Rodeado de imponentes montañas y con una privilegiada vista a la Laguna del Inca, el hotel de Portillo -con una tradición de más de 50 años- cobija a los amantes del deporte blanco.
En esta nota algunos tips para disfrutar de una temporada que se extenderá hasta la primera semana de octubre.
En 1962, cuando Bob Purcell y Dick Aldrich, impresionados por la belleza y las asombrosas condiciones para el esquí que ofrecían los Andes chilenos compraron Portillo, todo estaba por hacerse.
Sólo se accedía al lugar por medio de un precario servicio de ferrocarril y existía una única línea telefónica que funcionaba en verano, pero que con la primera nevada quedaba interrumpida.
Pero los norteamericanos, que habían viajado y trabajado por largo tiempo en América Latina, confiaron en que se trataba de un sitio con grandes posibilidades y sintieron que era el momento de invertir en instalaciones modernas para la zona de Portillo (denominado así por ser un pequeño paso entre las montañas).
Un par de años después llegaría el despegue definitivo del centro como uno de los más importantes de América del Sur, cuando Henry Purcell, sobrino de uno de los fundadores, se hiciera cargo de la gerencia general de la nueva organización.El joven Henry, de sólo 26 años, contaba con una mente aventurera y una sólida formación en administración hotelera. "Yo había trabajado 5 años para la Corporación Hilton, pero estaba cansado de los grandes hoteles de ciudad. No dudé en aceptar la oportunidad y me trasladé con toda mi familia a Chile.
Muy pronto descubrí que casi todo lo que había aprendido no me iba a servir de mucho en Portillo", cuenta su propietario.Sin lugar a dudas, convertir en un centro de esquí de nivel internacional esas bellas montañas que rodeaban la Laguna del Inca, significaba otro tipo de desafío, que se ligaba más con la pasión por el deporte blanco y el montañismo que con los cánones de la hotelería tradicional.
Más de cincuenta años después (aun cuando desde hace un tiempo quien se ocupa de la gerencia es su hijo Michael) Henry sigue siendo una presencia fuerte. Su paso firme y su rostro adusto recorren los pasillos del hotel supervisando que ningún detalle esté librado al azar. Pero el servicio que hoy ofrece no es cuestión de improvisación. Más de 480 empleados se preocupan de atender a los 450 huéspedes (ésa es la capacidad máxima).Infraestructura autosuficiente.
La vida en Portillo es muy relajada. Por momentos da la sensación de estar a bordo de un crucero enclavado en plena cordillera de los Andes, en el sentido de que al no contar con ningún poblado cercano y debido a las coyunturas climáticas, el hotel es absolutamente autosuficiente.
Allí nadie se levanta temprano. Las comidas se dan en un clima de rélax y conversación. No hay colas para subir a los andariveles y las opciones para después del esquí son variadas y seductoras.
Como por ejemplo: regalarse una sesión de masajes descontracturantes, utilizar el sauna, tomar clases de yoga o sumergirse en el jacuzzi temperado al aire libre, mientras se disfruta del atardecer en la montaña.
El living del hotel es el lugar ideal para leer, jugar cartas o simplemente gozar de un buen libro junto a la chimenea. También cuenta con otros servicios como gimnasio, cine, salón de belleza, guardería, clases de esquí, cíber café y una clínica. Para quienes gustan alternar deporte y vida nocturna, el bar ofrece música en vivo todas las noches y la discoteca está abierta hasta la madrugada.Las posibilidades de alojamiento están determinadas por paquetes de una semana, de sábado a sábado, con el sistema "todo incluido": alojamiento, 4 comidas diarias y medios de elevación. Los huéspedes toman sus comidas en el restaurante principal.Además de un único y gran hotel, con varios tipos de habitaciones, existen otras posibilidades más accesibles (pensadas para gente joven) que son los lodges Octógono e Inca. También cuentan con régimen de comidas que las toman en el autoservicio del hotel.
En cuanto al esquí, además de contar con nieve durante toda la temporada y de los doce andariveles (incluyendo cinco de silla) el Va et Vient, permite el acceso a las altas canchas del Roca Jack y el Cóndor, ofreciendo a los expertos acceso a un gran esquí en nieve polvo a cancha abierta y a innumerables pasos angostos y escarpados. Otra de las opciones para acceder a lugares extremos es el servicio de traslado en helicópteros.
Uno de los puntos que no se puede dejar de mencionar es el nivel de la gastronomía.
Ningún visitante debería dejar el hotel sin probar, por ejemplo, el ciervo con salsa de frutos rojos; el atún grillado con salsa de uva; la cazuela de congrio, los ostiones a la parmesana o los mejillones pil pil, por citar sólo algunas de las delicatessen que prepara Rafael Figueroa, jefe de cocina desde hace más de 25 años. Estos platos están incluidos en los paquetes y puede elegir entre las opciones de cada día.Hoy la tecnología está a la orden del día.
El ferrocarril ya no corre, remplazado por un eficiente camino de acceso y la variada frecuencia de vuelos que ofrece LAN Líneas Aéreas. Andariveles de última generación, habitaciones confortables con vista al lago, instalaciones recreacionales y wi-fi en todo el hotel son su marca registrada. Sin embargo hay algo que hace que Portillo conserve cierto espíritu "familiar".Algunas de las pistas pueden estar en que su arquitectura -tan propia de los '50- construida en base a madera y piedra, se combina con una modernísima atención. Y, fundamentalmente, en que muchos de sus empleados siguen siendo los mismos de las primeras épocas.
Fenómeno que también se repite en cuanto a los huéspedes, que generación tras generación siguen eligiendo este cálido maravilloso hotel para la práctica de esquí y la vida de montaña.
Fuente Los andes on line y como siempre, decimos, en Pezcalandia, siempre es un lindo dia....