Buen pique de flechas. En el Pejerrey Club de Quilmes, una opción cercana y económica
Sábado a la noche. Veníamos de varios días grises y el pronóstico anunciaba para el domingo una mañana soleada con viento sur. Encima, era el Día del Pescador Deportivo. Si haber hecho planes previos para un relevamiento a distancia pero con muchas ganas de despuntar el vicio, me propuse una salidita cercana, sin cancelar la raviolada del mediodía. “Va a estar crecido”, me dije, y pensé en un muelle de aguas pasantes donde hacerle unos tiritos al peje. Llamé al Vasco, socio del Pejerrey Club cuyos informes nutren permanentemente la columna de El Pique al Día, y me puso al tanto de la realidad de la pesca en el muelle: “hoy saqué tres, a fondo, pero unos chicos que tenía al lado, metieron hasta dobletes”.
Bastaron 30 segundos mas de charla para combinar un encuentro en la Pérgola a la mañana siguiente. En el Día del Pescador Deportivo, ya tenía mi pesca y encuentro con amigos, asegurados. Tomé la autopista Buenos Aires –La Plata, bajé en el Km. 20 y tomé hacia la izquierda en dirección a río. La misma calle de la bajada nos deposita en la entrada del Pejerrey Club, distante a menos de 1 Km. de la autopista. El Vasco estaba firme como rulo de estatua. Y no era para menos, con una sensación térmica de 1 grado. Por suerte, llevaba mi campera Gibson con capucha de Pezcalandia, verdadero hornito donde el frío no hace mella. Enseguida pasamos por la entrada al muelle, donde funciona una pequeña casa de pesca bien provista de elementos y carnadas (lombrices, panzuditos, mojarras) y tomé las primeras fotos de un amanecer glorioso: febo se asomaba sin obstáculos a la vista después de varios día de nubes grises.
Armamos campamento al lado del baño que está en mitad del muelle. Estaba armando mi caña cuando llegó un “invitado especial” del Vasco: Leondo Altieri, excelente caña local que tiene a cargo la Escuela de Pescadores del Pejerrey Club. Jugando con estos dos conocedores de su ámbito, el partido estaba ganado de antemano. Leonardo armó equipo de lance con reel rotativo con línea de fondo de dos anzuelos cuya brazolada rotaban en un esmerillón en lugar de rotor. Dichas brazoladas eran de 70 cm de largo, para garantizarle buena movilidad a los anzuelos. Por mi parte, armé línea de flote pero ante la falta de respuestas arriba y estimando que el frío extremo haría que los pejes huyeran de las capas superiores, reemplacé la boya mandale por una plomadita, haciendo que las cinco boyitas encarnadas con plateaditas desaparecieran bajo la superficie en lances a unos 50 metros del muelle. El Vasco, por su parte, usó línea de fondo de dos anzuelos. Los piques no se hicieron esperar: el pejerrey estaba abajo, tal como me lo habían anticipado. Primero fue el vasco, que logró un peje de menos de 25. Luego yo clavé uno mas grandecito, que salió bien tragado dado que picó cuando estaba haciéndole fotos a otros aficionados y no lo clavé a tiempo. Pero el que comenzó a marcar diferencias fue Leonardo, quien con su caña de medio lance ganaba metros y con su buena línea tentaba mas pejes que nosotros. En el lapso de una hora, Leo ya llevaba 6 capturas, de 25 a 30 cm. Otro aficionado que se hallaba unos 50 metros hacia el morro, logró una pieza de excepción, un peje de 40 cm. El Vasco me comentó que estos tamaños no son raros en la pesa a fondo, y que hay días de sudestada en que se logran hasta 10 de esos por caña. Como en todo club, hay pescadores de primera y otros que van a tirar la caña. Entre los del primer grupo también se cuenta la familia Ahumada, papá Alejandro y sus dos hijos, tremendos pescadores. Ellos también se sumaron a la barra y por momentos no daba abasto con las fotos porque todos pescaban. A eso de las 11 la cosa empezó a aflojar. El termómetro que bajé con un nailon indicaba que la temperatura del agua era de 10 grados, tanto en superficie como a ras del fondo. Tiré un paternóster buscando pique a media agua. Quería ver mover una boya. Pero no hubo caso. La cosa era a fondo, o nada. Finalmente, con algunas capturas propias y muchas ajenas registradas en la cámara, decidí cortar temprano la pesca y regresar para el almuerzo en familia.
La sorpresa fue al ir caminando hacia la parte delantera del muelle, sector de La Pergola. Allí, a solo 5 metros del ingreso del Club, familias enteras se estaban dando una panzada de pejes de todos los tamaños, pescados a fondo. El cardumen se había corrido, arrimándose a la costa, Por eso a nosotros se nos había cortado, pero en paralelo, habían mejorado los rindes en aguas más playas. En conclusión, el Pejerrey Club es una gran escuela de pescadores para gente de todas las edades, donde el que se adapta a las circunstancias (pescar a fondo cuando así lo exige el peje), gana. Varias ventajas comparativas lo convierten en un pesquero a tener en cuenta: está muy cerca de Buenos Aires y La Plata, no es un pesquero exclusivo para socios (se paga un pequeño importe si uno quiere visitarlo) y en verano podemos seguir usando las boyitas pero con las lisas, que suelen pescarse en cantidad y calidad. Si ya o conoce, vuelva y aproveche éste momento. Si no lo conoce, no se lo pierda que vale la pena. Servicios: Hacerse socio del Pejerrey Club de Quilmes implicará un gasto inicial de 44 pesos que incluye la cuota social del primer mes. Luego, la cuota mensual será de 22 pesos. Con el carnet se puede acceder libremente al muelle de 540 metros, disfrutar de la pileta de natación con agua salada en el verano, tener acceso a quincho con parrilla, freezer y cocina industrial, y mandar a a sus hijos a la escuelita de pesca con clases teórico prácticas. Los visitantes, puede acceder pagando un ingreso de 10 pesos los mayores, 6 los menores de 16 años y 4 pesos los jubilados que acrediten su condición. Para informes, llamar los 7 días de la semana, de 10 a 16.30, al 4224-6605.
Por: Wilmar Merino