lunes, 31 de marzo de 2008

Deep Jigging "limones"

Luego de la exitosa pesca de limones a trolling rápido surgió con algunos colegas y amigos la idea de organizar una salida de pesca exclusiva en búsqueda de estos atúnidos: jornada full-time pescando solamente en la modalidad jigging; lo peor que podia pasar que las condiciones no acompañen, en ese caso trolling rápido y problema solucionado. Cuando hago mención a las condiciones me refiero a que para pescar peces limón realizando deep jigging se tienen que conjugar unas serie de factores para que se transforme en exitosa la pesca; como el pez lo tenemos que encontrar acardumado. No es cuestión de ir a los bancos de piedras dónde habitan generalmente. Se debe llegar, bajar los jiggs, que debemos tener bajo la quilla de la embarcación; y después, que estén dispuestos a comer. Finalmente, tomarle la mano al tema del accionar los jiggs y sincronizar los movimientos de nuestro equipo. Por otro lado puede suceder que si el pez está disperso o ignora por completo nuestros artificiales no queda otra que realizar trolling para intentar irritarlos o llevarlos a superficie. Muchas veces nos sorprendemos porque ignoran nuestros jiggs… y a los señuelos, textualmente, se los degluten. Estas variables que nos condicionan es lo más atrapante de esta modalidad de pesca.
Una jornada de pesca de limones es trabajo constante. Cambio de estrategias, equipos y lugares son decisiones que hay que tomar en escaso tiempo para poder dar con ellos o si nos los cruzamos, no perderles el rastro a estos veloces fantasmas.A medida que transcurre el Verano, Mariano de Aquafish Mar del Plata nos informó que habían empezado a arribar las anchoas de banco. Desde que se inició la temporada esta especie no había sido vista ni capturada. Una chance extra se sumaba a nuestra salida en caso de no poder dar con los peces limón. Una atractiva variante para realizar deep jigging, ya que las anchoas son, podríamos decir, las hermanas menores de los limones; y pescadas con equipos mucho más livianos. Dentro del team para desafiar los limones marplatenses quedó compuesto entre otros por: Walter Lozano, y quien les escribe.
Embarcarmos, a las 6.30 horas del sábado, con mucha alegría y ansiedad compartimos un desayuno esperando que el reloj marque la hora señalada: zarpar estaba previsto a las 7.30 horas. En cuanto al pronóstico, era inmejorable. Vientos leves del sector Noroeste y un mar sumamente calmo.Como contábamos con dos barcos a nuestra disposición, pura y exclusivamente para capturar ésta especie, la estrategia de pesca de Aquafish para poder encontrar a los limones, fue empezar a sondear con el Malleo III, al mando de Leo Rodríguez y Lucho, el banco rocoso más pequeño llamado Pescadores (1.5 millas de largo por 1 milla de ancho aproximadamente) y distante de la boca del Puerto de Mar del Plata a unas 5 millas y media con rumbo 175º a 178º. Y con el Walhalla, comandado por Mariano de la Rúa y Nico, empezaríamos por el Banco de Afuera (de 3 millas de largo por 1.3 millas de ancho aproximadamente) ubicado a unas 9 millas y media desde el puerto con rumbo 152º a 158º. De esta forma testaríamos simultáneamente los principales bancos donde generalmente merodean estos limones; el primero que los encontrase daría aviso para realizar la “faena” juntos.
A las 8 y media de la mañana ambas embarcaciones ya se encontraban en los puntos prefijados haciendo trolling y con la vista de casi todos los tripulantes clavada en las ecosondas, esperando que las mismas delaten la presencia de éstos peces “fantasmas”. El tiempo transcurría y la comunicación a través del VHF de ambos capitanes arrojaba el mismo comentario: “nada de nada, ni si quiera marcas de cardúmenes de especies forrajeras o posibles cardúmenes de alimento, y de limones o anchoas menos que menos… ”.Pasado un largo rato sin que el panorama cambie, Mariano habló con el Malleo III para que se acercara al Banco de Afuera, ya que como su área es mucho más grande, quería revisarlo minuciosamente. Lo dividió en dos partes para “rastrillarlo”: el Walhalla chequearía del centro hacia la parte norte y el Malleo III del centro hacia la parte sur. El panorama seguía siendo el mismo: un “desierto total bajo el agua”.
Ya llevábamos casi 3 horas navegando ambos barcos sin ninguna emoción de pesca; pero gracias a la “función artística” que nos regalaban una gran cantidad de delfines saltando y “corriendo” al lado del barco, nos ayudó muchísimo a paliar el aburrimiento. Cerca de las 11.30 de la mañana iniciamos una nueva estrategia. El Malleo III se quedaría un rato más en el de Afuera pues algunos pescadores jiggueando un cardúmen de pequeños besugos se estaban divirtiendo bastante, mientras otros aprovecharon a pegarse un baño y nadar en el medio del océano. Mariano en el Walhalla propuso hacer una nueva pasada por el Banco de Pescadores para tentar a la suerte y, si el panorama no cambiaba, seguir hasta la Restinga para hacer tiempo a que los limones apareciesen pescando variada y sumando la posibilidad de capturar algún tiburón.
