
Es muy difícil la coincidencia de criterios o de intereses en esta actividad dado que al cazador le interesa, primeramente, poder cazar y luego, mantener el medio ambiente para que haya caza, mientras que al agricultor o al ganadero le interesa, primeramente, hacer rendir al campo lo máximo posible, sea o no esto la muerte o disminución de la capacidad productiva del campo. “Quiero obtener el máximo beneficio en todo el tiempo” es una ley ferozmente egoísta pero muy natural en esa bestia a veces tan peligrosa que es el Homo Sapiens.
En segunda instancia la mayoría se cree dueña absoluta del medio, flora, fauna y gea. No es así, nos lo indica, perenne la condición fugaz del ser humano. Todo se reduce entonces a conciliar los intereses de cada grupo. Ni el cazador puede recorrer el campo a su antojo ni el agricultor explotarlo a su gusto y paladar. Allí es donde el poder administrativo, (el gobierno) deberá intervenir siempre. Conciliar sin prohibir es la tarea, bien ardua por cierto. Nos toca, creo, la labor orientadora en base a estadísticas y comprobaciones personales. Se puede cazar siempre. Por qué y cómo?. Porque siempre habrá un factor desequilibrante al cual el cazador podrá ayudar a regular. Es el caso de las llamadas plagas naturales. En el nuestro, las palomas y las cotorras en primer plano. Los rapaces, (chimangos, halcones y caranchos, amén de zorros y gatos salvajes) en segundo lugar. Eso en la caza mal llamada “ menor”. Porque cazar es perseguir, buscar la presa y abatirla, pese 500 gramos o 500 kilogramos. En la caza “mayor” dependerá del número de ejemplares, o sea la densidad por distintas áreas dará el camino a seguir o la pauta de caza según sea alto, o simplemente la suspensión de esa actividad si es escaso o con peligro de desaparición.
De la escopeta al rifle


Cuando de la caza de grandes bestias se trata, la actividad del cazador será una suerte de vigilancia y control biológico. Todos sabemos de la gran expansión de los antílopes, axis y dama, en nuestra pampa húmeda. Será cuestión de organizar cacerías de regulación del número y de equilibrio en la cantidad de hembras y machos. En el caso de los antílopes se hacen batidas para diezmar la población. Con los axis y damas en cambio se abaten generalmente las cornamentas defectuosas o pobres, que indican la presencia de un semental pobre. Las hembras casi siempre son respetadas porque con el ciervo, de menor capacidad reproductiva potencial es importante el número para lograr una población estable. Se trata más bien de garantizar una buena descendencia, sistema que, por otra parte, se aplica también con el ciervo colorado en muchos cotos privados.
En estos casos el equipo del cazador dista mucho de lo habitual en la época de gran caza, generalmente en otoño, cuando se establece la brama. En este tiempo basta con ropa fuerte pero liviana y calzado compuesto por zapatillas de suela de goma y loneta, en lo posible de caña alta, pantalón de tela fuerte y camisa, en lo posible camuflada, al igual que la gorra o sombrero.
Para el arma me inclino por el infaltable Mauser 7,65 o el R 3006 con mira de cuatro aumentos fijos, puede ser entre otras una Gibsons 4 x 40 fija u otra de mayor alcurnia, depende de la economía de cada uno. No es lo mismo con el jabalí, la otra presa habitual de los recién iniciados. En este caso es común observar cazadores con escopetas de gran calibre y cartuchos de extraordinaria potencia, cargados con postas o munición “tigrera”.
Cabe una advertencia. El jabalí procrea todo el año pero el verano es más prolífico que el invierno. Por lo tanto deberá evitarse las piaras en las que abunden crías nuevas, por la posibilidad de abatir a la madre y condenar a los cachorros A UNA MUERTE CASI SEGURA.
Para finalizar, es conveniente respetar las zonas denominadas de recría de todas las especies, compuestas casi siempre por pasturas naturales o matorrales tupidos. En el caso de las perdices y demás tinamiformes, la visita inesperada a un nido motivará, si se manipulan los huevos, el abandono de éste, con la consiguiente pérdida. En síntesis se trata de ejercitarse en la época estival, mantener el estado físico y darle el, gusto al gatillo, aunque sea en escasos días en toda la veda, los cuales ayudarán a facilitar la tan prolongada época de prohibición “total”.
Por Rodolfo Perri Para Pezcalandia Bs As - Argentina