miércoles, 22 de octubre de 2008

Quiero devolver al río lo mucho que me ha dado

Andrés, es un ejemplo de trabajo y vitalidad. También de agradecimiento, ya hacia el homenaje foral y social del que acaba de ser objeto, ya por todo lo que le ha dado el río en forma de salmones y en tiempos de necesidad.
Andrés Urcelayeta Alzola ha querido devolver al río esos favores y lo ha hecho dedicándose los últimos 18 años de su vida al cuidado de la piscifactoría de Ibarla. Ha pescado muchos salmones en su vida y aún sigue en la brecha a sus 83 años.
Ha enviudado recientemente de Mª Antonia López Bereciartua y ahora está volcado con sus hijos, Andres y Silvia, a quienes durante no pocos días de la semana les prepara la comida.
¿Se puede decir que la piscifactoría de Ibarla ha sido tu segunda casa en estos últimos 18 años? Pues de alguna manera sí, porque he metido muchas horas. Me parecía que hacía más vida con los peces que con mi mujer. Bueno, es una forma de decir las cosas, pero sí que me he entregado de lleno a esa actividad.
En esos 18 años se han obtenido 700.000 huevas y se han criado más de 400.000 salmones. Pero tú, antes y ahora, también te has dedicado a pescarlos.
Sí, así es. Y con el trabajo en la piscifactoría he querido devolver al río todo lo que me ha dado a mí, sobre todo en tiempos de necesidad. Me ayudaba a sacar unas muy buenas pesetas.
Pescabas por necesidad, por afición... Por las dos cosas. Mira, yo siempre he sido pescador y cazador, aunque últimamente apenas hay caza, igual algo de paloma este mismo mes. En cuanto a la pesca, empecé con 14 años y aún sigo en ello. Y es que, pescar es una pasión. Hombre, no es lo mismo que hace unos años; pero ahora, cuando me canso, me siento y ya está. O me pongo a hablar con mis compañeros. La pesca es mi vida y mientras tenga salud seguiré.
En ese río Bidasoa que, me imagino, no será el mismo que cuando empezaste a pescar.
Entonces, el Bidasoa era un río maravilloso, con salmones, truchas, barbos, anguilas y corcones en abundancia. Por cierto, qué buenos estaban fritos esos corcones que ahora los sacan con red los pescadores de mar para utilizarlos como cebo. Y luego, ya sabes lo que dice el refrán, quita y no pon, se acaba el montón. Ahora no hay nada, muy poco.
Y esa pasión por la pesca..
Está demostrado que el que saca un salmón se envenena para toda la vida. La gente te pregunta que cuántas horas metes y yo les digo que todas. Un día unos conocidos iban a por trucha y se hicieron con un salmón. Desde entonces dejaron la caña de trucha. Te entra el gusanillo y adiós. Y esas peleas que se tienen con la pieza, también son gordas, ¿no?. En ocasiones, no te lo puedes ni imaginar. A mí me ha tocado luchar con un salmón de unos ocho kilos por espacio de cerca de veinte minutos. A veces le ganas la pelea, pero otras se te escapa. Ahí, la ayuda del compañero cuenta mucho y la verdad es que entre nosotros hay mucho compañerismo. La tuya ha sido una pasión bien aprovechada. ¿Cuántos salmones habrás capturado?
Es una pena que no haya llevado bien la cuenta, apuntando las piezas. Pero no exageraría en absoluto si dijera que en torno a 800. Hubo años muy buenos. - ¿Por ejemplo?> - Recuerdo el año 1964 como el mejor. Capturé 21 salmones, uno más que Antonio Telletxea, pero éste tenía la ventaja de trabajar en la central de Endarlaza y apovechaba esa cercanía en las horas libres que tenía. Y luego te sacabas unas buenas pesetas, ¿no es así?. Pues sí, además venían muy bien, eran tiempos de necesidad. Eran años en los que el salmón se pagaba a 65 pesetas el kilo y si te hacías con una pieza de tres, pues te embolsabas las 200 pesetas. De ahí mi agradecimiento al río y a sus especies. ¿Cuál es la mayor pieza que has capturado?. Un salmón de 11,5 kilos. Parecía un atún. ¡Qué hermoso! Me costó un rato, pero salió. ¿Tiene algún secreto el buen pescador de salmones? Conocer dónde se coloca la pieza. Cuando entra del mar, se para en el pozo, que es como su cama. hay que saber dónde está esa cama. Ahora no se le deja descansar. Hay muchos pescadores y los salmones se asustan, se mueven y huyen de su espacio natural.
Enviado desde Barcelona - España por Jordi Ventrua.
Para Pezcalandia de Argentina, y a Jorge Vicente que tanto empeño ha puesto en el tema.
Que tengais suerte, en ese proyecto de los Rios.