domingo, 26 de agosto de 2007

Pesca Dorado en Salta

Desde mediados de los noventa tenía como objetivo realizar una buena salida de pesca en el noroeste ya que desde aquellos momentos, relatos increíbles llegaban a mis oídos quitándome el sueño. Si bien realicé varios viajes a diferentes puntos de la zona, solo me conformaba con robarle a mi familia una tarde para despuntar el vicio de la pesca, dejándome siempre las ganas de hacer un viaje exclusivo de pesca y descubrir los secretos de esta maravillosa región. Este año estaba decidido a no dejarlo pasar y junto a un amigo nos lanzamos a la aventura. Rápidamente descargamos todo y armamos los equipos que en esta oportunidad constaban de una Winston Nº8 y Trident Nº 8 ambas con línea de hundimiento, elegimos unos stremers y al río. Vale destacar que desde las cabañas solo hace falta bajar por un cañadón para encontrarse con laprimera corredera. Empezamos con los intentos tanto delante de las correderas como en la cola de la misma sin tener resultado, por lo que empezamos a bajar el río en busca de otras correderas hasta llegar a un lugar donde todo era perfecto: una gran corredera que tenía en una de sus márgenes troncos, el lugar ideal para que esté acechando algún dorado. El gran chorro de agua chocaba en un frente de piedra que desviaba el agua a un gran pozón. Mientras yo empecé realizar los primeros casteos sobre la corredera, Miguel se paró en la piedra para buscarlo en el pozo y solo bastó que haga el primer lanzamiento para que pegue el primer grito, cuando levante la vista vi la caña de Miguel a punto de estallar, era el primer pique y si bien se trataba de un doradillo de unos 2 kilos la alegría era incontrolable, me acerqué para darle una mano y sacar unas fotos hasta que en un momento de la lucha vimosuna silueta oscura descomunal que venia tras el doradillo de Miguel, era increíble por lo que cambié la cámara por la caña y le tiré la mosca a escasos centímetros de la boca, fue uno de los momentos mas intensos que me tocó vivir como pescador, un fuerte sacudón acusó que había tomado mi artificial y tras el cañazo, el reel empezó a ceder línea en forma endemoniada llegando en la primera corrida a robarme mas de 20 metros de backing y aunque logré frenarlo arremetió en una segunda oportunidad produciendo el corte del tippet. Ambos no podíamos creer lo que nos bahía tocado vivir, pero no perdimos las esperanza de tener una nueva chance. Al día siguiente decidimos reforzar los equipos para que no nos pase lo del día anterior, pero ésta se repitió tres veces mas y en cada oportunidad nos demostró que él era superior y solo jugaba con nosotros.Ante tal experiencia organizamos un segundo viaje, pero en esta oportunidad junto a la Secretaria de Turismo de Salta con motivo de producir un material fílmico para la provincia del producto pesca, por lo que en esta oportunidad haríamos un relevamiento mas a fondo de la zona. Al llegar a Orán nos esperaba Diego Castillo, guía experimentado de la zona y precursor del turismo de pesca en el noroeste, que nos informó que lamentablemente el Bermejo no estaba en buenas condiciones ya que el bajo nivel del agua presentaba mucha lama, -algas en estado de suspensión- que hace prácticamente imposible pescar, por lo que nos propuso ir al Tarija quepor esos días se estaban dando buenos ejemplares. Sin dudarlo al día siguiente salimos en busca de nuestro destino acompañados por Diego y Juan que nos llevarían en busca de nuestro destino: El Tarija.
Crónica de un combate inolvidable.
