viernes, 20 de junio de 2008

Medicina de Montaña

Para los deportistas que vengan del llano o de lugares de poca altura, es aconsejable una estadía de 2 a 3 días en Puente del Inca. Durante la permanencia en esa zona se pueden efectuar caminatas y ascensiones a los cerros adyacentes, medidas que contribuyen a una mejor aclimatación. Otra actitud muy aconsejable es disponer el envío de la carga mayor por medio de mulares hasta el campamento base y luego los integrantes efectuar el trayecto a pie. A marcha moderada requiere una caminata que puede efectuarse cómodamente en dos jornadas: la primera hasta Confluencia (Horcones Inferior) y la segunda hasta Plaza de Mulas. Se recomienda efectuar las reservas de animales con la debida anticipación. Ya instalado el Campamento Base, se procederá a efectuar prácticas de aclimatación y visitas a los glaciares de los Horcones Superior y caminatas por los alrededores. Según las condiciones físicas se puede intentar la ascensión del cerro Catedral o Cuerno; en su defecto se puede trasladar la carga a los campamentos de altura y regresar a Plaza de Mulas.
Esta práctica de ascender y bajar a menor altura beneficia notablemente la aclimatación.
Según informes científicos, el período de aclimatación varia según las personas, los jóvenes se aclimatan peor; la mejor edad está entre los 30 y 40 ó 45 años.
El equilibrio nervioso es muy importante en la aclimatación. Otro problema a considerar es el del descenso. Si se duerme mal se recupera mal. Hay que administrar somníferos muy suaves.
Si la aclimatación es un fenómeno corrector de los elementos puestos a prueba y siempre compatibles con la vida, la adaptación es una dura disciplina del organismo que busca hasta compensar los limites de lo posible, los elementos incompatibles con la vida: la calefacción del aire, la disminución de la presión atmosférica, el frío, la sequedad, la alcalosis, etc.
A alturas superiores a los 6.500 mts. (zona de aclimatación máxima), el individuo vive sólo de sus reservas de donde la necesidad de interrumpir la estancia en las altas cotas descendiendo a los puntos donde pueda recuperarse. De esta forma, con el vaivén frecuente, podrá conseguirse la aclimatación y determinar el tiempo de máxima permanencia en aquella altura sin que aparezcan los fenómenos de deterioro, grave señal de alarma.El "mal de montaña" suele manifestarse a través de los síntomas siguientes: Malestar agudo con cefaleas, náuseas, vómitos, decaimiento y sensación de enfermedad. Edema cerebral con cefalea intensa, marcha insegura, trastornos mentales y visuales, náuseas, coma, etc. Edema pulmonar manifestado a través de dificultades respiratorias, cianosis, taquicardia, tos, intranquilidad, etc. Estos signos y síntomas se superponen de modo tal que suelen presentarse combinados.
Son etapas de un mismo proceso y poseen un denominador común: la disminución del oxigeno en el aire. Todas estas manifestaciones pueden ser prevenidas y superadas mediante una adecuada aclimatación.
El conocimiento de los signos y síntomas del mal de alturas, permitirá al deportista prevenir severos trastornos, incluso la muerte, que puede sobrevenir en un lapso muy breve.
Los pacientes que descienden rápidamente a alturas menores, logran por lo general una buena recuperación, lo que no ocurre con los que no lo hacen a tiempo.
Desde Pezcalandia les recomendamos descender a menor altura al advertirse el mínimo síntoma de enfermedad.
Fuente Heber Orona y Rudy Parra