miércoles, 4 de junio de 2008

Supervivencia Selva Y Monte Delta Paraná

Con gente de Pezcalandia otros instructores de distintas disciplinas y un grupo de ex alumnos quienes habían realizado nuestros cursos de Supervivencia y Orientación en las modalidades básicas y avanzadas en nuestro Centro Argentino de Capacitación y Entrenamiento Northaltitude (C.A.C.E.N.), organizamos una salida práctica en un terreno caracterizado por una geografía agreste y hostil de selva y monte, en el Delta del Paraná (provincias de Buenos Aires y Entre Ríos – Argentina), el cual tuvo tres días de duración. El objetivo de esta salida práctica de “Supervivencia” era que ellos afiancen sus conocimientos y sumen experiencia en el uso y aplicación de técnicas de Supervivencia para ese tipo de terrenos naturales, comprendido por abundante vegetación, que pondría no solo a prueba sus habilidades adquiridas en supervivencia a través de los cursos que habían realizado, sino en las formas de orientarse y realizar una navegación terrestre (marcha en el terreno) en medio de una espesa vegetación, algo difícil pero no imposible. Una vez todos reunidos en un punto urbano de la ciudad de Buenos Aires (Capital Federal), nos trasladamos en vehículo (una combi) hacia un puerto en el Delta del Paraná, donde abordamos unos botes y nos internamos en medio de la vegetación de selva y el monte del lugar, navegando por algunos ríos internos. Después de una hora y media de viaje, llegamos a un lugar, en medio de la mañana soleada, con tiempo algo frío, donde apenas hicimos pié en tierra, alumnos e instructores aplicamos la técnica para ubicar y conocer especialmente el Norte Geográfico. Nuestro cuerpo de instructores le indicamos al grupo de alumnos aquellas actividades que debían realizar durante el primero de los tres días que duraría la supervivencia en el lugar. Para ello, extraje de mi Equipo Personal de Supervivencia (E.P.S.) una brújula y una Carta Topográfica de la zona, a escala 1:50.000, nos orientamos e iniciamos una travesía (marcha en el terreno) de algunos kilómetros de distancia, a través de la densa vegetación de esa zona selvática, donde sorteamos algunos obstáculos naturales, siendo que a pesar de ser la época de invierno, la presencia de plantas y árboles de diferentes especies era abundante, lo que demoró un poco mas nuestra travesía. En el desplazamiento, nos encontramos con la presencia de muchos ríos angostos internos de los cuales, por sus características no era posible cruzarlos a pié ni tampoco hacer el cruce a nado. Para ello, derribamos algunos árboles y utilizamos llanas de diversa extensión para cruzar los ríos de orilla a orilla, algo que nos consumió demasiado tiempo y en cierta forma, demoró algunas de las actividades a hacer en ese simulacro de encontrarnos ante una emergencia pero, el cruce de ríos formaba parte de la salida y lo que la naturaleza nos brindaba como obstáculo para ponernos a prueba, lo usamos como ayuda. Después de varias horas de marcha en el terreno, arribamos a un lugar determinado e instalamos un campamento rústico para esta actividad, en medio del cansancio originado por la dura travesía que hicimos, donde a veces parábamos a hidratar nuestros organismos. Seguidamente, los participantes (ex-alumnos de cursos), en su mayoría quienes ya habían realizado los cursos básicos y avanzado de Supervivencia en nuestro Centro (no aquellos de Orientación y Navegación Terrestre), iniciaron las actividades en forma espontánea –basados en la experiencia que habían recolectado en los cursos anteriores. El primer día de la práctica no significó mucho para el grupo en el sentido que si bien portábamos en nuestros equipos una ración mínima de supervivencia, ese día solucionamos y paliamos el hambre generado mayormente por el desgaste físico en la travesía, mediante la adición de esa ración a la cual usamos porque no sabíamos si durante los dos días restantes podríamos conseguir alimentos de origen silvestre y así, obtener energía para nuestros organismos. En el campamento, construimos refugios con todos los elementos disponibles que teníamos a alcance de nuestras manos, aquellos que la naturaleza nos proveía: aquel artificial compuesto por una lona de 2 x 2 mts. y aquellos naturales compuestos por ramas y troncos secos, cañas, llanas, plantas, hojas, etc. Si bien el refugio nos proporcionó tranquilidad, seguridad y calor, especialmente por haber generado una fogata en su proximidad, haber preparado una suerte de cama con elementos naturales también, no fue suficiente para evitar que la humedad del suelo penetre en nuestros cuerpos (además, estábamos ubicados a pocos metros de un río), algo que debimos sobrellevar y tratar de superar, mediante al calor humano que generaban nuestros cuerpos al estar todos juntos y algo apretados. El segundo y tercer día que también nos recibió con un buen sol en un ambiente de oxígeno puro donde nos sentíamos raros pero saludables, nos dedicamos a realizar otras actividades, entre ellas, aplicar técnicas de Señalamiento para ese tipo de zonas, obtener agua (no había problemas pero igual la potabilizamos por las dudas), obtener alimentos naturales, generar fuego por el método natural de fricción de maderas y otros elementos artificiales, orientarnos nuevamente en ese lugar, etc. Además, los instructores de supervivencia y primeros auxilios (paramédico), brindamos charlas sobre temas relacionados con la medicina de supervivencia, psicología del superviviente, liderazgo y grupos humanos, seguridad en la supervivencia, ofidios y alimañas (en esa zona donde practicamos y dictamos cursos no hay ofidios), construcción de arco y flechas, construcción de balsas de circunstancia para navegación fluvial, construcción de trampas, etc. Para finalizar la salida práctica de supervivencia, con algunos participantes quienes manifestaban la ausencia normal de alimentos en sus organismos (aunque pescamos muy pocos peces que nos ayudó porcentualmente a paliar el hambre) y por sentirse algo raros de encontrarse por tercer día consecutivo en medio de un ambiente natural agreste y hostil con su clima propio, realizamos la navegación de regreso al lugar donde nos había dejado los botes. Para ello, utilizando la brújula marcamos los contra rumbos y con la carta de navegación, fuimos al encuentro de los pescadores quienes nos estaban aguardando pacientemente y así, regresamos al puerto, donde la despedida de este entrenamiento estuvo compuesto por demasiadas tazas de café con leche, facturas y galletitas. El hambre era evidente y todos lo sentíamos, alumnos e instructores. Así finalizó esta “salida práctica de supervivencia para zonas de Selva, Monte y Bosque” realizada en el Paraná de las Palmas”. Gabriel Esquivel Instructor Northaltitude Staff Pezcalandia