Pero claro, ahora junio –que antes ya era un mes de plena
temporada– se convierte en el mes de la salida, el mes de la la llegada de los
matungos esa primera llegada de los «Gran Paraná» que van marcando el punto en
su migración hacia el norte, que logran llegar al sur de Corrientes por el
Paraná y hasta el muro infranqueable que representa el dique Salto Grande, en
Concordia.
Es por eso Mayo fue un mes matunguero, antesala de un junio
que será un mes de tallas mixtas, donde habrá pejerreyes para todos los gustos:
cornalitos y chatarreros cerca de las bases de los muelles y barrancos y buenos
pejes fuera del rio, mezclándose con un montón de médiums que seguro le
llevarán a la hora de arrebatarle el anzuelo a los buenos. Por eso estas
primeras semanas son vitales para conseguir trofeos, porque los pequeños
esperan condiciones óptimas, mientras los viejos exploradores avanzan por aguas
fangosas que les traen recuerdos de la sierra y de Bermejo.
Ante este clima que contradice el calendario, los peces,
como seres vivos, también sufren esta confusión. Doradillos, pirapitas y
manduvas proponen un verdadero campo minado a los pequeños pejes, animados por
el calor que hace que el agua, como cualquier masa líquida, tarde mucho más en
enfriarse. Más puntos a favor de los grandes pejes, que se escapan por su
tamaño de esas fauces.
El caso es que, de momento, nos fuimos a por los grandes a
un camping que cumplía con las condiciones de rendimiento que buscábamos en
esta opción de calidad. Es bien sabido que el Guazú se come la quebrada del
lado de Entre Ríos y deposita sedimentos en los taludes del lado de Buenos
Aires. Y eso de comer barranco no es metafórico: el sitio de nuestra
prospección, el recreo de Vidal, carece del último muelle afectado por la
acción del río, que deja un amplio espacio libre para caminar desde lo alto del
barranco siguiendo la línea. Si bien los dos muelles del campamento son más
adecuados para la pesca de fondo, esta área de barranco tiene una piscina al
final que es un área de fuego para grandes pejerreyes que tienden a morder
donde la línea frena su deriva.
Esta vez el amanecer en el campamento no nos dejará el
recuerdo de las frescas mañanas de antaño, cuando los días empezaban con los
pejerreyes echando humo por la boca al hablar y bebiendo un borrego antes de
emprender la faena. Esta vez la cosa iba en camiseta y sudadera, quitándonos la
segunda a media mañana.
Equipo recomendado: https://www.pezcalandia.com/productos/combo-shimano-lerc-pro/
El equipo ideal consiste en Varillas de 4,30 m y cabos que
no superen los 4 m desde el pilón hasta el puntero. Las boyas pueden ser
esféricas o de formato medio cometa, recomendándose el uso de un puntero cónico
armado de forma invertida (el lado grueso hacia nosotros y la punta hacia
atrás) rematado por un rotor giratorio del que podemos extraer un Ramal de 50
cm (pesado con dos municiones). Los anzuelos para tentar pejes grandes van del
1 al 2/0. Y tener mojarras vivas grandes es fundamental, además de añadir en
ocasiones un filete bien reducido de diente o sardinas, colgados de una sola
pasada como broche final a la mojarra enhebrada de cola a cabeza.
La pesca no fue fácil, aunque en la primera pasada conseguí
un pejerrey que me hizo pensar lo contrario. En una constante ida y vuelta,
entre unos 20 pescadores presentes en la jornada de nuestro día, iban dando
pocos pero enormes pejerreyes, entre mayores capturas de lachas, doradillos,
chafalotes y hasta una cabeza amarga.
Los piques, eso sí, eran firmes y decididos, propios de
estos cazadores bocones que no desdeñan un bocado bien servido al paso. En el
caso de que utilicemos líneas de cometas o chicas chupetón, se mueven hacia los
lados, rompiendo la línea y disparando rápidamente hacia un lado. Rara vez se
hundían. En cambio, con las boyas esféricas sí se produjo hundimiento. Párrafo
aparte para el pescador de pointer, que recoge la mayor parte de las picas y
que, cuando trabajo invertido, primero se acuesta y luego sale apuntando su
parte delgada en la dirección donde la toma el pez.
Como decía, las tallas sorprenden: capturas medias de pejerreyes
de 400 y 500 g con unas Gran Paraná de 800 g, verdaderos trofeos para escuadrón
pequeño. Esta pesca de bajura es, en mi opinión, mucho más agradable que los
costosos viajes en barco y exige mucho al pescador para lograr el éxito
deseado: una buena preparación de líneas y cebos, nudos bien hechos (hemos
visto perder atunes por corte) , revisión constante de nylon de refuerzo
(bradillos y chafalotes los abollan), la colocación o no de municiones partidas
para lograr que los ramales bajen a la profundidad deseada y –sobre todo– un
trabajo constante de ensayo y error de ramales a diferentes profundidades para
intentar encontrar el adecuado.
