
BUENA CARNADA
Con la idea de ir a relevar la actualidad piscatoria desde el muelle, nos proveímos de buena carnada en la pescadería Mellino ubicada en calle 35 entre 1 y 2 en Santa Teresita, allí compramos 1/2 de anchoas frescas y 1/4 kilo de camarones. De todas formas en el ingreso venden este tipo de carnadas como así también aparejos para la pesca.

Llegamos 2 horas antes del pico de la máxima creciente y pescamos hasta 1 hora después de comenzada la bajante, en ese lapso, encarnando con sandwich de camarón y anchoa obtuvimos 3 corvinas (1 carbonera de muy buen tamaño) 2 rayas y 1 bagre de mar. Si bien nosotros utilizamos equipos de lance pesado compuestos por varas enterizas de acción 8 y reeles frontales con carrete de casting cargados con nylon del 0.35 y salida de 0.60, pronto nos dimos cuenta que nuestros lances se estaban "pasando de largo" ya que a partir de la bajante, los aficionados que obtenían respuestas lo hacía con lances de 50
metros, es por eso que tuvimos que ajustarnos y hacer tiros cortos o en diagonal para tener mejores resultados, lo que habla a las claras que la pesca estaba para equipos mas livianos y al alcance de cualquiera. También reemplazamos los plomos con agarradera por satélites de 150 gramos ya que el mar no se presentaba con fuerte correntada.

Casi todos los balnearios de la costa atlántica poseen muelles o espigones para el pescador deportivo, están aquellos que se adentran mas en el mar y son de cemento como los de San Clemente, Santa Teresita y Mar de Ajó, en muchos de ellos solo se permite un equipo por pescador y se debe actuar caña en mano, no es el caso de Mar del Tuyú que posee posacañas en sus barandas.

Es necesario atar la carnada con hilo elástico que evita que se desprenda durante los lances. Renovar la carnada suele ser clave, ya que una carnada "lavada" ofrece muy poco atractivo, es por eso que cada 10 minutos revisábamos los cebos. Esperamos que esta nota le sirva a usted que ya esta planificando sus próximas vacaciones, de costa o embarcado, si el tiempo ayuda, la pesca lo espera.
Por Gabriel López Rivera