sábado, 7 de abril de 2012

Conducir o Volar, esa es la cuestión

Hoy nos proponemos en Pezcalandia, contestar una preguna que puede bien hacerse cualquier persona interesada en cuidar el medioambiente: ¿Al viajar, qué es más respetuoso del medio ambiente, volar o conducir? Comparamos las opciones más habituales: auto particular, autobus, tren y avión.
La respuesta simple es que la conducción en un coche de relativamente bajo consumo de combustible habitualmente genera menosemisiones de gases de efecto invernadero que el viajar en avión. Esto es lo que plantea el sitio web de noticias del medio ambiente, Grist.org. Ellos evaluaron el impacto en el calentamiento global de un viaje desde Filadelfia a Boston (a unos 480 kilómetros). El cálculo indica que al conducir se generarían alrededor de 104 kilogramos de dióxido de carbono (CO2). Ésto es considerando un coche de tamaño normal que utilice combustibles fósiles (es decir no consideran las diferentes opciones de vehículos con combustibles alternativos) y ocupado por un sòlo pasajero. Mientras que volar en un avión comercial podría producir unos kilogramos 184 de CO2 por pasajero. Las ventajas de compartir viajes y tomar el transporte público. Lo que esto significa también, por supuesto, es que si bien incluso conducir por sí solo sería un poco mejor desde el punto de vista de las emisiones de gases de efecto invernadero que volar, el uso compartido del coche realmente hace una diferencia importante para el medio ambiente. Cuatro personas al compartir un coche en conjunto serían responsables de la emisión de sólo 104 kilogramos de CO2, mientras que las mismas cuatro personas que toman cuatro asientos en un avión podrían generar unos 736 kilogramos de dióxido de carbono. Por supuesto, la cantidad de emisiones de un individuo viajando en un autobús (el viaje compartido en su máxima expresión) o en un tren sería significativamente menor. En una comparativa entre la alternativa del tren a través de los Estados Unidos (uniendo las costas este y oeste) se generarían alrededor de la mitad de las emisiones de gases de efecto invernadero que si el trayecto se cubriera en coche. La única manera de viajar más verde podría ser la bicicleta o caminar, pero –ciertamente- la distancia del viaje es lo suficientemente largo como para hacer esa idea casi que irrealizable. Viajar en avión tiene sus ventajas innegables. Sólo porque conducir sea más “verde” que tomar un avión, esto no necesariamente significa que sea en todo momento la opción más conveniente, si consideramos otros factores –tan valorados en nuestras sociedades actuales- como el dinero y el tiempo. Con los actualmente tan altos precios de los combustibles, costaría mucho más dinero –siguiendo nuestro ejemplo anterior- losEstados Unidos de costa a costa en un coche que volar sin escalas ese mismo trayecto. Y eso es incluso sin tener en cuenta el dinero que se va en restaurantes y hoteles a lo largo del camino. De más está decir que el viaje es mucho pero mucho más duradero. ¿Qué concluir entonces, en esta disyuntiva sobre cuál es la mejor forma de viajar ecológicamente? Pues ciertamente los trasportes públicos van a la cabeza de las elecciones cuando hablamos de distancias cortas, o de lo contrario la alternativa más conveniente escompartir un coche (ya sea con familiares o amigos, o a través de redes de carsharing). Si nuestro destino es lejano, entonces probablemente el avión sea el sistema de viaje a elegir, por sobre otros más lentos y costosos… Aquí es donde uno puede desarrollar conciencia de cuán necesario es –según el caso- realizar viajes tan poco ecológicos, cuando siempre hay grandes y maravillosas cosas por ver más al alcance de la manos.