En la redacción de Pezcalandia nos encantó este relato que nos enviaron, por considerarlo sumamente didáctico y apasionante, aquí esta.
Domingo al mediodía, cielo despejado y clima agradable, cero ganas de cocinar, idea brillante: churrasquito en Costanera Sur. Cuórum perfecto, dos de dos, nada de traidores ni votos "no positivos". Tomamos la cámara y salimos. La Reserva Ecológica, no nos cansamos de repetirlo, es un lugar increible. No es necesario ser naturalista aficionado ni observador de aves o biodiversidad, cientos de deportistas, caminantes, ciclistas, familias enteras o grupos de jóvenes, ancianos, todos disfrutan de este espacio público que es un regalo de la naturaleza. No entramos a la Reserva, muchas veces no es necesario, basta con acercarse un poco a la rambla del antiguo balneario que hoy limita la Laguna de los Coipos para entretenerse un rato observando el espectáculo de la vida. Patos, seis, siete, ocho especies distintas. Gallaretas y Pollonas cuidando a sus pichones, Garzas alimentándose, Tortugas acuáticas tomando sol.Recorríamos la rambla observando la carpeta de Helechitos de Agua que se expandió por la laguna, en esta primavera algo demorada y seca. Las aguas bajaron notoriamente desde la anterior visita pero la vegetación palustre, sumergida o flotante, creció.
De lejos parecía una alfombra. Nos acercamos al borde mismo de la rambla como para darle una mano al zoom de la cámara, pues tratábamos de fotografiar unos patos. La alfombra ya no era tal, más bien era ensalada, varias especies vegetales cubrían la superficie de las aguas dejando mínimos claros. La más abundante era el Helechito de Agua (Salvinia auriculata), también Lentejas y Repollitos de Agua. Sorprendidos vimos emerger de la ensalada una cabeza oscura que inmediatamente se volvió a sumergir. Pensamos en una Tortuga, pero al mismo tiempo lo descartamos. Una tortuga proporcional a la cabeza que habíamos visto no hubiese podido moverse en la ensalada, o lo hubiera hecho con un escándalo superior. Nos quedamos en el lugar. Nuevamente la cabeza.
Fotografiamos, tarde, a punto de desaparecer. Solo un lomo oscuro. Algo andaba entre las aguas saturadas de plantas, ¿Una Tararira? factible. Es un pez característico de las lagunas pampeánas que se sabe, acostumbra a sacar la cabeza para respirar cuando las aguas se tornan poco oxigenadas.Firmes mantuvimos la guardia, volvió a emerger, otra vez un lomo negro moviendo los helechitos a unos cuatro o cinco metros desde nuestro lugar de observación. Tararira descartada, aunque no muy convencidos. En el agua, desde arriba, se ven negras. Otra foto, solo un lomo o vaya uno a saber qué.
Una vez más volvio la criatura, que para ese momento ya calificaba de versión acuática del "Reservito" (porque Costanera Sur tiene de todo, hasta leyenda criptozoológica) pero no, tal vez un Sábalo, esos peces también acostumbran a "boquear" en la superficie de las aguas, como lo registramos recientemente en Ribera Norte (Ver nota: Refugio de Vida). Esta foto lo descartó, nada de Sábalo ni Tararira. Ese borde de lejos parecia Tortuga, zambulléndose, mostrando la parte trasera del carapacho quizá. Eso pasa por no llevar binoculares. Otra vez desapareció.Cuando ya la paciencia, poca, se estaba acabando y pensabamos continuar, volvió a aparecer. Disparé otra foto, la última de cuatro. Nos fuímos. La identificación continuó en casa, con libros y ampliaciones de las imágenes hasta que lo descubrimos a pesar de que las fotos entregaban rasgos mínimos. La primer y segunda foto casi nada. La tercera un morro en ángulo, con un labio carnoso extendido, la boca. La cuarta foto, algunos detalles del morro, la muesca medial y un ojo apenas perceptible. Suficiente para determinar que era un pez del orden de los Siluriformes (el que agrupa a los famosos bagres y otros parecidos) de la familia de los Loricáridos, las Viejas del Agua.
Esos peces casi prehistóricos que ilusionan a los pescadores pero solo un instante hasta que el pez es extraído de su medio líquido. Los más sabios los devuelven al agua pero, desgraciadamente no son estos últimos la gran mayoría. Lo común es que le quiten el anzuelo y la arrojen entre los yuyos a una muerte seca. Muchas veces lo hemos visto. Este loricárido (de cuerpo cubierto con placas o "loricas" como las armaduras medievales) eureka, era una Vieja del Agua (Hypostomus commersonii). También llamada Vieja Negra por su tono oscuro general y que a muchos les parece un ser feo, inútil, no se come, no "pelea" al pescador como la Tararira o el Dorado, por lo cuál no brinda la más mínima satisfacción. A nosotros nos parece de lo más simpático y como sabemos, todo lo que és, tiene su razón de ser.
Puede alcanzar los 50 cm de largo total pero creemos que el ejemplar de nuestra foto no superaba los 30 cm. Su alimentacion es detritivora, se alimenta de detritus, "barro" cargado de materia orgánica y de ahí su forma característica. Posee el vientre casi plano y la boca esta ubicada debajo cosa que le facilita la alimentación a este pez "de fondo". Los ejemplares pequeños de esta especie se pescan para acuario donde permanecen en las paredes de vidrio adheridos por sus labios limpiando las superficies, alimentándose de algas y otra materia orgánica. De ahi su nombre vulgar de "limpiavidrios".
Tienen respiración aérea a nivel de las paredes del intestino, además de la branquial por lo cual es factible verlas "boqueando" o soportar niveles mínimos de agua, como antes comentamos. Recordamos el asombro de la primera vez que observamos a este animalito vivo, pescado por un hombre en el puerto de Zárate a orillas del Río Paraná. El pescador perdiendo todo el entusiasmo al sacar la "vieja" de las aguas y el desdén al arrojarla a un costado. Un niño algo mayor que nosotros (en aquel momento, año 88 u 89) le pidió al pescador si se la regalaba. Respuesta afirmativa, el pibe se la lleva unos metros más allá para divertirse mutilando con un machete a su indefensa víctima. Triste. Años después, ya de adolescentes, nos tocó pescar una "vieja" en el Río Baradero en las afueras de la ciudad homónima. Le sacamos el anzuelo con cuidado y la pusimos en un balde para poder observarla unos instantes y tomar algunas notas básicas, después de lo cual la liberamos en el río.
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Vía Staff Guías Pezcalandia
Fuente Naturaleza y Cultura Argentina
Photos Nicolas Olejnik