lunes, 23 de marzo de 2020

Pezcalandia y los dorados


Difundimos en Pezcalandia a nuestros pescadores que con una bajante histórica, el río Paraná y adyacencias sigue regalando infinidad de lugares para practicar la pesca deportiva. Y las cercanías a la ciudad de Rosario no son la excepción,

ya que hay muchos sectores donde realizar excelentes pescas de dorados utilizando carnadas artificiales y naturales. Esta bajante dejó al descubierto un sinnúmero de bancos de arena con llegada de algunos hilitos de agua que provocan las únicas correderas del lugar.
Son pesqueros donde llegar cuesta bastante, pero la pesca está casi asegurada en este momento.
Por suerte, amigos santafecinos tenemos muchísimos, y para esta ocasión nos comunicamos con Luciano Davicino, que siempre nos dice la justa, aunque en esta oportunidad repitió la respuesta: “Vengan que está lleno de dorados”. Con esa consigna resultó muy fácil conseguir compañeros, y así se sumó Christian Langer, un cordobés fanático de la pesca que encima trajo su propia lancha para poder disfrutarla con amigos. Nuestra idea era pescar sólo con artificiales, y para ello preparamos equipos de baitcasting, spinning y fly. Para las primeras dos modalidades elegimos cañas de 1,80 a 2,10 m, con potencias de entre 14 y 20 lb (1 lb = 453,59 g), reeles medianos cargados con hilo multifilamento de 40 lb de resistencia y el típico arsenal señuelero de todo pescador. Para la pesca con fly, cañas y reeles para líneas número seis, tanto de flote como de fondo. En cuanto a las moscas, las más utilizadas fueron las medianas con predominancia de colores negro, rojo y amarillo.

La idea era arrancar a las 5 AM para navegar tranquilos y llegar tempranito a la zona de pesca. Aún no había amanecido y a marcha lenta encaramos el río hacia el arroyo Careaga, un canal que da acceso a muchos pesqueros y es digno de recorrerlo, porque muestra diferentes bellezas isleñas e inhóspitos lugares aún con la bajante. A poco de llegar al primer lugar elegido por el guía, disminuimos la marcha para aprontar los equipos y nos preparamos a realizar los primeros lances sobre una corredera que pegaba contra una barranca y se perdía en la entrada de otro arroyo. Apenas había salido el sol, la imagen era inmejorable y las ganas superaban todo. En distintos lugares, pero al mismo momento, cayeron los tres señuelos en distintas direcciones sin recibir ataque alguno. La lancha se movía muy lentamente, llevada por el motor de proa y nos hacía recorrer los mejores lugares. Optamos por un cambio de señuelos y fue estratégicamente lo mejor, porque los piques comenzaron de manera instantánea con doradillos que promediaban los 2,500 kg, muy divertidos y saltarines. Nos movimos de lugar y parecía que los pesqueros se repetían, pero en todos encontrábamos algo diferente para poder dar con los piques. Por tal motivo, los tres estuvimos muy activos, logrando piques en diferentes distancias y circunstancias, pero siempre atacando la misma costa, frente al banco de arena.
Nos cruzamos con muy pocas lanchas, y con algunas hasta compartimos pesqueros. Otras, en cambio, nos preguntaban cómo salir de los sectores bajos y también observamos un tercer grupo que navegaba buscando un lugar de sombra para poder hacer su ranchada. Como la idea era volver temprano para no padecer el calor, fuimos a una salida llamada La Cascada, la verdad, una postal, tal como la leemos para la pesca de dorados.

Un arroyo con poco caudal que acentuaba su fuerza en un par de troncos hundidos desembocaba en La Recalde: un lagunón inmenso casi irreconocible por la escasez de agua. Arrimamos la lancha hacia la costa para poder bajarnos y pescar metidos en el agua; realmente un lujo. La idea era cruzar la correntada y traer los glidding o sliders a puro manijazo, los que dieron muy buen resultado. Era tiro a tiro, y el celeste y verde del ambiente se alternaban con el amarillo de cada salto que producían los dorados una vez que sentían estar clavados.
Para no sufrir el calor reinante nos volvimos temprano a preparar todo para el segundo día. Ya en el hotel, mientras mis compañeros ataban algunas moscas nuevas, junto a Luciano nos pusimos a separar los señuelos que mejor anduvieron y revisamos los multi de los relees para que quede todo sanito ante la inminente próxima salida.
Nuevamente y muy temprano en la guardería sumamos a Giani Zanotti, propietario de El Marlín, y partimos directamente hacia la laguna para no perder tiempo y pescar en la zona donde mayor resultados habíamos logrado. En esta jornada, Gianni y Christian agregaron el fly como nueva modalidad y adelantamos que se divirtieron mucho con doradillos de todos los tamaños. Pero no solo fueron dorados, sino que tuvimos la posibilidad de fotografiar y filmar un par de cachorritos de surubí, de los cuales uno fue patejeado del lomo en una zona donde no había más de 40 cm de agua, y el otro tomó el señuelo a la caída.
Realmente, pescar surubíes con bait o spinning no es muy habitual pero cuando uno se prende nos regala una pelea digna de disfrutar con largas corridas y, una vez que lo arrimamos a la embarcación, parece que recupera fuerza para liberarse del engaño. Dejamos la zona de pesca segura para probar en los arroyos con un poco más de profundidad y los resultados no fueron los mismos. Los piques se dieron esporádicamente y aparecieron las palometas que, si bien son muy deportivas para capturarlas con equipos livianos, no era lo que buscábamos.

Agenden este destino, porque se llega de la mejor manera, podemos pasar días familiares, tenemos playas para disfrutar, paseos gastronómicos, noche... ¿Qué más necesitamos para pasarla bien? Ah... También pescamos, y mucho. Como dice la canción: “Rosario siempre estuvo cerca” y este verano, con el agua baja, más cerca que nunca para los pescadores.


Fuente: Total News