En Pezcalandia encontramos muy interesante este artículo, para
compartirlo con nuestra comunidad.
El GPS llegó para salvarnos de una duda existencial: ¡¿dónde
estoy?! Y, más concretamente, ¿cómo llego a mi destino?
El sistema de posicionamiento global satelital (GPS) sumó un
sinfín de aplicaciones a lo largo de los últimos 20 años y hoy puede encontrarse
también en otros dispositivos como teléfonos, computadoras portátiles y cámaras
digitales, entre otros.
Tanto evolucionó y se perfeccionó el aparatito que salir a la
ruta sin él resulta hoy inconcebible para una buena parte de viajeros, de
Siberia a Las Vegas. Sólo en nuestro país, se calcula que hay más de un millón
de autos equipados con el dispositivo, mientras que muchos ya salen con
navegador satelital de fábrica. Y se venden cerca de 1000 GPS por día, con
precios entre los $600 y los $11.000, según el modelo (los más sofisticados,
por ejemplo, contemplan rutas para peatones que permiten cruzar plazas en
diagonal para acortar camino y otros trucos similares).
"Hicimos un viaje por la costa oeste de Estados Unidos sin
GPS, simplemente porque el alquiler del auto era más barato, y juramos no
cometer ese error de rata nunca más", confiesa Paula Pilijos. Junto a su
compañera de ruta, Marina Vagliente, dice que tuvieron que parar infinidad de
veces en la ruta para preguntar por direcciones e indicaciones, y tener la
nariz pegada a un mapa en lugar de mirar el paisaje, engorro que hubieran
evitado fácilmente con un GPS.
"Después de eso viajamos a Córdoba, esta vez con GPS, y fue
increíble. Nos marcaba pueblitos perdidos en la sierra que jamás habríamos
conocido de otra manera, ya que no tenían cartel", agrega Paula.
Para otros, el GPS no es sólo una guía confiable para llegar a
destino. Ante todo, lo ven como un sistema indispensable para evitar
fotomultas, ya que el equipo puede detactar radares y cámaras en la ruta.
"En un viaje a Mar del Plata, me llegaron dos multas de 700 pesos cada una
por exceso de velocidad en la ruta 2", comenta Gustavo, que maneja un
remise hace diez años y, como tantos conductores, se queja de que en algunos
tramos, la velocidad permitida desciende de golpe, de 80 a 30 km/h. "Ahí
mismo me compré el GPS, que me avisa con tiempo como para ir frenando mucho
antes."
El caso de José Mujica, que hace 20 años organiza travesías en
4x4 y cuatriciclos por el país (www.4x4on-line.com), es otro. "Nosotros
conectamos el GPS a una computadora y pegamos todas las rutas que hacemos a una
foto satelital de Google Earth o de Google Maps. Así, en lugar de tener sólo un
mapa topográfico (marca cotas de altura y suele ser una representación parcial
del relieve), tenemos una imagen real del terreno, con montañas, laguitos,
piedras y todo lo que te imagines", se entusiasma.
Desde luego, hay terrenos que se deben relevar constantemente,
como la selva misionera, donde pueden caerse cinco árboles y ya no se puede
pasar con el vehículo. "En ese caso, con el GPS podemos ver cómo continúa
el camino y por dónde sale, en base a la cantidad de caminos que ya relevamos
en el pasado. Y así buscamos pasos alternativos, de los que no tendríamos
noción sin GPS ", señala Mujica, un agradecido de este tipo de tecnología.
"Claro que hay gente -aclara, entre risas- como mi hermana, que usa el GPS
hasta para ir a la farmacia."
También están aquellos que ven en este dispositivo una
herramienta inestimable, pero tampoco reniegan del viejo mapa en papel.
"Cuando hago viajes largos por el país, es un complemento
ideal de mis hojas de ruta en papel, que siempre llevo conmigo. Ver un mapa en
papel es insustituible a la hora de planificar el viaje. Y el GPS se ha
convertido en el asistente ideal para ubicar sin demora la estación de servicio
más próxima, un cajero automático, un estacionamiento, un hospital, un hotel o
un restaurante, entre muchos otros servicios", resume Jorge Pandini,
editor del suplemento Al volante de LA NACION.
"Disfruto de ambos por igual; con el mapa en papel
planifico o invento recorridos, del digital me sirvo para ahorrar tiempo y
llegar directo al lugar que quiero, especialmente en una ciudad desconocida."
Fuente
La Nació n