En Pezcalandia recibimos unos tips que compartimos, coincidimos y entendemos de muy buena utilidad, por conocer su autor los damos a difusión para que la comunidad Pezcalandia y todo pescador deportivo, lo tenga presente, y recordemos siempre es pesca con devolución
La última excursión al arroyo El Laurel en la que las tarariras seguían nuestros señuelos hasta la costa pero no los tomaban, una sensación de derrota me tenía intranquilo.
La burla propinada por las Hoplias no dejaba de dar vueltas en mi cabeza que trabajaba tratando de buscar una solución. Leí millones de artículos, consulté cuanto biólogo aparecía en mi camino, estuve con el dueño del mayor criadero de peces del país, y no pude llegar a una conclusión que me tranquilizara verdaderamente, pero sí tenía pensados varios trucos bajo la manga para una próxima ocasión.
Así fue como el tercer domingo de septiembre con una temperatura de 22 grados, buena para hacer unos intentos con las tarariras, cargamos equipos de fly y baitcasting y partimos hacia la vecina ciudad de Salto. Conformábamos el grupo Enzo, Alejandro, Nicolás (hasta ahora recordman en lo que a tarariras se refiere en nuestro equipo con una azul de aproximadamente 6 kilos), y quien escribe. Llegamos cerca del mediodía, el ámbito había cambiado notablemente desde nuestra última visita, las lluvias que azotaron la zona hace unos meses se hicieron sentir, limpiaron los camalotales de las orillas y también limpiaron el agua, lo que hizo que la pesca, más allá de los resultados sea de película, las moscas y los señuelos trabajando a dos metros de profundidad y nosotros viéndolos como si estuvieran en el piletín de nuestra casa, fue realmente una situación de ensueño.
Comenzamos con la actividad. En el primer tiro Nico dió dos vueltas de manija en su reel cuando una tararira tomó con fuerza un Tucán color verde, entonces, como sucede en la mayoría de las veces, cuando fuimos a buscar la cámara fotográfica… se soltó. Otro lance de Nico, otra azul, otra vez sin fotos… tarariras 2 – Concordia Pesca 0. Llegó el mediodía y tuvimos algunos toques de doradillos a los que pudimos ver cerca de la superficie y que no llegaron a tomar con fuerza los artificiales, estos intentos a pez visto fueron una constante durante todo el día. Desde que comencé con la pesca de las tarariras hago los primeros lances con una cuchara Moss Boss.
Es un artificial plástico de flote que se puede arrojar encima de la vegetación y trabajar muy bien sin atracarse. Esta vez no fue la excepción, primer tiro nada. Cambié de lugar, fui al inicio de una cascada donde no había más de 20 centímetros de agua y mucho pasto. Cuando llegué, un cardumen de unos 30 sábalos se dispersó rápidamente, hice el intento pertinente y cuando el señuelo tocó el agua vi una ola que venía desde la derecha con toda la determinación de tomar el señuelo, detuve la marcha y cuando la retomé, una enorme tararira tomó con muchísima fuerza llevando gran cantidad de multifilamento.
Como nunca antes me había pasado, la caña Berkley que estrenaba se dobló muchísimo, casi al límite.
En esos pocos centímetros de agua, un poco nadando, un poco reptando, tenía clavada en el extremo de mi línea una de las tarariras más grandes que había pescado. No se entregaba, hasta que llegó el factor suerte que hasta ese entonces parecía no estar de nuestro lado, y el tanteador marcó 3 para las tarariras y nada para nosotros.
En los otros tiros comenzamos a descubrir unas azules las que cuando dentro del agua exhiben una línea oscura en el cuerpo lo que las distingue de las demás especies. Comencé a probar una de las técnicas que me habían aconsejado y es la de los soft lures (señuelos de goma) muy utilizados para la pesca del bass.
La pesca se asimila muchísimo a la que se realiza con carnada natural ya que las tarariras toman el señuelo y no lo escupen a no parecerles algo artificial. Al ver todo el tiempo a los peces se podía apreciar el momento del ataque en el que mordían, cuando tragaban, y ahí poder clavar. Eso hizo emparejar de a poquito el tanteador o por lo menos poner en 1 al equipo de Concordia Pesca. Lo mismo pasaba con las moscas, ya que los materiales con los que estaban confeccionadas tampoco ofrecía resistencia a la hora del pique por lo que se podía esperar para clavar. Cada cinco piques, con mucha suerte cobrábamos una, siempre pescando a pez visto.
Llegaron las 4 de la tarde y la mayoría de las Hoplias seguía el señuelo pero no lo tomaba, como en la última visita. La desesperación me hacía pensar en como encarar esta nota y en ese momento me incliné por este título: “¿Qué hay que hacer cuando las tarariras no comen?, fácil… volver a casa”
Hasta que nuestro anfitrión nos comentó que a unos mil metros de donde estábamos se encuentra el arroyo El laurel grande, y fue así que perdido por perdido nos dirigimos hacia el hermano mayor del cauce que nos estaba ganando por goleada.
Para ser sincero, el nuevo lugar no es tan lindo como el que estábamos dejando, el arroyo es más ancho y con un poco más de barro en el fondo, lo que ensucia un poco el agua, además, en el curso hay solamente cuatro “limpiadas” en las que se puede hacer los intentos con artificiales. Optamos por artificiales de subsuperficie y de media agua. Particularmente me incliné por los nuevos señuelos Berkley Frenzy gentilmente ofrecidos para testear por la firma KIERO SA.
Primer lugar de pesca 0. Segundo 0.
Cuando llegamos al tercer lugar, Enzo tuvo un ataque en la mosca por que nos quedamos probando suerte allí.
En un momento pude observar muchos peces en el medio del arroyo que estaban nadando casi en superficie y le comenté a Enzo... - Viste que cantidad de sábalos? Cuando uno de los “sábalos” casi rompió mi señuelo con un violento pique, subí a una barranca y desde allí pude ver la línea oscura característica de las lazardae, por lo que en un instante estábamos los cuatro juntos tirando al medio del arroyo, era un lance y por lo menos dos o tres ataques en el mismo recorrido. Nico no podía pescar porque tenía la cámara de fotos y tomaba una a Enzo y cuando quería volver a pescar ya tenía una yo y así sucesivamente.
De pronto un grito de Alejandro nos alertó de una captura importante. El pez comenzó a sacar línea y llevó mas de 30 metros corriendo contra la corriente en un arroyo que no tiene más de 15 metros de ancho. Ahí fue cuando se paralizó nuestra pesca y con los mismos nervios con los que miramos los penales contra Alemania en el mundial de fútbol, estábamos observando la lucha de este ejemplar que era la frutilla del postre de una jornada con sorpresas. Fueron dos minutos de silencio que terminaron exactamente como el partido de Argentina con Alemania … perdimos. El anzuelo triple cedió en lo mejor de la lucha y allí quedo lo que parecía una de las míticas azules del Río Yi. Seguimos con los intentos y los piques continuaron uno tras otro.
Así llegó la puesta del sol y el final de la jornada de pesca. Teniendo en cuenta que fuimos con los primeros calores, la salida se transformó en un éxito con la pesca del final, aunque si no hubiésemos logrado el éxito igualmente habríamos vuelto con los ojos llenos de peces, porque algo que realmente enaltece el lugar es precisamente eso… el marco natural.
Las aguas transparentes, sus variaciones y las especies que hay allí lo hacen un sitio inigualable y si a eso le agregamos la última media hora de actividad lo convierte en un paraíso para los pescadores.
Via Juan Cruz Beccar Varela
Por Mariano Bradanini
Photo Pesquemos Juntos / Guías de Tapalque