viernes, 11 de junio de 2010

Alpinista contó su hazaña despues de 30 años

En Pezcalandia, nos encantó este relato del colega español el que comienza asi. Una alegría comedida por parte del alpinista hernaniarra como del resto de la expedición
La imagen de un delgadísimo y fibroso Martín Zabaleta es la que mejor recuerdo después de 30 años de haber estado con él y algunos enviados especiales a Katmandu tras su proeza: ser el primer vasco en pisar la cumbre del Everest (8.848 metros) el 14 de mayo de 1980.
Era finales de mayo cuando pudimos hablar con el héroe hernaniarra. Esperamos en el hotel Sidharta, donde se alojaban los expedicionarios vascos, durante tres días, hasta que el buen tiempo permitiera despegar a una avioneta desde Lukla, una pista en plena montaña.
Xabier Erro, anfitrión entonces, nos contaba que era una pista de tierra, en cuesta. Hacia arriba para aterrizar y facilitar la frenada y cuesta abajo, hacia el precipicio poco menos, para favorecer el despegue... A unos 2.000 metros de altitud. Al fin bajaron Martín, Felipe Uriarte y el resto y fuimos a recibirles al aeropuerto de Katmandu. Bajaban con la banda blanca de hilo al cuello, el tradicional collar que se les impone a los amigos de los nepalíes. Luego, nos juntamos con Martín en torno a una mesa y nos contó su hazaña. Ni siquiera ponía énfasis, recuerdo. Iba hilando la narración como si pisar la cima más alta de la Tierra fuera algo lógico gracias al resto de la expedición y a su portentosa capacidad montañera. Contaba la dureza de la subida, que impidió a Lorente y a su sherpa, la primera cordada, alcanzar la cumbre.
Creo que fue la suya, la segunda, la que consiguió pisar la cima a las 3 de la tarde, hora local de ese 14 de mayo, después de 12 horas de ascensión. Me extrañó que en la cima eligiese hacer la foto a su sherpa y no salir él sujetando la ikurriña y la bandera nepalí sujetas a un piolet. Así de discreto es Martín. «Cumbre sin dificultades» «Alcancé la cumbre sin mayores dificultades, porque estaba fuerte. Tuve que tener mucho cuidado con la última arista. Era muy escarpada y tenía abundante nieve, muy blanda, lo que nos obligaba a mí a Temba a avanzar muy lentamente, con todo tipo de precauciones», contaba. «Pasang Temba fue el primero en llegar.
En los últimos metros se lanzó a correr al ver el trípode que una expedición china colocó en la cumbre. Ahora se considera la referencia exacta de que se ha hecho cima.
La nieve casi la cubría totalmente y sólo se veían quince centímetros. Cuando llegué yo nos abrazamos y empezamos a llorar». Tomaba aire Martín, aún emocionado. «Tardé algunos minutos en llamar a mis compañeros por el 'talkie-walkie' hasta que pude recuperarme del esfuerzo. Entonces fue cuando les llamé y grité ¡Gora Euskadi! y dije que habíamos logrado llegar». El aviso por radio de que habían hecho cumbre multiplicó los gritos de alegría de toda la expedición. Contaba que estuvieron unos tres cuartos de hora junto al trípode chino.
Cogió un rosario que había dejado la anterior expedición polaca, como otro testimonio de que había hecho cumbre y dejaron las banderas de Euskadi, Nepal y la antinuclear. Narró la bajada, toda una loa épica al montañismo y al compañerismo. «El sherpa se quedó sin oxígeno y se cayó dos veces. La segunda cuando yo descendía sin mascarilla. Perdimos bastante tiempo a raíz de esta segunda caída. Nos vimos obligados a vivaquear a pocos metros de la cima. Yo no me dormí para evitar congelarme. Pasang Temba sí pudo descansar algo. Fue una noche horrible», relataba. Pasang Temba se rompió un hueso del brazo.
Martín le rescató y le ayudó a bajar. Martín a un sherpa. La vida en la montaña, al revés. «Hacia las siete de la mañana reiniciamos el descenso. Tardamos más de diez horas en recorrer los 150 metros que nos separaban de los sherpas que Lorente había enviado en nuestra ayuda.
¡Sólo me dieron una taza de té», se lamentaba. La llegada al campamento base. Los abrazos. Las felicitaciones. Todo dentro de un ambiente feliz pero controlado, profesional por decirlo de alguna forma. Meta conseguida y para muchos, una compensación a la fallida del año 74, casi con los mismos integrantes. Todavía guardo la cinta en que grabé la charla. Casi dos horas en las que los enviados especiales vascos y sus propios compañeros y su hermano Jon apenas interrumpimos el relato. Un equipo compacto Me acuerdo hoy de casi todos. Juan Ignacio Lorente, el médico alavés y jefe de la expedición, ejemplo de eficacia y liderazgo. Xabier Erro, jefe de relaciones públicas y contacto con la prensa, generoso en su trabajo. Felipe Uriarte, el genial pasaitarra que ve la montaña con ojos de poeta. El simpatiquísimo Kike de Pablos. Los rocosos Ángel Rosen y Luis Mari Sáez de Olazagoitia. Ramón Arrúe (Azpeitia), el médico pamplonés Javier Garayoa y un chaval majo de verdad: Emilio Hernando. Y un emocionado recuerdo a dos fallecidos: Ricardo Gallardo (Oiartzun) y al serio pero incombustible azpeitiarra José Urbieta 'Takolo', probablemente el más feliz de todos porque la expedición vasca logró hacer cumbre.
Hoy que parece tan sencillo subir ochomiles y alcanzar el Chomolugma (Diosa Madre), como llaman los sherpas nepalíes al Everest, aquella gesta sigue siendo una hazaña para el alpinismo y el deporte vasco. Zorionak!
Fuente Diario Vasco com
Photo Mikiel Soro