miércoles, 3 de agosto de 2016

Coronaron la Montaña Maldita


Les contamos en Pezcalandia ésta gran aventura. Cuando los tres, al unísono y sin programar nada, gritaron ¡cumbre! se pusieron a entonar el Himno de Colombia.

Eran las 9:35 de la mañana francesa del pasado 21 de julio cuando Ana Isabel Bustamante, Nicolás Díaz Bayona y Gabriel Jaime Morant dieron por terminada la nueva aventura en una de las cumbres más altas del mundo: el Mont Blanc, mejor conocido, desde el pasado, como la Montaña Maldita -por su fama de ser un lugar inhóspito y peligroso- o Montaña Blanca, elevación europea de 4.810 metros de altura en la frontera franco-italiana.

“Fue algo indescriptible por la hermosura del paisaje, una alfombra blanca en la que salpicaban las ráfagas de nieve que, por momentos, cubría al cielo azul como si se tratara de un manto igual de blanco”, relata Díaz Bayona, quien también, al lado de Ana Isabel, coronó, a principios de este año, el monte más empinado del continente africano: el Kilimanjaro.
Dos días largos demoraron desde que emprendieron la subida y cinco horas en el ataque final de la cumbre. Con temperaturas de menos 12 grados centígrados, desafiaron fuertes ventiscas y nevadas y lo escarpado de estos montes alpinos solo superados por varias montañas de Rusia, como el Elbrus, de 5.642 msnm que, justamente será el siguiente reto de la llamada Expedición Colombia-Europa 7 Colmillos continentales que se trazó Huella de Montaña, la empresa conformada por Díaz y Bustamante tres años atrás con la misión de trepar las alturas más importantes del mundo.
“En la dura intimidad en la que te envuelven las nubes y la montaña poniendo tu mente a prueba, logramos cumplir con nuestro objetivo y llamarnos ahora no solo ‘Andinistas’, sino también ‘alpinistas’, que son las denominaciones históricas que se les dan a quienes coronamos el Mont Blanc”, señala Nicolás, el jefe de esta misión.
“Es un gran honor para un equipo colombiano que poco a poco va tomando fuerza en esta actividad a nivel internacional y que quiere dejar en alto el nombre de su país y sus colores”, afirma Anita, igual de contenta y ya con tres grandes cumbres superadas.
Los tres montañistas coinciden en haber subido, el año pasado, en forma exitosa, el Aconcagua -la cima más alta de América, situada a 6.960 metros sobre el nivel del mar- y el Kilimanjaro.
El ascenso lo iniciaron el 20 de julio a las 8:45 a.m. desde el refugio Nid D´Aigle, ubicado a 2.380 msnm, se dirigieron al Refuge L’Aiguille du Gouter, a 3.810 metros, para desde allí atacar cumbre del Mont Blanc en la madrugada del siguiente día.
“El primer día de aproximación fue una ruta mixta, pasando por un gran glaciar que nos llevaría posteriormente al temido Le Grand Couloir, también conocido como ‘La Bolera’ por sus constantes caídas de roca. El tramo final de la jornada implicaría una escalada considerable que nos pondría a pies del refugio a las 4:30 p.m. para, finalmente y de madrugada, emprender el ataque a cumbre”, explicó Díaz.
Con -5 grados de temperatura, los tres montañeros comenzaron a escalar por una arista quebrada antes de quedar al frente del Dome du Gouter, donde fueron recibidos por ráfagas de viento y una espesa niebla que impedía ver más allá de 10 metros, según relatan.
Y mientras el frío se acentuaba y cuando los dedos de las manos se comenzaban a entumecer, precisa Gabriel Jaime, ingresaron al refugio de emergencia, conocido como Vallot, fría y metálica estructura montada en una colina y esperaron acurrucados, uno pegado al otro, cerca de dos horas esperanzados en que el clima mejorara.
Y cuando vieron una pequeña oportunidad, con un tenue rayo de sol emprendieron el camino definitivo, sorteando abismos y pasos en falso. Más arriba gritaron “¡cumbre!” siendo las 9:35 de esa mañana.
“Cuando nuestra meta se acercaba, empezamos a entonar un ‘Oh gloria inmarcesible’ que nos salió espontáneamente, alentándonos a seguir adelante, pues en el montañismo no hay tribunas con barras coreándote, solo estamos nosotros con el cielo y los abismos haciendo eco de nuestras palabras”.

Fuente El Colombiano