Agredido como pocos, rendidor como ninguno, el Río de la Plata nos bendice con buena pesca deportiva las cuatro estaciones del año. Pero en invierno, las marrones aguas del Plata son el reino de los mayores pejerreyes que uno pueda imaginar, esos “matungos” soñados que adquieren el mote de Gran Paraná una vez que llegan al Guazú y el Miní en su derrotero desde las aguas salobres del estuario hacia los brazos del río pariente del mar.
Aprovechando el gran momento en que las grandes flechas de plata atraviesan esta verdadera “Pampa líquida”, partimos desde la zona de Berisso con una de las lanchas de Beto Hasaín, comandada por el guía Gustavo y en compañía del pequeño Joaquín, hijo del gran Beto.
Navegamos en dirección a la boya Hillstone, saliendo por Río Santiago y dejando atrás los famosos malecones tan rendidores en tiempos de boga (verano). Fueron 26 km de travesía aguas adentro, que se hicieron fáciles por el suave viento Sur y la cómoda trucker Bety Boop del guía. Dejamos atrás la zona de rada donde descansan los grandes buques esperando entrar a puerto, llegamos a la Hillstone (boya que marca el naufragio de una goleta de pasajeros hundida en 1920 cuando estaba fondeando sin luces y la embistió un carguero) y navegamos 10 km más hacia Colonia.
Allí empezamos a pescar al garete con un ancla de capa en proa y otra en popa para regular la deriva. Armamos la calle de ceba y tiramos las grandes boyas al agua buscando “ESE” pejerrey de nuestros desvelos.
El pique no se hizo esperar y pese a que encarnábamos con pequeños pejerreyes enteros, dientudos enteros y hasta 4 mojarras por anzuelo, logramos piezas de porte mediano (30 cm) a grandecitos (40 cm). Pero faltaban los grandes.
Y como esos goles que se hacen sobre la hora, los monstruos llegaron al final. Y esta vez tuve la suerte de que eligieran mi línea. Con piques a 100 metros de la lancha los torpedos del plata exigieron al máximo a mi equipo compuesto por caña Spinit Extreme de 4,20 mts y mi reel Classe 30, que se portó de maravillas con dos pejerreyes de 1 kilo y 1,100 kg, respectivamente.
Joaquín y Gustavo, que habían pescado hasta 10 por día de estos monstruos en la última semana, no tuvieron suerte antes de ayer, día de nuestro relevamiento (¡Seguimos siendo el medio gráfico que brinda los relevamientos más actuales!). Sin embargo, lograron varios de 40 a 45 cm.
El agua a 10 grados todavía mantiene activas a las flechas, pero no sabemos qué ocurrirá cuando bajen aún más las marcas térmicas.
Felices de haber dado con los grandes de verdad, regresamos a puerto temprano para celebrar la alegría de una exitosa pesca entre amigos. Aproveche este momento. Berisso, sencillamente, tiene los mejores pejerreyes del Río de la Plata. En Pezcalandia nos unimos a este consejo.
Por Wilmar Merino.