A medida que sube la temperatura de las aguas en la cuenca del plata, en contrapartida baja la actividad de su pez más emblemático, el pejerrey. Sin embargo, sus últimos movimientos suelen ser los más buscados, tanto por la energía como el tamaño de piezas que se dan habitualmente al final de temporada. Para probar esta premisa consultamos al guía Javier Vila, gran conocedor de los puntos más relevantes del Río de la Plata. Con él coordinamos la salida desde una marina de la zona de Tigre.
Mientras el guía ponía proa al sur buscando un sector entre Berisso y Quilmes para las primeras pasadas, contaba que ya por estos días se podía hacer pesca de tarariras en las zonas bajas detrás de la Isla Martin García. También estaba la chance de buscar bagres de mar de gran tamaño, generando un combo de especies a pescar en la misma jornada. Más allá de todo esto que nos adelantaba Vila, nuestra atención estaba puesta en el pejerrey, con toda la tripulación especialmente enfocada en dar con ese matungo que les haga fruncir la caña.
Líneas al agua
Para esta modalidad de pesca la ceremonia siempre es la misma. Ancla de capa para ralentar la embarcación, ceba con aceite de pescado y dejar derivar las boyas para que las carnadas se vean lo más naturales posibles. Con esa metodología de trabajo transcurrieron las primeras horas de actividad, con apenas algunas capturas esporádicas de bagres, pejerreyes medianos y algunos piques perdidos. De un momento a otro, los grandes pejerreyes que buscábamos parecieron despertar.
Combo sugerido por nuestros instructores:https://www.pezcalandia.com/productos/combo-pejerrey-profesional/
Como si estuviéramos pasando sobre un cardumen, se comenzaron a dar potentes piques en las cañas a proa y popa. Los tamaños variaban, pero en cada clavada se pedía el copo de inmediato para asegurar la pieza, ya que venían siempre sutilmente tomados por el cartílago retráctil de su hocico. Comían a unos 20 cm de profundidad, atacando las mojarras con firmeza, y casi siempre un descuido o desatención significaba un pique perdido. Algo que hay que tener en cuenta del pejerrey de rio, es que nunca hay que subestimar su fuerza y velocidad, menos cuando viene a contracorriente porque ahí tiene todo a su favor y con apenas un salto suele soltarse.
Mi boya corrió rápidamente despedida hacia adelante, obligándome a asegurar la pieza con un cañazo que provocó una llevada de la línea en forma completa, sonando la chicharra de un reel que se quejaba del combate. Lentamente, yendo de derecha a izquierda, el aparejo volvía a emerger concretando la captura de un soberbio ejemplar de un tamaño que pocas veces pude ver y que demuestra que estos verdaderos torpedos pueden estar activos a las puertas de noviembre.
El Río de la Plata sigue brindándonos la chance de pescar pejerreyes, específicamente o combinados con otras especies. No es una empresa sencilla, más para dar con los buenos tamaños, siendo el conocimiento del guía fundamental para encontrar la pesca en este mar color león que siempre tiene algo tiene para sorprendernos.
Como si estuviéramos pasando sobre un cardumen, se comenzaron a dar potentes piques en las cañas a proa y popa. Los tamaños variaban, pero en cada clavada se pedía el copo de inmediato para asegurar la pieza, ya que venían siempre sutilmente tomados por el cartílago retráctil de su hocico. Comían a unos 20 cm de profundidad, atacando las mojarras con firmeza, y casi siempre un descuido o desatención significaba un pique perdido. Algo que hay que tener en cuenta del pejerrey de rio, es que nunca hay que subestimar su fuerza y velocidad, menos cuando viene a contracorriente porque ahí tiene todo a su favor y con apenas un salto suele soltarse.
Mi boya corrió rápidamente despedida hacia adelante, obligándome a asegurar la pieza con un cañazo que provocó una llevada de la línea en forma completa, sonando la chicharra de un reel que se quejaba del combate. Lentamente, yendo de derecha a izquierda, el aparejo volvía a emerger concretando la captura de un soberbio ejemplar de un tamaño que pocas veces pude ver y que demuestra que estos verdaderos torpedos pueden estar activos a las puertas de noviembre.
El Río de la Plata sigue brindándonos la chance de pescar pejerreyes, específicamente o combinados con otras especies. No es una empresa sencilla, más para dar con los buenos tamaños, siendo el conocimiento del guía fundamental para encontrar la pesca en este mar color león que siempre tiene algo tiene para sorprendernos.
Pezcalandia
Prensa & Difusión
Fuente: Weekend