jueves, 24 de julio de 2008

Cocinar en el camping

Aunque no recomendable, cuando el tiempo nos obliga, estemos donde estemos, si no tenemos otra opción debemos cocinar dentro de la tienda.
El peligro de que el combustible se derrame o que el hornillo nos explote tal vez sean los peligros más conocidos. Pero también puede ser más simple que eso, apenas encendemos un calentador cebado a combustible lliquido como la bencina, el mechero suele despedir una llama de considerable altura que puede encender nuestro abside. Para evitar esta situación, podremos encender el calentador fuera de la tienda y luego, una vez estabilizada la combustión, entrarlo al abside.
También podemos, en el momento de acercar la llama al cebador (y recordemos que esto es sólo cuando no puede salirse de la carpa), colocarle una olla encima o simplemente la tapa para controlar la llama de corta duración pero de largo alcance.
Sea cual fuese el método de encendido, lo importante además de esto es ventilar la tienda lo mejor posible.
La concentración de monóxido de carbono dentro de una tienda sin ventilación puede traer consecuencias en nuestra salud.Rodea al hornillo con una lámina aluminizada para concentrar el calor hacia la olla y evitar que la llame escape por los costados (además de protección, ahorra combustible, pues concentra el calor en el recipiente).
Coloca el calentador en el avance frontal de la carpa (abside), a mano para poder aventarlo fuera apenas surjan problemas. Los calentadores a gas butano propano, suelen ofrecer cierta seguridad con respecto a los de cebado. La llama es siempre pareja y controlable, pero debemos ventilar la carpa al igual que con el calentador cebado. Además de esto, los hornillos a gas suelen ocupar menos espacio horizontal; pero ganan en altura, cargando a veces con una pesada olla que les quita estabilidad.
Además de estos problemas que involucran la llama y los gases quemados, corremos el riesgo de derramar el contenido de la olla y desencadenar en un incendio al reaccionar ante la quemazón y tumbar el calentador a la suerte de donde caiga.
Por Walter Swinney