En Pezcalandia difundimos a nuestros pescadores, éste
interesante relato.
Al campo de Cachi Arroupe se accede por la autovía 2 ,
en el Km 162,5 viniendo desde Mar del Plata con destino a la Ciudad de
Buenos Aires. Se dobla a la derecha y tras recorrer unos 5 kilómetros de camino
rural se llega al río Salado. En la última tranquera se debe abonar un pequeño
arancel (sólo pagan los pescadores, los acompañantes ingresan gratis).
El
lugar es muy apto para practicar la pesca de costa y, además de pejerreyes, se
capturan lisas, carpas, bagres, patíes, dientudos, tarariras y, con un poco de
suerte, alguna que otra corvina.
Con Cachi Arroupe y Jorge López nos dedicaríamos
a la pesca del pejerrey, que según nos comentaron estaba muy buena. Arribamos
al lugar un miércoles muy temprano.
El
día tenía pronóstico de alta temperatura (algo negativo cuando se intenta con
el pejerrey), pero lo positivo era que había bastante viento y las aguas del
Salado estaban movidas, fundamental para que esta especie se active y tome la
carnada. El ámbito es ideal para la pesca de costa pues está elevado con
respecto al río, condición propicia cuando se prueba a flote con boyas: nos
permite tener una muy buena visión de ellas y utilizar las de diámetros
menores.
La pesca la realizaríamos
con cañas telescópicas de grafito, de un largo no mayor a los 4 metros,
muy livianas y aptas para arrojar líneas de tres boyas (con el agregado de un
puntero si queremos lanzar el aparejo más lejos). El reel será pequeño, con una
capacidad de 100 m de nylon 0,285 mm (impregnado de flota línea) o
multifilamento de 0,16 mm (flota por sí solo). Cuando comenzamos a pescar el
viento era fuerte desde atrás, por lo que decidimos emplear aparejos de tres
boyas y sin puntero, ya que la línea vuela fácilmente y cae lejos de la costa.
Está comprobado que el aparejo sin puntero trabaja con más naturalidad,
obteniendo una mayor cantidad de piques.
Boyas y colores
En mi caso usé una línea yo-yo Criterio, de madera balsa, color limón flúo y
con un diámetro de 0,25 mm: mucha flotabilidad y una perfecta visión, ya que el
día se presentaba nublado. Mis compañeros optaron por boyas pequeñas del tipo
chupete en color blanco. Utilizamos anzuelos Cristal Nº 2 pata corta, a una
profundidad de pique que oscilaba entre 20 y 35 cm. Un detalle que nos llamó la
atención fue que por momentos tenían más pique las boyas de color amarillo,
aunque después del mediodía se llevaron las palmas las blancas. Se veía a los
pejerreyes casi en superficie jugar con las boyas. Debíamos estar muy atentos y
en el momento que en nuestra línea mermaban los piques, había que cambiar y
buscar la que en ese momento rindiera más y mejor. Cuando se prueba cerca de la
superficie, el color de las boyas es fundamental, ya que hay lapsos en los
que el pejerrey siente curiosidad por determinado tono.
Fuente
Weekend Perfil