
Una jornada de pesca de limones es trabajo constante. Cambio de estrategias, equipos y lugares son decisiones que hay que tomar en escaso tiempo para poder dar con ellos o si nos los cruzamos, no perderles el rastro a estos veloces fantasmas.A medida que transcurre el Verano, Mariano de Aquafish Mar del Plata nos informó que habían empezado a arribar las anchoas de banco. Desde que se inició la temporada esta especie no había sido vista ni capturada. Una chance extra se sumaba a nuestra salida en caso de no poder dar con los peces limón. Una atractiva variante para realizar deep jigging, ya que las anchoas son, podríamos decir, las hermanas menores de los limones; y pescadas con equipos mucho más livianos. Dentro del team para desafiar los limones marplatenses quedó compuesto entre otros por: Walter Lozano, y quien les escribe.

A las 8 y media de la mañana ambas embarcaciones ya se encontraban en los puntos prefijados haciendo trolling y con la vista de casi todos los tripulantes clavada en las ecosondas, esperando que las mismas delaten la presencia de éstos peces “fantasmas”. El tiempo transcurría y la comunicación a través del VHF de ambos capitanes arrojaba el mismo comentario: “nada de nada, ni si quiera marcas de cardúmenes de especies forrajeras o posibles cardúmenes de alimento, y de limones o anchoas menos que menos… ”.Pasado un largo rato sin que el panorama cambie, Mariano habló con el Malleo III para que se acercara al Banco de Afuera, ya que como su área es mucho más grande, quería revisarlo minuciosamente. Lo dividió en dos partes para “rastrillarlo”: el Walhalla chequearía del centro hacia la parte norte y el Malleo III del centro hacia la parte sur. El panorama seguía siendo el mismo: un “desierto total bajo el agua”.

Casi pisando el Banco de Pescadores de pronto brotó a bordo el jolgorio. A unos dos mil metros había una enorme pajarada volando a flor de agua y tirándose de cabeza. Un derrame de aceite de pescado marcaba una gran aureola “alisando” el agua…Y de la garganta de Nico, parado sobre el guardamancebo de una banda, empezó a sonar cada vez más fuerte: “ahí están… Ahí están… AHÍ ESTÁN LOS LIMONES”.

Pero a nosotros el pique se nos había cortado. Otras dos especies se sumaron a la gran cacería: los delfines y las anchoas de banco. En escaso tiempo logramos capturar también en la modalidad de deep jigging 36 anchoas. Pero la idea fija eran los limones y veíamos que se estaban escapando. La ebullición en el agua se movía rápidamente de un lado hacia otro y las gaviotas la perseguían; entonces, resignamos pescar anchoas para emprender una veloz carrera y dispuestos a seguirlos hasta donde quisieran llevarnos. El marco de la escena no era, nada más ni nada menos, que una auténtica copia de la zaga de dibujitos animados del “Correcaminos”.
Los dos barcos persiguiendo una aureola de aceite hirviendo. Una pajarada y una cantidad de delfines impresionantes, unos contra otros, luchando por ver quién llegaba primero a alcanzar a estos verdaderos fórmula uno acuáticos. Incluso a la distancia le tiramos con señuelos salt-water de superficie tipo paseantes y poppers para atraerlos, pero nada. Este raid o carrera por la pesca, duró un par de horas en las que sólo logramos capturar algunos más troleando. Nos fue imposible lograr interceptarlos o pararnos nuevamente encima; de pronto, como por arte de magia, los limones, las anchoas y las gaviotas desaparecieron y sólo quedó la marca generada por el derrame de aceite de la cacería que lentamente se fue disolviendo en el mar.
A partir de las tres de la tarde el escenario de la mañana se repitió. Ambos bancos rocosos se convirtieron nuevamente en un gran “desierto” y nunca más pudimos volver a cruzarnos ni con los limones, ni con las anchoas. Consultamos con el Malleo III el resumen de su pesca y nos quedamos completamente helados: había capturado a jigging, 3 limones y 2 anchoas de banco. Indudablemente para este tipo de pesca la suerte es un factor sumamente importante. A pesar de que el capitán estuvo constantemente buscando distintas alternativas, estrategias y lugares, en esta oportunidad el que tuvo la buenaventura de cruzarse en ese momento “justo” con el cardúmen de limones comiendo “afuera” del agua fue el Walhalla; instante que marcó la diferencia de pesca entre los dos barcos al final de la jornada. Si recordamos la secuencia inicial de la pesca de ambos barcos: si el Malleo III se los hubiese cruzado cuando lo llamamos para que volviera del Banco de Pescadores al de Afuera, el resultado de pesca de ambos barcos hubiese sido inverso.Tras los resultados desparejos entre ambas embarcaciones repetimos la rutina de ir de un banco a otro, tres o cuatro veces más en pos de que pudiéramos equiparar la pesca; pero lamentablemente estuvimos nuevamente casi tres o cuatro horas troleando y navegando sin lograr pescar un limón o anchoa más. Ni siquiera se logró mediante la ecosonda sospechar la presencia de ellos.
No quedan dudas que la pesca de limones con artificiales, ya sea a trolling o efectuando deep jigging, es imposible garantizarla. Es jugarse y apostar a “todo o nada”. Los bichos aparecen y desaparecen o se alimentan variablemente. Hoy logramos encontrarlos… y a veces pasan días y días y no podemos dar con ellos. Igualmente creo que intentar tener aunque sea uno solo en el extremo de la caña, es una experiencia imperdible para todo pescador deportivo con artificiales en alta mar. Creo que no se van a arrepentir de habérselas jugado.
Por Gustavo Arduino ( Tomy)