Un destino ecológico con un mar cálido que toma distintas tonalidades y forma ensenadas que semejan piscinas privadas.
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Con el correr de los años han ido apareciendo destinos caribeños que hasta hace poco no figuraban en el mapa turístico. Las inversiones y demás menesteres de un mundo global han permitido que al que decida vacaciones caribeñas se le complique escoger.En este asunto, República Dominicana es un buen ejemplo, ya que sus comarcas tropicales figuran en todos los catálogos comerciales y tientan invitando a conocerlos. De esta manera, además de los clásicos de siempre, otros enclaves de mares calmos y arenas claras hacen sus propuestas, también a las puertas de la temporada.Uno de ellos es la península de Samaná, en la costa Nordeste del país.
La niña linda del turismo del Caribe, tal es el mote que le han endilgado, quizá por su bahía, a la que llegan ballenas jorobadas cuando es invierno del Ecuador para arriba.Así desde mediados enero y hasta marzo los enormes cetáceos hacen una paradita caribeña por estas costas bordeadas de bosques tropicales de verdes furiosos. Los mamíferos llegan a estas aguas cálidas para aparearse y cuidar a sus crías.
En Samaná se cumple un sino que es caro a todos los puntos de orbe que han sido tocados con la varita de la belleza: muchos de los que llegan de vacaciones deciden que quieren tomar el lugar como propio y se asientan allí definitivamente. Son muchos los europeos que sucumbieron ante los encantos de la península y se quedaron para abrir posadas u otros emprendimientos turísticos
Via Tower Travel
Por Staff Pezcalandia
