La organización sorprende. Todo funciona como un reloj, pese a la diversidad de geografías y la vida agreste. Son características propias de la vida en el campamento. En definitiva, si no tuviese esos detalles particulares, por supuesto esto no sería el célebre Dakar.
Por ahora en la carrera no hay extensos desiertos, como los que se conocen de Africa. Pero aquí, pese al verde de la llanura pampeana del primer día o de la arena y piedra a sólo 20 metros de la orilla del mar que impacta con su azul profundo, la noche en el bivouac (campamento) es igual etapa tras etapa. En Santa Rosa, la pequeña ciudad de miles de carpas y de vehículos de todo tipo se instaló en un predio de 16 hectáreas. Ayer, en Puerto Madryn, un complejo militar al sur de la ciudad turística cobijó una organización que asombra por el despliegue y por la coordinación.
En primer lugar, el concepto de noche no es el que se tiene en la ciudad, donde empieza cuando oscurece y se enciende el alumbrado público. Aquí la noche es cuando se finaliza la actividad de la jornada y se busca recuperar fuerzas y energías para la siguiente. No importa si brilla la luna o si la luz solar aún invita a darse un chapuzón en el mar (ayer la temperatura llegó a los 34 grados), que asombra a los españoles por lo frío del agua.
Los responsables del Dakar Argentina-Chile 2009 trabajan para que en cada lugar el sistema sea el mismo. Cada competidor, al llegar al bivouac tras la etapa del día, se ubica en el terreno que su equipo delineó con tiras plásticas. Las asistencias están comprendidas simplemente por los camiones, que viajan como soporte, y extienden lonas para que los vehículos de competición sean reparados por los mecánicos.
Detrás, las carpas decoran una escenografía singular. Casi todos utilizan una marca que se arma en dos segundos. Sí, dos segundos. Se quita de la cubierta y allí, sola, se levanta la pequeña estructura, denominada two seconds . Para aquellos que arman carpas más grandes, para albergar a 3 o 4 personas, están las three seconds .
La clave en el Dakar es el aprovechamiento del tiempo. Y si no hay nada más que hacer, todos a descansar. Algunos, los integrantes de los equipos de asistencia, por ejemplo, suelen salir del bivouac a las 2 o 3 de la mañana. Y para ellos, la noche puede comenzar a las 18.
Claro que una buena ducha siempre es conveniente. Aunque se compita en el Dakar. Por eso, al lado de los baños (se instalan unas 30 de sistema químico) están los "showers". Una suerte de ducha pública, en 2 o 3 remolques que cuentan con 8 espacios con cortinas para asearse. Como cada uno tiene su propio cronograma, las 2200 personas que habitan esta pequeña ciudad de camping se alternan sin inconvenientes.
Aunque a veces suele juntarse gente, y se los ve, toalla y jabón o champú en la mano, haciendo cola frente a los remolques, abastecidos por tanques de agua plásticos ubicados en los techos, que a su vez son proveídos por un camión cisterna.
A la hora de bañarse, no hay distinción de sexos. Hombres y mujeres comparten el mismo remolque y cada uno preserva su intimidad con las cortinas de lona. Afuera, el calor permite que muchos salgan de allí en ropa interior para irse directamente a dormir a la carpa. La ducha caliente, por supuesto, quedará para el regreso a casa.
La cena es generosa. Una estructura de 60 metros por 40 cuenta con más de 80 tablones con bancos para que aquellos que están acreditados (pilotos, mecánicos, organizadores, periodistas, etcétera) tomen una bandeja y pasen en hilera para que les entreguen las raciones personales, con entrada, plato principal, pan, bebida y postre.
El respeto hacia el resto es total. Nadie se queja, nadie protesta y cada uno está concentrado en su trabajo. La solidaridad es total y si hay un grupo de mecánicos durmiendo antes de que se vaya la luz solar, el resto elige otro camino para no generar ruidos.
Tras el descanso, sea de noche o de día, las bolsas de dormir y las carpas vuelven a los bolsos. Se busca agua potable para lavarse los dientes, un buen desayuno con el mismo sistema de la cena y una nueva etapa comienza. Eso, claro, para quienes tienen la suerte de descansar, si es que ningún trabajo se retrasó. Carpa, bolsa de dormir, duchas frías y descansos que siempre dejan la sensación de ser escasos. Durante dos semanas al menos, el Dakar no permite otra alternativa.
Linternas y una fogata, claves en la noche Las linternas son los únicos referentes lumínicos en la oscuridad de la noche. La organización provee servicios, más que los que pueda contar el lugar originalmente. Una fogata, en la entrada del sector de comidas, es el punto de reunión para quienes diagraman la estrategia del día siguiente.
Por Roberto Berasategui
Fuente la Nacion