

Crónica de un combate inolvidable.
Después de cubrir 80 km de un camino por la yunga llegamos a la reserva de los Cajones Grandes del Tarija , tras pedir la autorización al guarda parque y mientras registrábamos nuestro ingreso , Diego tomó una caña de spinning y bajó hasta el río. Solo bastó un par de lanzamientos para demostrar por que es uno de los mejores, ya que concretó un par de piques y una hermosa captura de un doradillo de unos 3 kilos. Mi ansiedad ya no la podía controlar, pero nos propuso que siguiéramos un poco mas adelante hasta donde se cortaba el camino para acceder por allí a unas correderas denominadas el Arenal . Si bien eran solo 7 km mas de camino se me hicieron interminables, pero tuve la recompensa cuando llegamos al lugar, el paisaje era increíble un río de aguas transparentes que tenia tres grandes piletonescon aguas rápidas. Bajamos hasta el río y nos dispusimos a realizar las pruebas, aun con el recuerdo fresco de ese gran dorado del primer viaje decidimos que mientras Diego tratara de lograr un pique con cuchara yo estaría listo para arrojar mi mosca para procurar lograr el segundo pique,si bien no tuvimos la chance, Diego acuso un brutal ataque a la cuchara y tras el primer salto dejó en claro que se trataba de un verdadero monstruo, la lucha se prolongó durante unos largos 40 minutos y personalmente pensé en mas de una oportunidad que no lograría reducirlo, pero la experiencia de Diego sumado a un manejo magistral de la caña pudo arrimarlo, un espectacular ejemplar de unos 11 kilos que tras una foto
devolvimos rápidamente al agua. Seguimos intentando hasta que tuve mi primer recompensa, sobre la cascada una tomada franca de un doradillo hizo palpitar mi corazón durante unos cuantos minutos. Para mí el día estaba hecho, pero Diego nos propuso cambiar de lugar y buscar otras especies que allí se encuentran como el surubí o el robal como ellos lo llaman al manguruyú.Para encarar esta pesca utilizaríamos cebos naturales y equipos convencionales, al momento de elegir el equipo Diego nos sugirió algo bien resistente y con monofilamento del 0.60 como mínimo, Diego se apostó en la cabecera de una cascada arrojando la anguila donde el agua empezaba a caer, según él es el lugar preferido por el robal, mientras yo me ubique sobre la corredera donde caía el agua y producía una corredera sobre el pozon, después de hacer trabajar unas cuantas veces la carnada sobre el lugar Diego acusó un brutal ataque que no pudo concretar, mientras tanto yo seguía buscando aguas abajo hasta que sentí como la deriva se interrumpió bruscamente y noté como el nailon empezó a
cambiar de dirección, lo dejé llevar unos metros y le di el cañazo, en ese momento la caña sintió la presión del pez y el reel empezó a ceder nailon sin poder frenarlo, a unos 60 metros emergió de la superficie del agua la silueta de gran dorado. La lucha se planteo lejos y llena de piedras afiladas que atentaban contra el sedal, pero no podía hacer nada, las cartas estaban echadas y tenia un verdadero titán en la punta de mi línea, para colmo no tenía la oportunidad de acompañarlo por la costa ya que la selva era impenetrable. Durante los primeros minutos las corridas del pez me iban robando metro a metro por lo que supuse que la historia se repetiría. La alegría intransferible y los 13 kilos de furia. Como en el primer viaje, pero poco a poco fui ganando el terreno perdido hasta tenerlo a escasos cinco metros, en ese momento pensé que ya lo tenía pero una nueva corrida lo alejó nuevamente a donde habíamos empezado, a esta altura ya tenia a todos a mi alrededor dándome aliento, ambos nos debatíamos en una lucha sin tregua él buscando las piedras y yo tratando de evitarlas , poco a poco lo arrimé y sabía que solo tendría una oportunidad ya que el nailon estaba dañado por el paso de las piedras y solo podríalevantarlo en la zona donde caía el agua y la correntada se neutralizaba, una vez que lo tuve le pedí a Diego que me dejara izarlo, quería terminar la faena yo aunque lo perdiera . Pero la suerte estuvo esta vez de mi lado y pude colocar el boga grip en la boca del pez , no lo podía creer erauna bestia que acuso 27 libras unos 13 kilos, que había entregado todo en su lucha, la alegría del grupo se hizo sentir en la calma de yunga y después de las fotos rápidamente lo devolví a donde pertenecía, el río. Totalmente exhausto y con una alegría incontrolable decidí dar por finalizado la jornada ya nada me podrá robar ese momento y solo espero que otro tenga la fortuna que yo tuve de tal experiencia. Pero el viaje no terminó ahí, en la próxima les cuento el segundo gran desafío. Espero que hayan disfrutado del relato, nos encontramos en la segunda parte del viaje.


Fuente Daniel Calabrese