lunes, 2 de marzo de 2015

Todos quieren alcanzar la cumbre


En Pezcalandia les contamos que cada vez hay más ecuatorianos que se entrenan para ascender a la montaña.

En muchos casos, son padres de familia, mujeres profesionales, jubilados y jóvenes estudiantes.
Conozca cómo escalar una montaña en solo 13 pasos”, es el titular de una página web que pretende convencer a los cibernautas de que el alpinismo es una práctica tan sencilla como preparar un pastel casero. Si fuera así de sencillo, los guías de montaña, con seguridad, estarían desempleados. Los montañistas que dedicaron su vida a esta actividad deportiva saben que esta práctica exige dedicación y disciplina pero, sobre todo, tenacidad.
De algún modo, los montañistas son lo más parecido a los sherpas, pobladores de las regiones montañosas de Nepal, en los Himalayas: resisten al frío y a la altura de una forma admirable.
La complejidad que encierra esta práctica hace que muchos renuncien a la posibilidad de ascender a una montaña, pero, al igual que otros deportes, hay que entrenarse para ganar resistencia física.
Hace algunas décadas eran pocos los que sentían el llamado de la montaña y se atrevían a desafiar a la naturaleza. Con el tiempo, cada vez son más las personas que tienen el coraje de enfrentar las duras condiciones que impone la montaña. Uno de los clubes que más aficionados al montañismo ha conquistado es el dirigido por Iván Vallejo, el primer ecuatoriano que consiguió ascender a las cimas de las 14 montañas más altas del mundo, sin uso suplementario de oxígeno. Desde su creación, Club Climbers Phisique ha despertado el interés por el montañismo en personas de todas las edades, que ven en esta práctica la mejor forma de disfrutar de una actividad deportiva, altamente exigente.
Quienes empiezan en esta práctica saben que no se trata de subir y nada más. Además, del entrenamiento, se necesita, ropa, zapatos y comida adecuada.
Con la práctica, estos aficionados también aprenden a enfrentar las complicaciones del clima en las montañas como las temperaturas bajo cero, el viento y el sol.
Andrea Troya, de 24 años, es deportista desde que tenía 15 y su relación con el deporte empezó cuando se dedicó al levantamiento de pesas. Esta joven sabe que para dedicarse al montañismo se requieren ciertas condiciones físicas y psicológicas. El montañista, sin duda, reúne ciertas condiciones: cuerpo flexible, ágil y con músculos y tendones ligeros.
Aunque parezca difícil reunirlas, la agilidad se puede desarrollar con ciertos ejercicios como el ascenso con una cuerda y el control de la respiración en carreras que incluyen rutas empinadas. Después de levantar pesas, Andrea se interesó por las competencias pedestres: participó en varias maratones; la última en noviembre pasado.
Nunca dejó de ejercitarse, aunque eso exija sacrificio. Cuando se enteró de la existencia del Club de Climbers decidió participar en él y siguió todas las indicaciones. Después del entrenamiento, Andrea ascendió al Cotopaxi el pasado 8 de octubre. “Ascendimos con Luna roja; emprendimos esta aventura pasada la medianoche. El ascenso duró cerca de 7 horas y otras 3 el descenso.
Fue una experiencia única”. Aunque ella cumplió el reto de alcanzar la cima de este volcán, no olvida las dificultades que encontró en su camino.
“Uno de los mayores obstáculos son las paredes verticales de este nevado que se asemejan a los muros de escalada”, dice. Cuando llegó a la zona denominada Rompecorazones, caracterizada por lomas empinadas que a primera vista parecen interminables, sintió que su ánimo se quebrantaba, pero se repuso. “Faltaban 2 horas para llegar a la cumbre y pensaba: Dios mío, tengo que lograrlo”.
Aunque sintió que sus piernas no respondían, sus ganas de culminar con éxito eran más fuertes.
En los momentos más duros, el trabajo en equipo la ayudó a superarse a sí misma, incluso, en los instantes en que parecía desfallecer. Esta joven ascendió con un grupo integrado por 14 personas, ninguna de ellas ha practicado antes el andinismo.
Aunque eran novatos, todos llegaron a la cumbre, donde permanecieron cerca de 30 minutos para luego emprender el descenso que también encierra sus riesgos, como lo confirma la Unión Internacional de Asociaciones de Alpinismo que señala que el 80% de los accidentes tiene lugar en el descenso.
“Sabíamos que si no seguíamos las instrucciones del guía podríamos tener problemas al descender, pero si confías en ti mismo lo puedes lograr”, comenta Andrea. Cada año, parten 2 grupos del Club de Climbers al Cotopaxi y cada vez son más numerosos.
Iván Vallejo, quien dirige este club, advierte que estos grupos están integrados por personas de todas las edades, desde jóvenes de 16 años hasta personas que sobrepasan los 60. Ninguno es montañista profesional y los ascensos se realizan solo al Cotopaxi, porque es un volcán emblemático para quienes viven en la cordillera de Los Andes. Este montañista, quien ha subido cerca de 250 veces a este nevado, considera que después del fútbol, el segundo deporte que los ecuatorianos deberían practicar es el montañismo, porque vivimos rodeados de cadenas montañosas.
Cada vez que empieza a guiar a un nuevo grupo, muchos participantes suelen repetir la misma frase: “Yo no voy a avanzar”. Aunque conoce las complejidades de esta actividad, está seguro de que si las personas se someten a un proceso de entrenamiento con disciplina —que puede durar entre 2 y 3 meses— estarán preparados para ascender en mejores condiciones. Iván recalca que el entrenamiento contempla ejercicios anaeróbicos, de intensidad altísima que se realizan en un tiempo muy corto. Solo de esta manera, la combustión y el proceso de energía se dan sin la presencia de oxígeno. “Es tan rápido el ejercicio que el organismo no logra metabolizar lo que estamos recordando y lo saca del músculo. Como en la montaña tendremos deficiencia de oxígeno, esta preparación es fundamental”.
Con esta preparación, Iván busca que todo el grupo llegue a la cumbre y no solo unos pocos. Recuerda que hace muchos años, guió a un tejano que al llegar a la cima se desmayó. Comenta que fueron 4 horas de calvario para lograr bajarlo, porque este estadounidense ya no tenía fuerzas. “En la cumbre no hay helicóptero ni taxi. Solo está tu propia fuerza. Por eso no solo hay que prepararse para el ascenso, sino para descender”.

Fuente Telégrafo.com