Casi pisando el Banco de Pescadores de pronto brotó a bordo el jolgorio. A unos dos mil metros había una enorme pajarada volando a flor de agua y tirándose de cabeza. Un derrame de aceite de pescado marcaba una gran aureola “alisando” el agua…Y de la garganta de Nico, parado sobre el guardamancebo de una banda, empezó a sonar cada vez más fuerte: “ahí están… Ahí están… AHÍ ESTÁN LOS LIMONES”.
Todos enloquecidos tomamos posición con nuestros equipos en la mano y Mariano a toda marcha se dirigió directamente hacia la pajarada mientras por radio le pedía al Malleo III que se viniera urgente ya que los habíamos encontrado cazando a flor de agua. Cuanto más nos acercábamos, más impresionante era presenciar, o mejor dicho pasar a ser testigos, de esa gran batalla. El agua literalmente hervía: los limones y los cornalitos saltaban; y otros flotando destrozados en la superficie. Las gaviotas se tiraban enloquecidas a comer la carroña, protagonistas de extrema locura y desesperación por alimentarse… y sobrevivir en el agua. Fue así que logramos pararnos encima. Era una locura. Los veíamos pasar de un lado a otro por debajo del barco a inmensa velocidad. Podíamos vislumbrar como en la recogida mediante tirones cortos y rápidos perseguían y atacaban nuestros jiggs. En esta primera parada los ocho que estábamos pescando, y hasta Mariano que se fue a la popa con una caña, simultáneamente logramos traer todos un pez limón. Unos los perdimos, otros los logramos subir a bordo. Las manos de Nico no daban abasto para izarlos.
Pero a nosotros el pique se nos había cortado. Otras dos especies se sumaron a la gran cacería: los delfines y las anchoas de banco. En escaso tiempo logramos capturar también en la modalidad de deep jigging 36 anchoas. Pero la idea fija eran los limones y veíamos que se estaban escapando. La ebullición en el agua se movía rápidamente de un lado hacia otro y las gaviotas la perseguían; entonces, resignamos pescar anchoas para emprender una veloz carrera y dispuestos a seguirlos hasta donde quisieran llevarnos. El marco de la escena no era, nada más ni nada menos, que una auténtica copia de la zaga de dibujitos animados del “Correcaminos”.
Los dos barcos persiguiendo una aureola de aceite hirviendo. Una pajarada y una cantidad de delfines impresionantes, unos contra otros, luchando por ver quién llegaba primero a alcanzar a estos verdaderos fórmula uno acuáticos. Incluso a la distancia le tiramos con señuelos salt-water de superficie tipo paseantes y poppers para atraerlos, pero nada. Este raid o carrera por la pesca, duró un par de horas en las que sólo logramos capturar algunos más troleando. Nos fue imposible lograr interceptarlos o pararnos nuevamente encima; de pronto, como por arte de magia, los limones, las anchoas y las gaviotas desaparecieron y sólo quedó la marca generada por el derrame de aceite de la cacería que lentamente se fue disolviendo en el mar.
A partir de las tres de la tarde el escenario de la mañana se repitió. Ambos bancos rocosos se convirtieron nuevamente en un gran “desierto” y nunca más pudimos volver a cruzarnos ni con los limones, ni con las anchoas. Consultamos con el Malleo III el resumen de su pesca y nos quedamos completamente helados: había capturado a jigging, 3 limones y 2 anchoas de banco. Indudablemente para este tipo de pesca la suerte es un factor sumamente importante. A pesar de que el capitán estuvo constantemente buscando distintas alternativas, estrategias y lugares, en esta oportunidad el que tuvo la buenaventura de cruzarse en ese momento “justo” con el cardúmen de limones comiendo “afuera” del agua fue el Walhalla; instante que marcó la diferencia de pesca entre los dos barcos al final de la jornada. Si recordamos la secuencia inicial de la pesca de ambos barcos: si el Malleo III se los hubiese cruzado cuando lo llamamos para que volviera del Banco de Pescadores al de Afuera, el resultado de pesca de ambos barcos hubiese sido inverso.Tras los resultados desparejos entre ambas embarcaciones repetimos la rutina de ir de un banco a otro, tres o cuatro veces más en pos de que pudiéramos equiparar la pesca; pero lamentablemente estuvimos nuevamente casi tres o cuatro horas troleando y navegando sin lograr pescar un limón o anchoa más. Ni siquiera se logró mediante la ecosonda sospechar la presencia de ellos.
No quedan dudas que la pesca de limones con artificiales, ya sea a trolling o efectuando deep jigging, es imposible garantizarla. Es jugarse y apostar a “todo o nada”. Los bichos aparecen y desaparecen o se alimentan variablemente. Hoy logramos encontrarlos… y a veces pasan días y días y no podemos dar con ellos. Igualmente creo que intentar tener aunque sea uno solo en el extremo de la caña, es una experiencia imperdible para todo pescador deportivo con artificiales en alta mar. Creo que no se van a arrepentir de habérselas jugado.
Por Gustavo Arduino ( Tomy)