miércoles, 10 de diciembre de 2008

La bolsa o saco de dormir

Antes de comprar un saco de dormir, es necesario tener en cuenta varios aspectos. Por ejemplo: la época del año en que nos vayamos de camping o el clima del lugar donde nos dirigimos.
En el mercado existen diversos tipos de sacos o bolsas de dormir, marcas Doite, Niorthland y Gibsons son las mas reconisidas, pero en la alta gama o el uso profesional no tenemos mucho mas que The North Face, Rhino y Makalu esta ultima industria argentina.
Uno de ellos y el más común son los rellenos. Estos protegen realmente del frío, con la enor cantidad de peso y volumen posible. Las fibras sintéticas con las cuales están diseñados permiten meterlo a la lavadora sin ningún problema. Y aunque este tipo son los ideales para el verano, se ensucian con facilidad.
Otra opcion son las de nylon o algodón, y aunque el primer elemento es mucho más ligero tiene la dificultad de que con el sudor se pega a la piel. El algodón, en cambio, absorbe la humedad generada por la transpiración y en invierno retiene el calor. Otro modelos son los de alta gama, Estos utilizan fibras de menor volumen, con retenciones térmicas superioriores. La pluma tiene la propiedad de expandirse y comprimirse mejor que la fibra y ocupa menos espacio cuando el saco está dentro de su funda, por lo que pesa menos.
Su inconveniente es que son más delicados que los sintéticos y hay que evitar que se mojen. Tampoco puede lavarse a menudo como el caso de las fibras y debe realizarse con productos especiales, pues de no ser así, la pluma se apelmaza y se crean huecos en el interior de las cámaras del saco.
Los principales consejos que debemos tener en cuenta son:
- Agitar el saco enérgicamente para que las fibras huecas recojan aire y aumenten de volumen. De este modo se consiguen aumentar sus cámaras de aire y mejorar su retención térmica.
- En situaciones de frío extremo, cubrir la cabeza con un gorro de lana, pluma o fibra térmica. Con ejercicios gimnásticos antes de acostarse temperaremos antes el interior.
- Si nuestras ropas están húmedas podemos utilizar el saco como secadora. Si las temperaturas son muy bajas, protegeremos nuestras botas colocándolas en el fondo del saco, dentro de una bolsa de plástico o papel, para que no se endurezcan.
- Dormir con la ropa utilizada durante la jornada, disminuye el descanso. El sudor y la humedad dificultan el sueño. Utilicemos poca ropa, pues para dormir es mejor un par de prendas finas que una gruesa.
- La humedad generada por la transpiración se acumula en el relleno del saco, haciendo que éste pierda parte de su capacidad térmica. Por la mañana extraeremos su interior para airearlo.
- El peso de la persona comprime el relleno del saco, disminuyendo su protección térmica. El frío y la humedad procedentes del suelo son muy perjudiciales para nuestro organismo.
Por ello, es importante la utilización de colchones aislantes, que además evitarán que las irregularidades del terreno dañen nuestra espalda.
- Con un saco demasiado largo se tendrá que calentar mucho más aire y por tanto será más frío. La mayoría de los sacos son de longitud única, así que puede utilizarse una cuerda o ropa para atar los bajos y reducir el tamaño interior.
- Empezar a enrollarlo por los pies, para que se reparta el volumen por toda la zona. De este modo el aire saldrá por la cabeza del saco sin dificultad.