En
Pezcalandia compartimos con nuestra comunidad este gran logro.
Tras varios meses de preparativos, dos contadores platenses
lograron escalar la mítica montaña africana.
Muchas personas se sienten amigas por haber compartido historias.
Las de Daniel Valente y César Castaño están selladas por el vértigo y la
aventura. Los amigos -socios además en un estudio contable de nuestra ciudad-
acaban de regresar de los paisajes desolados y secos de Tanzania, donde durante
casi un mes convivieron con distintas tribus y, como buenos aficionados al
montañismo, se dieron el gusto de escalar la cima más alta y legendaria del
continente africano: el Kilimanjaro.
“La idea surgió hace dos años pero al principio nos pareció una
locura”, cuenta Daniel (50), contador y con una experiencia en tracking y
montañismo que hasta hace poco sumaba el ascenso por el Cordón del Plata en
Mendoza -donde llegó casi a los 5 mil metros de altura- o el cruce a pie de la
cordillera de Los Andes.
“Pero esto es único -aclara por su parte César (53)-. No sólo por
la experiencia de haber ascendido la cima más alta de Africa, sino porque
pudimos alejarnos de lo que son los circuitos turísticos y entrar en contacto
con distintas tribus como los Datoga, los Hadzabe y los Masai, cuyas costumbres
aún se conservan casi intactas. Incluso compartimos con ellos la experiencia de
cazar con arco y flecha y alimentarnos de nuestra propia caza”.
La idea surgió hace dos años pero el preparativo intenso -que
incluyó seis vacunas distintas para poder viajar- comenzó a tomar forma en los
últimos seis meses antes del viaje, que comenzó el 16 de junio pasado. “La
preparación física dependía del estado de cada uno -cuenta Daniel-, pero lo que
se buscó fue mejorar la capacidad aeróbica, dado que a 5 mil metros de altura
la saturación de oxigeno en el aire se reduce al 50 por ciento, y algo tan
simple y natural como respirar, se vuelve complicado”.
Acompañados por otros dos argentinos en el ascenso, los platenses
lograron alcanzar el pico máximo del Kilimanjaro tras cinco días de travesía.
“Los metros finales fueron los más trabajosos pero los mejores -relató Daniel-.
Caminamos entre glaciares y la panorámica del lugar fue alucinante. El enorme
cráter que teníamos a la vista, 200 metros más abajo y hoy cubierto de hielo,
daba una idea de lo impresionante que habrá sido la explosión de lava hace
millones de años. Finalmente habíamos logrado tener a nuestros pies los 5.895
metros del Uhuru Peak, el punto más elevado del volcán Kibo, el ‘Techo de
África’”.
Fuente
El Día