Haciendo escuela en la montaña a modo de juego fue que desperto en Pezcalandia la inquietud de por que no difundirlo, aqui esta.
Siempre se preparan los proyectos en la cabeza, pero el origen, el verdadero lugar, donde se gestan realmente es en el corazón.
La idea de realizar el viaje hacia El Chaltén comenzó casi un año antes. Y aunque a lo largo de 25 años uno tenga mucha cordillera, algunas cumbres y muchos intentos con esperanzas de tomarse la revancha, lo particular en éste sería la posibilidad de transmitir lo aprendido y capitalizado.
Chiara tiene 7 años y un espíritu inquieto. Le gusta la montaña y demanda montaña.
Estoy convencido que esto tiene relación de alguna manera con la memoria genética, más que con una imposición parental. Le sucede a tantos otros Rosarinos nacidos en el llano que comparten la escalada.Y que mejor manera de hacer escuela que desde lo lúdico, jugando con el conocimiento primario del terreno, las texturas del suelo, fauna, vegetación, percepción del clima y algo de técnica, prudentemente, considerando la edad y posibilidades físicas de una niña.Y hacia allí fuimos, esta vez en familia hacia la zona de los Hielos Continentales.
Diciembre en la zona nos presentó el residual de vientos sostenidos y clima siempre cambiante, aunque con muy poca lluvia.
Llegamos un mediodía con mucho sol y ripio a cuestas y luego de descansar un rato, previa visita por Parques Nacionales para recabar información de los senderos, emprendimos los primeros pasos.
El sol sale muy temprano: 04:30 hs y se oculta pasadas las 22:00 hs lo que le da a uno un margen muy importante para el trekking . El sendero hacia y desde Mirador de Cóndores nos regaló una vista única del gran macizo y sus agujas. El Cordón Adela, El Torre, Egger y Standhart, Techado Negro, Saint Exupery, Poincenot y Fitz Roy, Mermoz y Guillaumet. Mi corazón palpitaba y pedía más.
Suficiente para una tarde que se prolongaba interminablemente y desde donde trazábamos mentalmente y en los mapas los senderos para el día siguiente. Bajamos con las últimas luces, junto con Lara, una amiga fueguina de 6 años hecha por Chiara, que transitaba la misma senda junto con su padre.El comprobar que muchos comparten esta filosofía de vida es gratificante. Sobre todo por la cordialidad, el espíritu de camaradería, respeto y solidaridad que se presentan espontáneamente y a cada paso, donde el compartir una vista, una foto, un sorbo de agua o simplemente un sendero, hacen que el egoísmo, la violencia cotidiana y el gesto idiota queden relegados a un plano inferior.Al día siguiente, proyectamos la travesía hacia Laguna Capri, Campamento Base Poincenot y vuelta por Lagunas Madre e Hija, por la senda que empalma con el Campamento Base De Agostini, aunque para nuestro pesar el clima no nos favoreció y emprendimos la vuelta.
Si bien se podía soportar, Chiara es pequeña, esa edad te marca los límites y la seguridad esta primero. Con el clima se nos termino el tiempo. Quedarán para la próxima el intento de volver a realizar lo inconcluso.
El resto del viaje fue recreativo con trekking menor en la zona del Glaciar Moreno, Lago Argentino con sus napas en retroceso y Río Centinela, protagonista silencioso de las rebeliones patagónicas, pero por zonas en donde el turismo extranjero programado nunca se acerca.Hielos milenarios, gigantes de roca, muchas liebres, guanacos, ñandúes, zorros y armadillos nos acompañaron (o mejor dicho escaparon de nosotros).
El balance es positivo. Palabras nuevas en el vocabulario de Chiara: brújula, mapa, ruta, rimaya, nevé, arnés, piolet, seguro, prudencia, y toda la riqueza visual incorporada. Cada viaje nos enseña a todos algo nuevo.
Yo particularmente retorné a la esencia de la Escalada Alpina convencido de que a partir de hacer escuela, todas las cumbres se ganan desde aquí.
Sebastián Milano.
Gentileza de Westerns.com.ar