martes, 17 de junio de 2008

Volcán Lanín

La pasión por el andinismo en la Cordillera de Los Andes nació por el año 1987 cuando mi padre me llevó a El Bolsón . Fue un trekking de día completo, con almuerzo cerca del refugio y ascensión hasta la cumbre, fue una experiencia que marcó mi vida. El domingo 7 de febrero de 1999 llegué a la base del Volcán Lanín a las 23:00 y lo único que abierto en el cruce de la ruta y en la ruta de entrada al volcán era gendarmería. Como mi compañero Aldo Casella estaba acampando en el Lago Tromen, a tres kilómetros de ese punto, gendarmeria me facilito un catre en un galpón que tenían a unos 100 metros del lugar. Tomé el camino que lleva al Lago Tromen, en la cara norte del volcán. Caminé casi 3 Kilómetros con la mochila en la espalda -aproximadamente 38 Kilos- y la carpa de alta montaña en la mano derecha, todo de mis amigos de Pezcalandia, que me facilitaron el equipo mas completo para esta aventura. Luego de una caminata de unos 45 minutos se abrió a mis pies el Lago Tromen. De agua fresca y clara, en él se vuelcan las aguas del Arroyo Correntoso y el Río Turbio, ambos provenientes de los glaciares superiores del Lanín. Una vez realizada la parte legal salimos por el sendero que comienza en las proximidades de la seccional del guardaparque, pasando detrás del puesto de Gendarmería. Luego de cruzar un bosque de lengas a las 12:00 comenzamos la ascensión. La marcha comenzó normal, sobre la ruta principal que nos llevaría a la espina de pescado, ruta que íbamos a tomar para hacer noche en el C.A.J.A. (refugio del Club Andino Junín de los Andes). Durante más de una hora estuvimos subiendo, con las ocasionales paradas a "mojarnos los labios" y poco antes de las 14:00 paramos a comer. Luego, seguimos camino hasta el cruce y tomamos la Espina de Pescado. Después de un buen rato el camino se tornó mucho más tortuoso y escarpado e hicimos varias paradas lógicas para tomar agua y sacar algunas fotos a las rocas y la cascada que formaba el arroyo de deshielo de los glaciares. Pronto lo avistaríamos desde más cerca . La subida se hacía difícil, por el equipo que estábamos llevando y el exceso de comida. Pero no era imposible, gracias a los bastones y nuestro continuo zigzagueo. Cerca de las 17:00 horas distinguiríamos a lo lejos el refugio del Ejército Argentino, que se encuentra en la ruta de la espina de pescado a unos 2400 metros. Allí nos encontramos con un grupo que había comenzado a subir temprano en la mañana. El camino era angosto y el cansancio estaba tratando de hacernos equivocar, pero al final llegamos al C.A.J.A. descargamos nuestras mochilas y nos dispusimos a descansar. Eran las 18:15 y pronto llegó un grupo de siete personas, tres de los cuales se quedaron a pasar la noche en nuestro refugio. El resto siguió camino hacia abajo. Tomamos un mate cocido y, partimos a las 6:00, abrigados hasta los dientes con los polares y camperas. Tomamos pronto una lengua de hielo donde nos calzamos los grampones y comenzamos a subir por cuanto manchón de nieve se nos cruzara. Esto hacía que nuestra subida sea más segura y tranquila. Mientras íbamos subiendo comíamos chocolates, almendras Luego de un buen rato de escalada, nos superaron dos suizos que venían a gran velocidad, y luego los perdimos tras unas rocas. Subíamos por la ruta que estaban haciendo los suizos, pero no tuvimos la suerte de encontrarlos La ascensión se tornaba cada vez más empinada y dimos con una pared que no teníamos ni idea por donde subir. Desde ese lugar pudimos ver el descenso de unos militares que nos indicaron por dónde subir. Estábamos a un paso de la falsa cumbre, así que tomamos nuestras cosas y seguimos el ascenso. Y allí estaba. La falsa cumbre, que dejaba ver a sus pies el inmenso glaciar que cubre la cumbre. Tomamos camino por el glaciar con sumo cuidado, con los bastones siempre hacia delante para descubrir las grietas que se nos presentaban. Y de repente estábamos en la cumbre. Al sur se alzaba el Tronador, casi imperceptible por la bruma de la distancia y a nuestros pies los lagos Huechulaufquen y Paimún. Al oeste estaban el Villarrica y el Volcán Partido del lado chileno. Al noroeste podíamos ver el Llaima en actividad y al norte muy pero muy lejos el Volcán Domuyo, que sería al año siguiente nuestro punto de encuentro. A eso de las 18:00 llegamos al C.A.J.A. Tomamos nuestras pertenencias -las que habíamos dejado para una mejor subida- y continuamos camino hacia la base. Llegamos hasta el refugio del Ejército Argentino y seguimos por la ruta de la Espina del Pescado, pero con tanta buena suerte que nos desviamos hacia el oeste un poco, lo suficiente como para tomar la ruta de la canaleta, que zigzagueando nos llevó hasta el cruce de las rutas Espina de Pescado y Mulas. Todo transcurría mientras el sol se ponía a nuestras espaldas. De pronto descubrimos que una de nuestras linternas, la mía, se había roto, así que apelamos a nuestro instinto y nos aferramos a nuestros bastones, que apenas podíamos ver gracias a la pequeña linterna de Aldo que, por fortuna, funcionaba. Así llegamos lentamente hasta la base del volcán a las 23:00, ya extenuados, y donde nos esperaba la esposa de Aldo con sus dos hijas para devolvernos a las orillas del Lago Tromen donde pasamos el día siguiente descansando y disfrutando de momentos inolvidables.
Fuente Ariel Loscerbo
San Martin de los Andes
Argentina