martes, 14 de agosto de 2007

San Martin de los Andes

La temporada en la Patagonia había terminado para la mayoría de los ríos y los lagos, pero ciertos lugares tenían una extensión hasta el 31/05, ese era el caso del Limay Medio. Mas específicamente nuestro destino iba a ser Pantanito. El viaje se vivía con mucha anticipación y lo veníamos palpitando desde hace tiempo. Se ataban moscas, se charlaba de las provisiones, de llevar dos carpas, de donde sacar colchones inflables… El día del viaje llego y nos dispusimos a salir en dos autos. Estábamos a la altura de la ruta del desierto cuando recibimos una llamada que cambiaria nuestros planes, la represa había liberado mucho agua y había inundado la mitad del campamento. Decidimos entonces cambiar de rumbos he irnos para el lado de San Martín de los Andes así que nos dividimos, con promesas de relevar cada uno sus aguas y juntarnos donde mejor rindiera. Llegamos a las 5 AM a las cabañas con una temperatura de 9 grados bajo cero, por suerte ya habían prendido las estufas debido a la llamada telefónica que les hicimos por la ruta y la pieza comenzaba a templarse. Salía el sol en la mañana de Sábado y nos dispusimos a desayunar y partir rumbo al Collón Curá, río que en marzo había dado buenos recuerdos. Luego de 40 km de tierra llegamos al río, no sin antes disfrutar del paisaje y de ciertos personajes que nos acompañarían varias veces en toda la duración del viaje. Desde las colinas cercanas, un grupo de ciervos nos veía pasar (unas 25 hembras y 2 machos), apenas nos vieron emprendieron su huida. Llegamos al Collon, mas específicamente a la zona de balsa vieja, nos disfrazamos de mosqueros y pusimos las moscas en el agua. Comenzamos probando con Bucktail Chimehuin, algunas blondes, y luego pasamos a unas Rubber legs con un cuerpo similar a una Montana. Sacamos varias arcoiris, de kilo a kilo y medio y una linda marrón. Un hermoso río, que no debe ser pasado por alto. El segundo día fuimos a probar a la Boca del Quilquihue con el lago Lolog, probamos toda la mañana pero no sacamos nada. Lamentablemente la civilización le gano al lugar, demasiadas casas cerca del agua, se veía a los niños probar con cucharitas. Debe ser un lugar bastante castigado... Dado que no salía nada nos fuimos de paseo para el lado del Currue Grande, pero el camino estaba muy castigado y no pudimos llegar, sin embargo pudimos visitar el Lago Currue Chico. El frío había llegado a esa zona, hielo por todos lados. Gran parte de la costa estaba congelada. En un acto “divino” hasta pudimos caminar sobre las aguas. Por suerte nuestras provisiones de Bon-o-Bon y algún elixir escocés nos mantenía en pie. El lunes nos encontró en el Chimehuin Medio, pasamos por los Jardines. El frío se hacia notar… tanto que hasta nuestros tiros empeoraban, pero no era culpa de la falta de destreza nuestra (por lo menos no esta vez) sino que se debía a que en los pasahilos se empezaba a formar hielo y poco a poco quedaba menos lugar para que la línea se deslice. Esa mañana no vimos ningún movimiento, ni truchas, ni insectos, ni nada… un río hermoso, corría con mucho agua, pero parece que el frío lo había afectado. Pasamos por Junín al mediodía, nos comimos un rico almuerzo y fuimos a sacar permisos preferenciales para la Boca del Chime. Al llegar a la boca del chime nos atendió el guarda parque (o era guarda fauna?) Emiliano. Que trabajo que realizan estas personas, realmente es para destacarlos. En la boca no soplaba casi viento, condición que hace que la pesca se vuelta difícil, “las truchas te ven” nos decía. Sin embargo sacamos una pequeña marrón, algunas arco iris pequeñas y una linda Marrón bien plateada. Cayo la noche y nos fuimos a charlar con el guarda fauna, le convidamos algunos bocaditos que había cocinado mi madre para el viaje (ya quedaban pocos) y nos pusimos a charlar del lugar. Nos contó del otro lado de la Boca del Chime, mas allá de la garganta, del Pozón de las viudas y de otros lugares. El martes no nos quedo otra que volver por esos lugares, así que lo pasamos en la Boca del Chime y en los pozones de la vuelta. Sacamos un par de arco iris de alrededor del kilo. El frío ya no se notaba, no era porque nos hayamos acostumbrado, sino por el hecho de que la lluvia se había incorporado al panorama y caía copiosamente sobre nuestros chalecos y gorros. Es en estos momentos cuando uno realmente agradece estar en una cabaña, poder volver de la pesca y darse una ducha caliente, meterse en una casa con estufas o dormir en un colchón mullidito no tiene precio. Debido a que la cosa se ponía difícil decidimos volver a nuestros comienzos y partimos el miércoles nuevamente hacia el Collón Curá, el frío y la lluvia ya se volvían habitúes de las salidas y nos acompañaron hasta el sábado. El Collón estaba muy bueno, a los pocos cast, ya tenia prendida una muy linda marrón, foto y al agua. Así siguió el día, sacamos varias arco iris de lindos tamaños, un par de marrones y como cereza de la torta a eso de las cinco de la tarde siento un pique importante que tomo mi pata de gomas en anzuelo 4 y se la llevo a las profundidades, luego de una linda pelea un macho de marrón dejo verse, dejo que lo acercara a la costa no sin antes dar una par de corridas mas como para mostrar quien mandaba. No teníamos balanza, pero tenia unos 67 cm de largo y estaba bastante gordito, de colores muy fuertes y pico curvado. Se mostraba imponente, debía volver al agua, ahí pertenecía, lo perturbamos un segundo mas para una foto y dejamos que se marche, que vuelva a ese río, donde quizás algún día nos volvamos a encontrar. Así terminaba el miércoles, no sin antes darnos otra sorpresa, al volver por el camino de tierra a un lado de la ruta un bruto jabalí. Luego de haber pasado un día tan espectacular no podíamos dejar de volver al Collón el jueves, y hacia allí fuimos pero nos encontramos con un río muy distinto. Había llovido mucho en los últimos días y el Collón traía hojas, ramas, un gran caudal de agua y un color chocolate digno del Paraná. La pesca se volvió dura, sacamos una que otra arcoiris. Decidimos entonces el viernes hacer un alto en la huella, dormir hasta mas tarde, y tomarnos un tiempito para pasear, ir solo de visita a los Siete lagos (ya que en su mayoría estaban cerrados para la pesca). Pasamos por la boca del Correntoso para hecharle un vistazo y fuimos a Villa la Angostura. El sábado nos fuimos para el Collón Curá para cerrar el viaje en ese río que nos dio tantas satisfacciones pero seguía igual de chocolate. Nos fuimos entonces a conocer el Malleo, el cual no venia tan turbio pero si con mucho agua. Los equipos que usamos fueron una caña Redington Redfly Nro 6 con linea de hundimiento total. Una Sage Launch Nro 4 y una Redington CrossWater en Nro 7 con flote y hundimiento Las moscas: finas para que profundicen facil, bucktail chimehuin, blondes, mickey fin, light bruce, bucktail black ghost, matukas. Yo me volví un habitué de las patas de goma. Fuente: Edu Bechtold