NATURALEZA EXUBERANTE Y el río, inmenso, acompañan a los viajeros en el Amazonas. Aquí, tres sitios que hay que visitar, en Pezcalandia nos encanto el relato y entendemos que no solo es turistico, tiene bueno Tips.
La vista del río abarca toda la mirada. La lancha, con un potente motor fuera de borda, surca las aguas a veces mansas, y a veces impetuosas del Amazonas.De repente, algo nos despierta del letargo del recorrido. Unos delfines rosados juegan a pocos metros de nosotros. De inmediato, seguimos atentamente sus movimientos, cada una de sus salidas a la superficie es un acontecimiento que se celebra con gritos de emoción.Un momento sobrecogedor que hace parte de un recorrido salpicado de imágenes que se fijan en la memoria.Todo en el Amazonas se percibe extraño, distinto, exótico y fascinante.La humedad y el calor propios del trópico reciben al visitante al bajarse del avión en el aeropuerto Alfredo Vásquez Cobo, de Leticia.Tres culturas confluyen allí: Perú, Colombia y Brasil. Por eso no es extraño encontrar que la mayoría de los vehículos son de Manaos, o que en las tiendas y los negocios se oiga samba.Porque en Leticia las fronteras son imaginarias. Peruanos, brasileños y colombianos se mueven tranquilamente entre los tres territorios.El río está a unas cuantas cuadras del centro de la ciudad. Surge majestuoso, imponente, inmenso.Abordar la lancha es solo el comienzo de la aventura. El primer destino de este viaje es la Isla de los Micos, a 50 minutos de Leticia.Un nombre que no es gratuito, pues cerca de 3.000 micos frailes pueblan este lugar. Son pequeños, simpáticos y muy sociables.Allí, aunque no hay hospedaje, se puede disfrutar de una caminata y de un paseo en canoa por el lago.Es aquí cuando aparece la Victoria Regia, los lotos imponentes que soportan hasta 40 kilos de peso. La siguiente parada es el Parque Nacional Natural Amacayacu.La exuberancia del paisaje sorprende a cada paso. Aquí se pueden practicar deportes extremos y realizar caminatas para encontrar especies vegetales únicas.Por último, hacemos una estación en Puerto Nariño, a orillas del río en el que solo hay calles peatonales y en el que cada casa, posee un jardín.La vida allí transcurre sin prisas y es tarea imposible encontrar una basura tirada en la calle. Este municipio es ejemplo de reciclaje y ha obtenido premios nacionales por este motivo.
El atardecer refresca la temperatura y volvemos a la lancha para emprender el camino de regreso.
Quedan en la mente imágenes de una naturaleza palpitante y un paisaje irrepetible.
Debido al clima amazónico, se recomienda llevar ropa fresca y cómoda. El repelente es indispensable.
En la selva hay que estar atento a los pequeños insectos. Algunas especies de hormigas pueden ser venenosas.
Por Juliana Correa