los bosques de algas no sean debastados por los erizos de mar. Así el ecosistema siempre se mantiene en balance. Robert Anthony y colegas han publicado en la revista Ecology, un artículo sobre esta interacción, que ya se conoce desde los años 70, pero con el agregado de que la presencia o ausencia de las nutrias de mar también afecta a las águilas calvas. Estas aves rapaces viven en las costas de Alaska, y emplazan sus nidos en los acantilados. El 90 por ciento de su comida proviene del océano, peces de las comunidades de bosques de kepls. El asunto es que se ha incrementado el número de orcas o ballenas asesinas, que son las únicas depredadores de nutrias de mar. Esto ha disminuido la población de nutrias, y ha aumentado la de erizos de mar, que a su vez han disminuido los bosques de keps, y con estos han desaparecido una gran cantidad de peces y crustáceos que viven dentro de esos bosques, que a su vez sirven de alimento para las águilas calvas, que están en peligro de extinción. Pero las águilas calvas han cambiado sus costumbres de alimentación, y han dejado de pescar tanto, para pasar a cazar más aves marinas. Esto está teniendo un efecto que todavía no se sabe si es positivo o negativo para las águilas, ya que al parecer tienen más crías. Lo que demuestra este estudio, principalmente, es que los ecosistemas no son cerrados, sino que cambios en el ecosistema marino puede generar cambios en ecosistemas terrestres y la cadena puede verse afectada en múltiples niveles. Fuente Eurekalert - Blog verde Photo mike baird