Estamos a un mes de la iniciación de la cacería llamada “menor”.
Valen la aclaración y las comillas porque siempre hemos considerado a la caza como una actividad ancestral en el hombre, heredada verticalmente de nuestro abuelo de las cavernas y que no se puede dividir o clasificar según sus características.
Por definición, cazar es apropiarse, capturar, una presa, mediante todos los medios posibles, salvo los mecánicos o los destinados a capturas masivas con intenciones comerciales.
A partir de esa definición, dividir esa actividad que, por otra parte, es compartida por todos los seres carnívoros del planeta, en mayor o menor según el tamaño de la presa buscada es un tanto caprichoso, o vanidoso si se tiene en cuenta que el cazador de aves muchas veces se somete a verdaderos sacrificios para lograr su objetivo y otras, el buscador de grandes trofeos se limita a descender del vehículo todo terreno que lo transporta sin mayores fatigas, encarar el arma y disparar.
Decimos entonces cazar, porque caza es una sola.
La presa varía, y con ella lógicamente, los sistemas y actitudes, así como las armas y los calibres.
Aclarado el tema, pasemos a nuestra vigilia de armas y nuestras primeras prevenciones. Sabemos, por propia experiencia, que la vida vertiginosa que llevamos nos obliga a olvidar en un rincón del desván a todo el equipo no bien se termina la temporada.
Por lo tanto, llegado marzo, lo primero que corresponde es ir hasta el rincón, retirar TODO el equipo que habitualmente usamos y comprobar el estado de cada una de sus piezas.
Cabe entonces revisar el estado del calzado (las botas cortas de goma, las cortas de abrigo y suela gruesa para cazar en las sierras, las zapatillas de suela de goma y loneta fuerte para la llanura, las medias gruesas de lana y las más livianas de algodón, el pantalón de loneta, las camisas de tela fuerte, el chaleco de caza, los gorros con visera, los antifaces y guantes (muy indicados en las tiradas sobre patos).
Cuando hacemos el inventario a veces nos sorprendemos por la cantidad de ítems. Hace unos días, en la habitual charla con Jorge Vicente, en sus dominios de Pezcalandia, nos entretuvimos en contar el número de elementos.
Con sorpresa llegamos a reunir, de primera intención, más de doce elementos, todos ellos indispensables, sin hablar de los puramente técnicos como el armamento o los burocráticos de la documentación.
Con respecto a estos dos digamos, en principio, que las armas deberán, siempre, ser retiradas de sus estuches desarmadas o despiezadas y revisadas cuidadosamente.
El encierro y la humedad suelen darnos sorpresas. Al menor atisbo de herrumbre cabe pasar un antioxidante y raspar cuidadosamente, siempre con un abrasivo suave (madera o sintético sin filo, hasta borrar el óxido y luego lubricar con una tenue pátina de preventivo (vulgo vaselina).
El sistema de disparo, es decir, el cierre y percutor o percutores, deberá ser probado mediante el clásico cartucho usado (vacío) o con un trozo de madera que se aplique a la boca del percutor para comprobar la acción normal de éste al gatillar.
El interior de los cañones deberá ser repasado con la baqueta y el hisopo seco de lana. Una vez pasado éste, observar contraluz el estado de las paredes del cañón y luego, una suave pasada de hisopo con algún aceite liviano, que, en el momento de salir de cacería se podrá retirar con la misma baqueta y un trozo de estopa común.
La misma estopa se usará para repasar el exterior del arma, al iniciar la caza.
Párrafo aparte para las relaciones públicas, aspecto cada año más comprometido en nuestra vapuleada afición. Cada año es menor la cantidad de lugares a los cuales concurrir para “darse el gusto de algunos tiritos”.
Lo principal es no haber perdido contacto con el propietario de campo o encargado que sea MUY amigo de nosotros.
Llamadas telefónicas, algún presente a la vieja usanza, en fin, las atenciones inevitables y, por otra parte, perfectamente lógicas con quien nos permitirá darnos el gusto tan esperado.
El resto dependerá de cada uno, y, en el caso de salidas programadas con guías especializados, del bolsillo de cada uno.
Párrafo aparte para la munición.
Revise el depósito de cartuchos y proceda a reforzar las municiones que escaseen.
No espere al día anterior a la apertura. Vaya adquiriendo algunas cajas con los “vueltos” o pequeños ahorros. El resto de los preparativos dependerá del programa de salidas. Hay un sistema, o ley o costumbre que adquirí de mis mayores. Se trata de comenzar las salidas con visitas a la zona sur, y luego, en el transcurso de la temporada, ir eligiendo los partidos que están más al norte.
Se trata de “ir cazando de la mano del frío, para no tirar sobre los pichones”, como decía mi tío abuelo Lombardo, Carlo Nessi, fundador del SITAS, y que de este tema “sabía algo”. Buena caza!!!
Por Rodolfo Perri
Para Pezcalandia