domingo, 20 de julio de 2008

Super salmones de Mardel

Es difícil describir tantas emociones vividas en una salida de pesca en tan pocas líneas.
Sin dudas no es de todos los días salir a pescar cornos de embarcado y terminar logrando salmones de 20 kilos, besugos, meros, asistir a un ballet masivo de delfines y encima conocer una nueva técnica de pesca con artificiales que reescribe la historia de la pesca de mar. Y todo en una sola salida, junto a amigos de verdad y con la guía de un experto a quien da gusto ver trabajar, por su oficio como capitán y deportista.
Todo eso es lo que nos pasó el viernes en Mar del Plata, en el relevamiento de pesca de altura que hicimos junto a Roberto Scocco y Teodoro Penoff (corresponsal de costa atlántica), con la guía de Mariano de la Rúa, el “Maradona” del mar.La idea, como dijimos, era salir a pescar cornos de embarcados, con artificiales.
Pero la niebla de un día gris y con amenaza de lluvia como fue el viernes pasado, hizo que el capitán decidiera visitar La Restinga -punto estratégico para esta pesca- más tarde, por lo que nos ofreció ir a unas piedras ubicadas a dos horas de navegación del Motonáutico marplatense en busca de variada. Aceptamos gustosos. Embarcados en el skipper Walhalla, uno de los dos barcos de la empresa Aquafish, amenizamos la navegación curioseando sobre el moderno instrumental náutico de la embarcación, que no sólo permite ubicarnos perfectamente aún en la más espesa niebla, sino que permite registrar y ubicar las mejores piedras donde hallar las chofas (cardúmenes de peces grandes) de salmones y meros.
NUEVA TECNICA: pirking Las piedras del fondo marino, a unos 50 metros de profundidad, son desprendimientos del macizo de Tandilia donde los peces encuentran alimento y refugio. Ubicados en popa, fuimos provistos de modernos equipos compuestos de varas tipo spinning reforzado, reeles fuertes Shimano Stradic 8000.
Arrancamos pescando con carnada, en un banco de besugos. Tras llenar un cajón fácilmente, comenzamos a usar los señuelos de deep jigging, hojas metálicas de gran brillo que llegan fácilmente al fondo. Estos artificiales se trabajan en una técnica llamada pirking: haciéndolos picar en las piedras, mientras el barco es arrastrado lentamente por la corriente.
Los ataques de meros, besugos y pequeños salmones, se dieron con furia.Luego pasamos a una piedra con meros. Como si De la Rúa tuviera entrenada cada especie, allí donde él proponía una determinaba pesca, predominaba la especie mencionada. Llenamos un cajón de combativos meros que salieron en dobletes y tripletes.
Al fin, rumbeamos para las salmoneras.
En la navegación hacia las piedras que De la Rúa atesora en su GPS como rendidoras para los falsos salmones de mar, fuimos rodeados por una enorme manada de delfines que nos llenaron el corazón de emoción. Eran centenares, madres con sus crías y ejemplares adultos, saltando a los cuatro rumbos y acompañando la embarcación.“Líneas al agua”, cantó el capitán, y soltamos carnadas y señuelos sobre las piedras de la gloria. En el primer tiro, tengo la suerte de sentir un arrebato mortal ni bien el plomo tocó fondo. Paré la embestida del animal para evitar que se “encueve” y comencé a trabajarlo con un bombeo lento para sacarlo del fondo y lograr que la descompresión (recordemos que estamos pescando a 50 mts de profundidad), trabajara a mi favor. Finalmente logro que salga de las piedras y mis compañeros levantaron todas las líneas para dejarme cancha libre. Tras diez minutos de intensa pelea, el guía lo tomó del labio con el bogagrip: se trató de ¡un salmón de 20 kilos!Festejos, fotos y felicitaciones parecían coronar la jornada. Pero al segundo tiro mi amigo Scocco se lució con otra impresionante captura, un salmón de 15 kilos que peleó de manera descomunal. Cansados pero felices, pescamos una hora más logrando más meros, más salmones pequeños y besugos, hasta que la lluvia que se avecinaba nos obligó a regresar a puerto.Tan "llenos" de pesca estábamos, que al volver Mariano nos propuso ir por los prometidos cornos, pero decidimos dejarlos como excusas para volover en otra ocasión En conclusión: Mar del Plata es un pesquero para visitar todo el año, y máxime cuando hay guías como Mariano de la Rúa que conocen cada metro cúbico del mar que los rodea. Con profesionales así, uno puede concretar la pesca de su vida y conocer deportivas modalidades que llegaron para quedarse.
Dese el gusto y despreocúpese de los equipos y la seguridad de abordo, que el servicio es total y completo. Sólo vaya preparado tomando una pastilla de Dramamine la noche anterior y otra una hora antes de embarcar (para evitar mareos). Vaya a Mardel y pelée con gigantes. No se arrepentirá. Agradecimientos: a Pezcalandia, por la indumentaria usada en éste relevamiento.
Por WILMAR MERINO