En Pezcalandia les contamos que cada vez hay más
ecuatorianos que se entrenan para ascender a la montaña.
En muchos casos, son padres de familia, mujeres
profesionales, jubilados y jóvenes estudiantes.
Conozca cómo escalar una montaña en
solo 13 pasos”, es el titular de una página web que pretende convencer a los
cibernautas de que el alpinismo es una práctica tan sencilla como preparar un
pastel casero. Si fuera así de sencillo, los guías de montaña, con seguridad,
estarían desempleados. Los montañistas que dedicaron su vida a esta actividad
deportiva saben que esta práctica exige dedicación y disciplina pero, sobre
todo, tenacidad.
De algún modo, los montañistas son lo
más parecido a los sherpas, pobladores de las regiones montañosas de Nepal, en
los Himalayas: resisten al frío y a la altura de una forma admirable.
La complejidad que encierra esta
práctica hace que muchos renuncien a la posibilidad de ascender a una montaña,
pero, al igual que otros deportes, hay que entrenarse para ganar resistencia
física.
Hace algunas décadas eran pocos los que
sentían el llamado de la montaña y se atrevían a desafiar a la naturaleza. Con
el tiempo, cada vez son más las personas que tienen el coraje de enfrentar las
duras condiciones que impone la montaña. Uno de los clubes que más aficionados
al montañismo ha conquistado es el dirigido por Iván Vallejo, el primer
ecuatoriano que consiguió ascender a las cimas de las 14 montañas más altas del
mundo, sin uso suplementario de oxígeno. Desde su creación, Club Climbers
Phisique ha despertado el interés por el montañismo en personas de todas las
edades, que ven en esta práctica la mejor forma de disfrutar de una actividad
deportiva, altamente exigente.
Quienes empiezan en esta práctica saben
que no se trata de subir y nada más. Además, del entrenamiento, se necesita,
ropa, zapatos y comida adecuada.
Con la práctica, estos aficionados
también aprenden a enfrentar las complicaciones del clima en las montañas como
las temperaturas bajo cero, el viento y el sol.
Andrea Troya, de 24 años, es deportista
desde que tenía 15 y su relación con el deporte empezó cuando se dedicó al
levantamiento de pesas. Esta joven sabe que para dedicarse al montañismo se
requieren ciertas condiciones físicas y psicológicas. El montañista, sin duda,
reúne ciertas condiciones: cuerpo flexible, ágil y con músculos y tendones
ligeros.
Aunque parezca difícil reunirlas, la
agilidad se puede desarrollar con ciertos ejercicios como el ascenso con una
cuerda y el control de la respiración en carreras que incluyen rutas empinadas.
Después de levantar pesas, Andrea se interesó por las competencias pedestres:
participó en varias maratones; la última en noviembre pasado.
Nunca dejó de ejercitarse, aunque eso
exija sacrificio. Cuando se enteró de la existencia del Club de Climbers
decidió participar en él y siguió todas las indicaciones. Después del
entrenamiento, Andrea ascendió al Cotopaxi el pasado 8 de octubre. “Ascendimos
con Luna roja; emprendimos esta aventura pasada la medianoche. El ascenso duró
cerca de 7 horas y otras 3 el descenso.
Fue una experiencia única”. Aunque ella
cumplió el reto de alcanzar la cima de este volcán, no olvida las dificultades
que encontró en su camino.
“Uno de los mayores obstáculos son las
paredes verticales de este nevado que se asemejan a los muros de escalada”,
dice. Cuando llegó a la zona denominada Rompecorazones, caracterizada por lomas
empinadas que a primera vista parecen interminables, sintió que su ánimo se
quebrantaba, pero se repuso. “Faltaban 2 horas para llegar a la cumbre y
pensaba: Dios mío, tengo que lograrlo”.
Aunque sintió que sus piernas no
respondían, sus ganas de culminar con éxito eran más fuertes.
En los momentos más duros, el trabajo
en equipo la ayudó a superarse a sí misma, incluso, en los instantes en que
parecía desfallecer. Esta joven ascendió con un grupo integrado por 14
personas, ninguna de ellas ha practicado antes el andinismo.
Aunque eran novatos, todos llegaron a
la cumbre, donde permanecieron cerca de 30 minutos para luego emprender el
descenso que también encierra sus riesgos, como lo confirma la Unión
Internacional de Asociaciones de Alpinismo que señala que el 80% de los accidentes
tiene lugar en el descenso.
“Sabíamos que si no seguíamos las
instrucciones del guía podríamos tener problemas al descender, pero si confías
en ti mismo lo puedes lograr”, comenta Andrea. Cada año, parten 2 grupos del
Club de Climbers al Cotopaxi y cada vez son más numerosos.
Iván Vallejo, quien dirige este club,
advierte que estos grupos están integrados por personas de todas las edades,
desde jóvenes de 16 años hasta personas que sobrepasan los 60. Ninguno es
montañista profesional y los ascensos se realizan solo al Cotopaxi, porque es
un volcán emblemático para quienes viven en la cordillera de Los Andes. Este
montañista, quien ha subido cerca de 250 veces a este nevado, considera que
después del fútbol, el segundo deporte que los ecuatorianos deberían practicar
es el montañismo, porque vivimos rodeados de cadenas montañosas.
Cada vez que empieza a guiar a un nuevo
grupo, muchos participantes suelen repetir la misma frase: “Yo no voy a
avanzar”. Aunque conoce las complejidades de esta actividad, está seguro de que
si las personas se someten a un proceso de entrenamiento con disciplina —que
puede durar entre 2 y 3 meses— estarán preparados para ascender en mejores
condiciones. Iván recalca que el entrenamiento contempla ejercicios
anaeróbicos, de intensidad altísima que se realizan en un tiempo muy corto.
Solo de esta manera, la combustión y el proceso de energía se dan sin la
presencia de oxígeno. “Es tan rápido el ejercicio que el organismo no logra
metabolizar lo que estamos recordando y lo saca del músculo. Como en la montaña
tendremos deficiencia de oxígeno, esta preparación es fundamental”.
Con esta preparación, Iván busca que
todo el grupo llegue a la cumbre y no solo unos pocos. Recuerda que hace muchos
años, guió a un tejano que al llegar a la cima se desmayó. Comenta que fueron 4
horas de calvario para lograr bajarlo, porque este estadounidense ya no tenía
fuerzas. “En la cumbre no hay helicóptero ni taxi. Solo está tu propia fuerza.
Por eso no solo hay que prepararse para el ascenso, sino para descender”.
Fuente
Telégrafo.com