lunes, 13 de septiembre de 2010

El Everest no es la montaña más alta

En Pezcalandia, queremos difundir los contenidos de Adolfo, su autor.
El Chimborazo, en pleno corazón del Ecuador, con sus 6.340 mts de altitud fue, por varios años, considerada como la principal altura del planeta. Y no fue hasta 1815 cuando un grupo de topógrafos indios descubrieron el famoso “Pico XV”, en los Himalayas nepalíes y tibetanos, quedando impresionados al calcuar su altitud. Más tarde —en 1845, y honrando a un destacado topógafo inglés, George Everest— bautizarían a esta montaña con su nombre (sólo para los occidentales, puesto que en Nepal se conoce como Sagarmatha y en el Tíbet como Chomolugma). En fin. Tanta introducción para decir finalmente que no es así. El Everest o Sagarmatha o Pico XV o cómo se llame, no es la montaña más elevada. No señores. Es, a mi entender y luego de muchos años de circo, ironía y tierra, otra: el famoso ego de los montañistas y escaladores.
Tal cual. Ocurre que históricamente se ha hecho creer que el montañista es una raza especial, (¿?), que en la montaña carece de egoísmos y rebosa de generosidad. La actividad tal vez se preste para ello, ya que se desenvuelve en un entorno hermoso pero hostil, lo que acentúa el autocuidado y la solidaridad.
La ausencia de comodidades, el exceso de rudeza, casi cayendo en la tortura gratuita, hace de los montañistas gente diferente (¿¿??). Y esto no lo digo yo. Lo he ido recogiendo, entre otros, de muchos notables montañistas-escritores (Messner, Terray, y sobre todo Rèbuffat, entre otros) quienes, de una u otra forma, reafirman lo anterior. Valorar algo tan sencillo como una vulgar sopa para uno caliente en un vaso con restos de chocapic del desayuno del fin de semana anterior, o contemplar una amanecida es algo de verdad enmarcable, dado que hoy en día se vive en función de las teclas, la charla virtual y la publicación de la vida personal, entre otras. Eso, pienso, hace que se considere especial. Ser más auténticos, mostrarse más simples. Qué sé yo. Pero no todo es tan lindo, fíjese. Muchas veces, conseguir información de X ruta en X cerro no es de lo más sencillo. Muchos no las comparten o las entregan, como buen chileno, a medias (aunque esto escapa a lo criollo y ejemplos sobran afuera). Más aún si se trata de rutas con pocos ascensos o derechamente, sin ellos. Es ridículo, pero hay quienes les duele que más gente ascienda, trepe, escale, gatee o se arrastre con menos esfuerzo algo que le costó tanta pega. Y es atroz que lo consigan primero. Yo lo he vivido. Y muchas veces. Por cierto hay gente —y mucha— que le da exactamente lo mismo y no comparten lo que menciono, pero existe. Y como en la mayoría de los deportes, juegos o relaciones humanas. No es algo nuevo. Y por favor, no vayan a pensar que escribo esto con un dejo de resentimiento. Nada, pero nada más lejos (¿resentimiento de qué?).¿Será temor a quedar atrás, a no ser reconocidos, a ser considerados malos montañistas? No lo sé, no soy psicólogo ni me interesa. Pero es un fenómeno que ocurre en todas las actividades y punto.
¿Ejemplos? Everest, 14 de mayo de 2006, 12 hrs., 8.000 mts: ese día cerca de 40 personas intentaron la cumbre y, mientras ascendían los últimos metros que los separaba de este importante hito, vieron cómo a la orilla del camino un hombre yacía sentado con problemas físicos, víctima inequívoco del mal de altura (David Sharp, inglés, 34 años).
Todos continuaron, puesto que se hacía tarde y había que conseguir la meta, objetivo que alcanzarían algunos horas después. Al regreso y ya consumada la cima, los mismos montañistas pasaron nuevamente al costado de éste quien, a esas alturas, ya había fallecido. Habían pagado miles de dólares como para ayudar a un moribundo. Esa ambición, sumado al cansancio, los dólares gastados y quizás qué otros motivos, enceguece a la gente. O el temor de pasar desapercibido. Perder el glamour de la conquista de la cima. Recuerden lo acontecido en la primera conquista del Everest por parte de chilenos. Purto y cía. por la ruta normal v/s Jordán, Lucero y cía. por la pared del Kangshung. ¿Conocen la historia? Se las ultra resumo: día de cumbre, Jordán y sus boys al enterarse que Purto y los malos (este calificativo varía según si el lector es pro o contra de uno u otro) se acercaban por la vertiente occidental, se pusieron O2 y corrieron por llegar primeros.
Purto, por su lado, apuró el paso tanto como pudo pero no consiguió alcanzarlos, sólo hasta unirse a ellos en la cima. ¿Qué creen que pasó? Casi se agarran a combos. Y el cahuín de quién llegó primero duró varios años. De hecho, Purto insiste (o al menos hasta hace un tiempo) que fue un ascenso doble, incluso cediendo el liderazgo a su competencia. Para Jordán, esa posibilidad es sólo una fábula. Y siguen tan enemistados como siempre. En resumen, si Purto llegaba primero ¿Jordán y sus kids serían malos montañeros? ¿Purto por ello es un segundón acaso? ¿La peleíta en la cima era lo que todos soñaban ese día? Seguro que no, pero las acciones dicen lo contrario. Creo que el montañismo, al igual que otras disciplinas, no está exenta de competencia, así que no creo pertenecer a ninguna raza especial (¿¿¿???). Me gusta la competencia, mucho, pero la verdadera en el cerro: con uno mismo. Y no es frase para el bronce, en absoluto. Al final sólo uno sabe cuál fue su accionar y cuánto rindió. El resto, para mí es secundario.
Fuente La segunda Bog stop
Por Adolfo Dell' Orto Selman
Montañista