sábado, 3 de mayo de 2008

Pesca embarcado en Brasil

Cierta vez me preguntaron cómo yo explicaria a mi familia lo que significa PESCAR. Esa pregunta me fue hecha por un señor que solía observarme mientras yo volvía de la pesca en la Playa de Guarajuba, en Bahia; y esta misma pregunta me hizo recordar, de pronto, una serie de momentos placenteros que he tenido con la pesca. Y entonces le contesté que para entender mi explicación, él tendría que comprender que para mí, todos deberían hacer parte de la ‘cosa’, que su presencia era algo necesario (fundamental) y que yo tengo que atraparles en eso.Desde niño solía hacer compañía a mi papá en sus pescas, disfrutábamos de manera intensa aquellos momentos, como en un rito que empezaba con la expectativa del amanecer, la preparación del barco, la compra de las “carnadas” con los pescadores, hasta nuestra llegada al “pesqueiro”, el punto de partida para una nueva aventura. Platicábamos alegremente sobre muchos temas, y hasta los asuntos más complicados se convertían en dialogo fácil y fluido, a causa de la alegría de aquellos momentos.
A veces llego a pensar; que en mi caso esta pasión que tengo por la pesca pueda que sea algo genético, heredado de mis padres. Y desde entonces ya nunca he dejado de pescar, pues cada pesca es una experiencia única que vivimos, además de los beneficios terapéuticos que esta práctica nos trae, ya que estando atrapados en esta actividad, podemos resolver algunos problemas de nuestra rutina diaria, tenemos tiempo para reflexionar sobre el trabajo, la familia, los amigos... es decir, yo suelo jugar diciendo que una buena pesca sale más barato y efectivo (útil) que hacer una visita al psicólogo, y aún hay la ventaja de que no necesitamos ningún tipo de antidepresivos, ninguna droga medicinal para sentirnos bien.
Hace unos días quedé con algunos de mis amigos pescadores que saldríamos al mar a las 4:30 de la mañana, en un día en el que el sol saldría a las 5:36 h, y este horario sería el ideal para que ya estuviéramos en el sitio de la pesca, que está ubicado a 10 mil millas náuticas del Puerto de Guarajuba (Costa Norte de Bahia y punto final del andén marítimo) y para los legos en el tema, les explico que es en ese lugar donde la profundidad del mar aumenta y pasa de los 200 m a los 1500 metros de profundidad.
Ya nos encontrábamos en el mar y durante casi una hora de recorrido que llevamos para llegar a ese punto, mientras navegábamos, arreglamos las “carnadas”, preparamos las cañas de pescar y platicamos mientras podíamos contemplar un maravilloso amanecer, con un color dorado tan intenso que solo uno estando presente puede saberlo, pues era algo indescriptible.
El tipo de la pesca al inicio sería “PESCA DE ARRASTO” (lo que en Pezcalandia denominan trolling) con el uso de carnadas artificiales, carretilla Shimano 30 LBS* con las que se puede capturar atún y “woos” (caballas) y después pescaríamos de “fondo” usando carnadas de gambas y calamares, para lograr capturar en la profundidad de 150 m, el VERMELHO DE OLHO AMRELO, de la familia del PARGO, para el hecho usamos anzuelos 6/0 y carretilla eléctrica en los sitios ya ubicados por GPS en pescas de antes. El resultado fue muy positivo para nosotros; ese día pescamos cuatro Atunes que variaban entre los 4 y 6 Kg., también pescamos dos Caballas con 15 Kg. cada, además de varios VERMELHOS DE OLHO AMARELO, uno de nuestros mejores pescados y que nuestro amigo Pepe tuvo el placer de degustarlo. Nuestra vuelta (retorno) fue alrededor de la 1 de la tarde y entonces llega el momento más esperado para el pescador, en que toda su familia lo espera con el pescado.
Es un momento de reunión para sacarnos fotos, tratar el pescado y usar toda la “magia”, la “alquimia” de la cocina brasileña, además de que solemos usar un tempero especial en el preparado del pescado: el cariño. En esos momentos yo me siento completamente confraternizado con mi familia.
Creo que la pesca, además de provocarle ese “remolino” de emociones al pescador, cuando siente que sus piernas tiemblan y la ansiedad le domina, pues el corazón late por la duda de no saber si logrará su objetivo más grande: el pescado! y también en la sorpresa de saber el tipo de pez, en la expectativa de la llegada y en las tantas sensaciones ya dichas aquí, creo que es también un buen pretexto de reunión familiar, de ver a los amigos y de disfrutar buenos momentos en la vida. La razón que lleva millares de personas a ‘enamorarse” de la pesca se enseña en esta imagen que es el resultado de un trabajo hecho con dedicación y amor.
Por Gerardo Moreira
Staff Pezcalandia
Bahia - Brasil