Después de cubrir 80 km de un camino por la yunga llegamos a la reserva de los Cajones Grandes del Tarija , tras pedir la autorización al guarda parque y mientras registrábamos nuestro ingreso , Diego tomó una caña de spinning y bajó hasta el río. Solo bastó un par de lanzamientos para demostrar por que es uno de los mejores, ya que concretó un par de piques y una hermosa captura de un doradillo de unos 3 kilos. Mi ansiedad ya no la podía controlar, pero nos propuso que siguiéramos un poco mas adelante hasta donde se cortaba el camino para acceder por allí a unas correderas denominadas el Arenal . Si bien eran solo 7 km mas de camino se me hicieron interminables, pero tuve la recompensa cuando llegamos al lugar, el paisaje era increíble un río de aguas transparentes que tenia tres grandes piletonescon aguas rápidas. Bajamos hasta el río y nos dispusimos a realizar las pruebas, aun con el recuerdo fresco de ese gran dorado del primer viaje decidimos que mientras Diego tratara de lograr un pique con cuchara yo estaría listo para arrojar mi mosca para procurar lograr el segundo pique,si bien no tuvimos la chance, Diego acuso un brutal ataque a la cuchara y tras el primer salto dejó en claro que se trataba de un verdadero monstruo, la lucha se prolongó durante unos largos 40 minutos y personalmente pensé en mas de una oportunidad que no lograría reducirlo, pero la experiencia de Diego sumado a un manejo magistral de la caña pudo arrimarlo, un espectacular ejemplar de unos 11 kilos que tras una foto devolvimos rápidamente al agua. Seguimos intentando hasta que tuve mi primer recompensa, sobre la cascada una tomada franca de un doradillo hizo palpitar mi corazón durante unos cuantos minutos. Para mí el día estaba hecho, pero Diego nos propuso cambiar de lugar y buscar otras especies que allí se encuentran como el surubí o el robal como ellos lo llaman al manguruyú.Para encarar esta pesca utilizaríamos cebos naturales y equipos convencionales, al momento de elegir el equipo Diego nos sugirió algo bien resistente y con monofilamento del 0.60 como mínimo, Diego se apostó en la cabecera de una cascada arrojando la anguila donde el agua empezaba a caer, según él es el lugar preferido por el robal, mientras yo me ubique sobre la corredera donde caía el agua y producía una corredera sobre el pozon, después de hacer trabajar unas cuantas veces la carnada sobre el lugar Diego acusó un brutal ataque que no pudo concretar, mientras tanto yo seguía buscando aguas abajo hasta que sentí como la deriva se interrumpió bruscamente y noté como el nailon empezó a cambiar de dirección, lo dejé llevar unos metros y le di el cañazo, en ese momento la caña sintió la presión del pez y el reel empezó a ceder nailon sin poder frenarlo, a unos 60 metros emergió de la superficie del agua la silueta de gran dorado. La lucha se planteo lejos y llena de piedras afiladas que atentaban contra el sedal, pero no podía hacer nada, las cartas estaban echadas y tenia un verdadero titán en la punta de mi línea, para colmo no tenía la oportunidad de acompañarlo por la costa ya que la selva era impenetrable. Durante los primeros minutos las corridas del pez me iban robando metro a metro por lo que supuse que la historia se repetiría. La alegría intransferible y los 13 kilos de furia. Como en el primer viaje, pero poco a poco fui ganando el terreno perdido hasta tenerlo a escasos cinco metros, en ese momento pensé que ya lo tenía pero una nueva corrida lo alejó nuevamente a donde habíamos empezado, a esta altura ya tenia a todos a mi alrededor dándome aliento, ambos nos debatíamos en una lucha sin tregua él buscando las piedras y yo tratando de evitarlas , poco a poco lo arrimé y sabía que solo tendría una oportunidad ya que el nailon estaba dañado por el paso de las piedras y solo podríalevantarlo en la zona donde caía el agua y la correntada se neutralizaba, una vez que lo tuve le pedí a Diego que me dejara izarlo, quería terminar la faena yo aunque lo perdiera . Pero la suerte estuvo esta vez de mi lado y pude colocar el boga grip en la boca del pez , no lo podía creer erauna bestia que acuso 27 libras unos 13 kilos, que había entregado todo en su lucha, la alegría del grupo se hizo sentir en la calma de yunga y después de las fotos rápidamente lo devolví a donde pertenecía, el río. Totalmente exhausto y con una alegría incontrolable decidí dar por finalizado la jornada ya nada me podrá robar ese momento y solo espero que otro tenga la fortuna que yo tuve de tal experiencia. Pero el viaje no terminó ahí, en la próxima les cuento el segundo gran desafío. Espero que hayan disfrutado del relato, nos encontramos en la segunda parte del viaje.
Fuente Daniel Calabrese