Les
contamos en Pezcalandia ésta gran aventura. Cuando los tres, al unísono y sin
programar nada, gritaron ¡cumbre! se pusieron a entonar el Himno de Colombia.
Eran las 9:35 de la mañana
francesa del pasado 21 de julio cuando Ana Isabel Bustamante, Nicolás
Díaz Bayona y Gabriel Jaime Morant dieron
por terminada la nueva aventura en una de las cumbres más altas del mundo: el
Mont Blanc, mejor conocido, desde el pasado, como la Montaña Maldita -por su
fama de ser un lugar inhóspito y peligroso- o Montaña Blanca, elevación europea
de 4.810 metros de altura en la frontera franco-italiana.
“Fue
algo indescriptible por la hermosura del paisaje, una alfombra blanca en la que
salpicaban las ráfagas de nieve que, por momentos, cubría al cielo azul como si
se tratara de un manto igual de blanco”, relata Díaz Bayona, quien también, al
lado de Ana Isabel, coronó, a principios de este año, el monte más empinado del
continente africano: el Kilimanjaro.
Dos días largos demoraron
desde que emprendieron la subida y cinco horas en el ataque final de la cumbre.
Con temperaturas de menos 12 grados centígrados, desafiaron fuertes ventiscas y
nevadas y lo escarpado de estos montes alpinos solo superados por varias
montañas de Rusia, como el Elbrus, de 5.642 msnm que, justamente será el
siguiente reto de la llamada Expedición Colombia-Europa 7 Colmillos
continentales que se trazó Huella de Montaña, la empresa conformada por Díaz y
Bustamante tres años atrás con la misión de trepar las alturas más importantes
del mundo.
“En la dura intimidad en la
que te envuelven las nubes y la montaña poniendo tu mente a prueba, logramos
cumplir con nuestro objetivo y llamarnos ahora no solo ‘Andinistas’, sino
también ‘alpinistas’, que son las denominaciones históricas que se les dan a
quienes coronamos el Mont Blanc”, señala Nicolás, el jefe de esta misión.
“Es un gran honor para un
equipo colombiano que poco a poco va tomando fuerza en esta actividad a nivel
internacional y que quiere dejar en alto el nombre de su país y sus colores”,
afirma Anita, igual de contenta y ya con tres grandes cumbres superadas.
Los tres montañistas
coinciden en haber subido, el año pasado, en forma exitosa, el Aconcagua -la
cima más alta de América, situada a 6.960 metros sobre el nivel del mar- y el
Kilimanjaro.
El ascenso lo iniciaron el
20 de julio a las 8:45 a.m. desde el refugio Nid D´Aigle, ubicado a 2.380 msnm,
se dirigieron al Refuge L’Aiguille du Gouter, a 3.810 metros, para desde allí
atacar cumbre del Mont Blanc en la madrugada del siguiente día.
“El primer día de
aproximación fue una ruta mixta, pasando por un gran glaciar que nos llevaría
posteriormente al temido Le Grand Couloir, también conocido como ‘La Bolera’
por sus constantes caídas de roca. El tramo final de la jornada implicaría una
escalada considerable que nos pondría a pies del refugio a las 4:30 p.m. para,
finalmente y de madrugada, emprender el ataque a cumbre”, explicó Díaz.
Con -5 grados de
temperatura, los tres montañeros comenzaron a escalar por una arista quebrada
antes de quedar al frente del Dome du Gouter, donde fueron recibidos por
ráfagas de viento y una espesa niebla que impedía ver más allá de 10 metros,
según relatan.
Y mientras el frío se
acentuaba y cuando los dedos de las manos se comenzaban a entumecer, precisa
Gabriel Jaime, ingresaron al refugio de emergencia, conocido como Vallot, fría
y metálica estructura montada en una colina y esperaron acurrucados, uno pegado
al otro, cerca de dos horas esperanzados en que el clima mejorara.
Y cuando vieron una pequeña
oportunidad, con un tenue rayo de sol emprendieron el camino definitivo,
sorteando abismos y pasos en falso. Más arriba gritaron “¡cumbre!” siendo las
9:35 de esa mañana.
“Cuando nuestra meta se
acercaba, empezamos a entonar un ‘Oh gloria inmarcesible’ que nos salió
espontáneamente, alentándonos a seguir adelante, pues en el montañismo no hay
tribunas con barras coreándote, solo estamos nosotros con el cielo y los
abismos haciendo eco de nuestras palabras”.
Fuente
El Colombiano