En Pezcalandia difundimos ésta gran nota para
toda nuestra comunidad.
Volver a la naturaleza, los juegos y el fogón
ahora es una opción para mayores de 18 que hace furor en distintos países.
Disfrutar de momentos recreativos parecería una opción válida
sólo para chicos o adolescentes. Correr, jugar en equipo y explorar el verde no
es, a priori, una alternativa para los adultos que deben cumplir con exigencias
y responsabilidades propias de la edad. Sin embargo, hay quienes están
rompiendo con ese paradigma. En distintos lugares del mundo existen servicios
de campamentos para quienes hace rato terminaron la escuela secundaria. Así, hombres
y mujeres vuelven a meterse en la bolsa de dormir y hacer palmas alrededor del
fogón como cuando eran niños.
La
primera regla –excluyente- es ser mayor de 18 años, sin tope de edad. La
segunda, contar con la capacidad para “alimentar al niño interior” sin
prejuicios. La tercera y última, animarse a generar lazos amistosos con
desconocidos.
La
experiencia -que todavía no llegó a la Argentina- reúne a cientos de personas
por mes en distintos puntos de los Estados Unidos, donde hay al menos cinco
empresas en el rubro. Soul Camp es la pionera. Inaugurada en 2013, actualmente
tiene centros en California y en las afueras de Chicago y Nueva York.
“Nuestras
vidas están demasiado programadas y hemos sido entrenados para hacer todo
perfecto. Por eso perdimos contacto con la capacidad de sentirnos libres y lo
que significa divertirse. Ahí es donde el campamento para adultos entra en
juego. Las personas llegan ansiosas por encontrar
aventura y sentirse como niños”, cuenta Alison Leipzig, cofundadora
de la firma, y asegura que fue testigo de grandes transformaciones en hombres y
mujeres que llegaron con un alto nivel de estrés.
“Recibimos
a ejecutivos de grandes compañías, trabajadores industriales, mamás y papás,
profesores de educación física y contadores. A todos los une el interés por el
desarrollo personal y las ganas de sentirse mejor. En la mayoría de los casos,
se cumple”, afirma Leipzig, y enumera algunas de las actividades del programa
de dos días de camping. Entre ellas: competencias por bandos de colores, clases
de actuación, canto y baile, deportes acuáticos, espacio de meditación y yoga,
ceremonias de fuego, charlas motivacionales y fiestas a la luz de la luna.
U$S 1.200 es el precio por persona por tres días de acampe en
EE.UU.
Del
otro lado del Atlántico, en la Selva de Oza, al norte de España, el proyecto
Embosqada realizó hace tres años su primer acampe con mayores. “Recuerdo que
fue en Los Pirineos, al pie de la montaña. Allí, me di cuenta de que la
convivencia con otras personas en un entorno tan salvaje y natural era algo
fantástico. Los veranos siguientes alargamos la estadía a cinco días y
organizamos un campamento para recibir el Año Nuevo”, describe Eva Sastrón,
líder del espacio, y enfatiza que el contacto directo con la flora y la fauna
del lugar es fundamental para cambiar el chip: “Dejamos afuera los celulares y dispositivos
electrónicos que nos mantienen todo el día conectados. Dormimos
en carpas y la mayor parte del tiempo la pasamos al aire libre entre caminatas
por el bosque, inspección de cuevas y charlas de astronomía. En esas
condiciones, no queda otra que instalarse en el presente y conectar con la
persona que está a tu lado”.
La
propuesta de Embosqada es más económica que la norteamericana: hay paquetes por 4 o 5 días por 160 y 190
euros, que incluyen la estadía en carpa y comidas. Sólo hay que
llevar mochila al estilo boy scout y tener a mano objetos tales como linterna,
navaja multiuso, campera impermeable, gorra para el sol y repelente para los
mosquitos.
“Al
final del encuentro, el campista descubre que tiene las pilas recargadas para
regresar a su mundo de adultez. También, muchos generan nuevas amistades con
las que repiten la experiencia. El campamento para adultos es muy
gratificante”, refuerza Sastrón, e invita a los argentinos a su espacio: “Si se
animan, los esperamos, serán bienvenidos”.
Fuente
Clarín