domingo, 1 de junio de 2008

Las nuevas conductas

Por Rodolfo Perri-Parte II
Conversando con Jorge de Pezcalandia, decimos que dado y establecido el factor poblacional, que muchas veces, por escasez, nos obliga a peregrinajes cansadores, es cabal que enumeremos algunas prevenciones que servirán, de ser cumplidas, para colaborar con la labor oficial de control y mantenimiento de los ecosistemas, sin importarnos ser reiterativos. Dijimos en otras oportunidades que "no volverá el tiempo de las cogoteras llenas", hoy lo repetimos. Quien prepare su equipo no vacile en incluir una cogotera en su lista, pero, atención, que no supere las 10 piolas y eso, en casus extremis. Lo más práctico consiste en una simple, de ocho o seis piolas, de vuelta larga, para permitir colocar hasta dos perdices por cada lazo. Así, en una cogotera simple, hecha en casa, ubicaremos no más de 10 piolas y estaremos entonces bajo control y suspenderemos la partida aún antes del crepúsculo nocturno. Para quien sonría escéptico, van algunas observaciones que hicimos en la zona de los pantanales de General Belgrano.
Del cálculo aproximado de marcas y levantes de perdices llegué a la cuota (sin disparar un solo tiro, desde luego) ,con diez perdices una hora antes del mediodía, habiendo comenzado poco después de las 9.30hs. De esa comprobación se obtiene que nuestra partida de caza podría muy bien comenzar a las 9 hs. y terminar a las l0hs. con el cupo cumplido. No es así, no siempre los potreros rendirán igual a pesar de pertenecer a un mismo campo. Y, muy importante, dependerá de la actitud, o responsabilidad del tirador o cazador titular, quien deberá evitar no caer en lo que el vulgo llama la "fiebre del gatillo". Para ello bastará con observar las reglas de juego ya consagradas ,por ejemplo, no disparar nunca contra un ejemplar que levantó vuelo a un metro de nuestros pies, sin haber sido antes detectado por nuestro perro, ni sobre el ave que vuela una vez sobrepasado su escondite , a nuestras espaldas, sin tampoco haber llamado la atención del auxiliar. Se dice entonces que allí "ganó la perdiz" y se la deja ir. Estamos hablando de campos en los cuales la población silvestre sea abundante y no de zonas menos pobladas, en las cuales se obtienen muy pocos vuelos. Allí podría perdonarse al tirador un tanto apresurado, si bien se deberá tratar de abandonar la zona, ya que , al haber pocos ejemplares, nuestra acción de cazar será especialmente perjudicial para el equilibrio de la fauna allí. Siempre en referencia a zonas bien pobladas, podemos sugerir no usar el segundo tiro de nuestra escopeta si con el primero no llegamos siquiera a tocar al ave. Es una actitud loable y que nos permite al mismo tiempo corregir defectos, al par que alargará la sesión de caza y nos exigirá mayor atención.
Por Rodolfo Perri Para Pezcalandia Buenos Aires - Argentina