Esta vez, el rango de éxito fue entre 30 a 60 cm, que es
donde ocurrieron la mayoría de los pejes. Sin embargo, mis compañeros de pesca
me comentaron que no les fue mal en los días anteriores, alargando las brazadas
hasta un metro. Ante ese panorama de pejes que comen abajo habrá que quitar una
de las boyas y distanciar bien las otras para que sus brazos no se toquen.
Del lado de Buenos Aires, donde el río enarena y hace más
playas, el agua suele encontrar pozas y quietudes aptas para un peje menor,
pero en compensación es más abundante que en la costa opuesta. Esto no quiere
decir que, con buenos lances por dentro ganando distancia saquemos también los
primeros buenos matungos de la temporada en espacios a los que hay que pagar
para acceder, como el camping Keidel o clubes para socios como la Asociación
Argentina de Pescadores (junto a Keidel, en Talavera y Guazú) o el Guazú (5 km
por debajo del segundo puente). Los trabajos de mantenimiento en estos espacios
aseguran que el aficionado pesque con comodidad y seguridad, a diferencia de
otros precarios muelles de alquiler donde el pescador es llevado en barca,
abandonado a su suerte en el agua sin posibilidad de moverse y retirado en el
momento acordado con el barquero. Sin duda, el inicio de temporada (tarde pero
seguro) es un gran momento para buscar trofeo antes de que llegue el pequeño.
Pejerreyes a la luz de los farolillos
«La noche se enriquece de secretos, la soledad del mundo es
compañera”, cantó Silvio Rodríguez. Y eso es lo que siente una legión de caminantes,
desafiando las heladas, pateando tablones a la luz de las farolas, echando humo
sobre bufandas o cuellos de forro polar, con la mirada fija en esa hilera de
boyas luminosas (verdes o blancas fluorescentes). que reflejan bien la luz
marcar las buenas picas.
Él pejerrey con su fototropismo positivo, Tiende a hacerlo
muy bien en áreas iluminadas, y por eso muchos aficionados prefieren desafiar
el frío y pescar en una franja donde normalmente habrá muy poca actividad
humana y muchos peces voraces. Este inicio de temporada en Guazú dio muy buenos
matungos en Keidel y en Club Guazú, buscándolos a veces con ramales muy largos.
Otros sacando clavitos a centímetros de la boya. Así de fantástico es este pez
que nos obliga a pensar y trabajar constantemente.
En eso Club Guazu, el orgullo de sus socios esta temporada
2023 es la realización de la renovación de todas sus luminarias, que ahora son
leds en el nuevo sector, lo que hace inmejorable la situación de la pesca en un
muelle muy cuidado. Parrillas, quinchos, baños y todo el confort para sus
socios, hacen de este pesquero un clásico del pejerrey. Para afiliarse debe
llamar al 4713-2002 de lunes a viernes de 4 a 8 pm Asociación Argentina de
Pesca también comparte con la institución hermana la preocupación por el
afiliado y ofrece un maravilloso camping con dormitorios, un extenso muelle y
posibilidad de pesca nocturna, además de otros servicios. Para afiliarse debe
llamar al 4311-4625.
Y en Keidel el diferencial es que puede ser visitado por
pescadores que pagan una renta diaria ($2.000 al cierre de esta edición y
$3.000 para pernoctar; entrada incluye carro y mesa), que sirve para ahorrar el
peaje de regreso en el stand de Zárate. Hay cabañas en renta desde 2 hasta 5
personas y arriado de embarcaciones, no se venden cebos y solo se permiten
mascotas pequeñas. También playa, juegos infantiles y muelle real de pesca las
24 horas. Llamar de lunes a viernes de 9 am a 7 pm al 03487-470576.
Cómo llegar: Hacia Camping Vidal tomamos la ruta de los
puentes de Zárate Brazo Largo y, apenas cruzamos el Guazú, continuamos unos
kilómetros hasta la comisaría, donde giramos a la izquierda por la carretera
asfaltada hacia Ibicuy. Tras dejar atrás los primeros metros enmarcados por
diversas tiendas de artículos regionales, continuamos por esta ruta durante
unos 5 km hasta la entrada del camping. Cobran $2.000 por persona (sin pago de
carro) y no hay pesca nocturna (funciona de 7 a 19). Tel.: (03446) 633806. Hay
sanitarios y pulperías, mesas, arboleda, dos muelles y un tramo de costa para
pescar a flote.
Pezcalandia
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