sábado, 1 de marzo de 2008

Tormenta de Limones

Luego de la fructífera y rápida pesca de altura, como estaba previsto, fuimos nuevamente por los limones como estaba previsto. El día se había puesto más que pesado y la aguja del barómetro del Walhalla orillaba los 900 y algo más hectopascales. La tormenta se desataría para el fin de la jornada, algo que con solo mirar al sur era evidente que se estaba gestando.
Lo cierto fue que a las 17 horas ya estábamos nuevamente en el centro del Banco de Pescadores. Unos minutos nos llevo arrojar y acomodar a la distancia exacta los X-Rap en el mar. Al ratito que Mariano localizó la primera marca el reel de equipo que tenia el señuelo a unos 50 metros de distancia comenzó a liberar línea a una velocidad inusitada. Sin perder tiempo empuño bien la caña. La línea salía velozmente y sin pausa. El pez se tomó un respiro y logré ganarle unos metros hasta que de pronto comienza a nadar hacia el barco y mis brazos, debido a la gran velocidad con que recogía para no perder la tensión de la línea y correr el riesgo de perderlo, ya no me daban más. Sabía que el limón era uno de los buenos. Una vez que lo tuve en superficie y a unos 7 metros aproximadamente de distancia, Mariano me pide que se lo aguante en el agua, porque cuando traemos prendido uno casi siempre hay alguno más que lo persigue. Fue así que empezó rápidamente a lanzar con un equipo de jigging copiando las direcciones con que la bestia me paseaba de banda a banda. Enseguida uno se “devoró” un Butterfly celeste y blanco.
En escaso tiempo logramos el primer gran doblete de la jornada de 8 y 7 kilos respectivamente. En un abrir y cerrar de ojos, hicimos las fotos y muy rápido nos colocamos nuevamente en la cancha. Otra vez alertados por una nueva marca, que la caña que actuaba sobre la estela acusa un fuerte cabeceo y el reel empieza a proporcionar más y más línea. Otra vez nos encontramos en batalla. Esta situación se nos dio exitosamente muchas veces seguidas. Era cuestión de tirar, acomodarnos y levantar uno. En un instante, a través del Nextel, Mariano dio aviso a Nico y Roberto, encargados de guiar al Malleo III ese día, para que a toda marcha se vengan con nosotros. No había tiempo por perder, los limones estaban más que decididos a comer. Por otro lado recibimos una llamada telefónica de tierra con pronóstico actualizado nos alertaba de fuertes vientos que llegarían en Mar del Plata cerca de las 7 de la tarde. Y si mirabas hacia el Sur y el gris plomizo metía más que miedo.
Con el tiempo casi contado y ya en compañía del Malleo III surcábamos las aguas con los señuelos y casi a la par izábamos limones. ¡De no creer! La experiencia que nos había contado Mariano, con detalles más, detalles menos, era casi igual. Así fue, casi en dos horas logramos capturar entre el Walhalla y el Malleo III, 14 lindos limones. La rapidez y contundencia de la pesca alcanzó como para emprender sin riesgos el regreso a puerto.
Mar del Plata y su oferta de pesca recreativa no deja de sorprenderme año tras año. Haber podido realizar éstas dos modalidades de pesca, o dicho de otro modo, pesca de altura y limones en una misma jornada no es cosa de todos los días ya que estos ciclotímicos peces son capaces de sólo comer o estar voraces una vez al día.
Por otro lado para todos los que amamos la pesca de los limones que Mariano haya dado con estos magníficos Rapala fue casi tocar el cielo con las manos por como venía la temporada. Es sumamente llamativo cómo trabajan en altas velocidades como así también el balanceo que tienen.
Hoy la adrenalina de la velocidad extrema troleando. Mañana los “fierritos”. Y pasado, bien remolones, los profundizadotes… Por esto me atrae tanto pescarlos.
Para terminar, ya pesar de las pocas capturas realizando pirking de altura, la modalidad es incuestionable en cuanto a sensaciones de pesca respecto de la tradicional de altura con carnada. La pelea que ejercen y la diferencia vital con que llegan a la superficie es increíble cuando uno está acostumbrado a ver como levantan con los “malacates” los peces en dos segundos desde 40 metros de profundidad y que lleguen “acostados como una bolsa de papas”. Personalmente prefiero a ciegas resignar cantidad por calidad de pesca. Hay que invertir tiempo y ganas, lo que sí les aseguro no se van a arrepentir. Definitivamente, ésta experiencia me hizo decidir no tocar más una carnada natural en el mar cuando pesque, embarcado. De cábala les dejo “Agrios” saludos y hasta la próxima “limonada”,
Por Gustavo Arduino