Desde Pezcalandia, queremos contarles un lindo relato y muy didáctico para la comunidad de Pezcalandia, como lectores en gral
Ibamos a tener una jornada de pesca embarcados en un lugar muy exclusivo, pegados al paredón de la Represa de Salto Grande, en el río Uruguay, muy cerca de Concordia, provincia de Entre Ríos.
El guía de pesca, Javier, apodado "La Zona", es el único que tiene autorización para ingresar a este lugar y con el habríamos de pescar. Es un sector restringido, no sólo para la pesca, sino también para la navegación, como lo señalan dos grandes carteles colocados uno en la costa argentina y el otro en la uruguaya, aproximadamente a ochocientos metros del dique.
José Ferrari, Martín Tamborenea y Julio Pérez llegamos temprano. Cuando aclaró un poquito, vimos gran actividad en el agua muy cerca de la costa, preparamos equipos livianos, se colocaron señuelos de superficie y de media agua y hacíamos lances de 20 metros aproximadamente, obteniendo gran cantidad de doradillos de entre 800 gramos y 2 kilos que eran inmediatamente devueltos a su medio.
Más tarde embarcamos en una muy cómoda lancha equipada con un fuera de borda de 90 Hp y todos los elementos de seguridad requeridos. Armamos los equipos con cañas de entre 2,10 y 2,30 metros de entre 15-30 y 20-40 libras, reeles rotativos cargados con 150 a 200 metros de multifilamento de entre 0,25 y 0,35 y artificiales de profundidad, tipo mojarras, cascarudos y algún otro, pero siempre de tamaño grande.
LA PESCA
El día estaba con sol a pleno, viento leve, temperatura agradable, el único problema era la altura del río que estaba demasiado crecido para que la pesca fuera óptima, lo ideal era dos a dos metros y medio menos, nos iba a costar mucho que los señuelos profundizaran lo necesario para que los tomaran los grandes.
Comenzamos a castear hacia las piedras de la orilla; los piques eran furibundos y muy continuados, los dorados que capturábamos eran inmediatamente liberados pero Javier los pesaba antes de soltarlos y los portes eran de entre 2 y 5 kilos. Llegó la hora del almuerzo y salimos porque a la tarde ingresaríamos otra vez.
A las 15 horas reanudamos. El río había bajado algo pero todavía no se encontraba en la altura ideal; volvimos a la zona y la fuimos peinando nuevamente desde la costa argentina hasta la uruguaya y también recorriendo algunos metros paralelamente a cada una de estas.
Los portes seguían siendo como los de la mañana. El guía nos sugirió entonces, con la intención de que los señuelos profundizaran lo necesario, realizar la pesca en la modalidad "trolling".
Aquí la cosa cambió; José tuvo dos piques que no pudo concretar pero que pudimos admirar, en sendos saltos, los dorados de gran porte que los habían producido, luego pudo obtener uno de seis kilos y medio y Martín clavó uno de siete kilos y medio. De pronto en mi línea sentí una llevada importante y vimos a lo lejos el salto de un gran dorado que pretendía liberarse del anzuelo y que hizo que la adrenalina fluyera de manera increíble.
Mis amigos levantaron sus equipos para que yo pudiera trabajar mejor y con más espacio; saltó varias veces, poco a poco fue cediendo hasta poder izarlo. Javier lo pesó y dijo muy contento, "17 kilos", lo tomé para las fotos y tengo que comentarles que me sentí emocionado, fue el mayor dorado que obtuve en mi vida de pescador deportivo y créanme si les digo que la satisfacción fue mayor todavía cuando pude devolverlo al río.
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Fuente El Dia