En Pezcalanda compartimos y también decimos "La Primera vez de pesca de dorados".
Todos o casi todos los pescadores al ir por primera vez al litoral hemos pasado por esta experiencia o algo parecido.
Nuestra redacción encontró de nuestro colega Daniel Calabrese estos contenidos, como decimos en Pezcalandia, todo un tip..
Estimado señor, usted se ha incorporado al fascinante mundo de la pesca y todos sus amigos ya le han dicho que si no pescó un dorado todavía, no ha pescado.
Si usted está decido a probar suerte continúe con este instructivo. Bien, la primer tarea que debe resolver es hablar con su esposa, concubina y/o amante y convencerla / s que debe recorrer 500, 600 o mas kilómetros para ir a pescar. Ante la pregunta de su pareja …”Pero y por qué no vas a la costanera… o a Chascomùs a pescar ?”. Persuada a su mujer, coméntele en el mejor tono posible, que dos días de separación a lo sumo tres, va a venirle muy bien a la pareja y dígale de paso que el día que un dorado aparezca en la laguna de Chascomus la noticia saldrá en la primera plana de Clarín. Si la convenció, corra inmediatamente, tome el teléfono y reserve el pasaje en el transporte elegido y coméntele a sus compañeros que se prende en el viaje.
Haga toda esta acción en vos alta como para que escuche su pareja. Recién ahí podremos decir que el viaje no tiene marcha atrás. Importante: No pierda el tiempo en esta acción, no deje un segundo para el arrepentimiento. La salida ya esta en marcha. Ha sorteado un importante obstáculo, comienza ahora una etapa en donde los preparativos de los equipos pasarán al primer plano. En esta periodo usted participará de reuniones en donde recibirá decenas de versiones y consejos de amigos y sabelotodos varios que le dirán: “llevate este modelo de señuelo y de este color, el nylon deben ser….., “Tenes que conseguir multifilamento del 91 , si es posible cosecha tardía.” Le dirá algún amigo enturbiado por el tinto elegido para la reunión. Si bien usted se irá de esas tertulias previas más confundido de lo que estaba, con lo que pudo acumular de información, irá a la casa de pesca amiga y dejará inexorablemente el aguinaldo. No se preocupe es normal. Llega el gran día. Errar es humano, aprender es divino. Madrugada del día estelar, ingresando a la lancha se presenta con el guía. Usted intentará disimular que es un novato. No haga el esfuerzo, es inútil. El baqueano apenas lo vio, ya se dio cuenta que es la primera que usted sale a pescar dorados. El guía lo invitará a mostrarle todo lo que usted tiene en la caja de pesca, e irà descartando uno a uno todos sus elementos, especialmente los aparejos que compró y dejó el aguinaldo en su casa de pesca amiga. “ Esto no sirve, no sirve,…. Esto tampoco sirve.”
El experto, para su sorpresa, lo único que rescata de su caja de pesca es un anzuelo 9/0 olvidado, que usted había comprado en el invierno del 87 junto con un aparejo de pejerrey.
Comienza la aventura, la lancha parte con rumbo desconocido, apenas sale, usted comprobará tiritando que a pesar de estar en el "cálido" litoral, a las 7 de la mañana, embarcado y navegando a buena velocidad , usted se caga de frío. No se preocupe, es normal.
Recomendamos en esta situación no sentirse tan ridículo con el short y la musculosa que eligió como vestuario, puede que a las diez de la mañana le resulte mucha ropa por el calor reinante. Llega al primer punto de pesca y usted antes que la caña, solicitará encarecidamente un mate que le saque el temblor que lo domina. No se preocupe, es normal. Ansioso, luego irá hacia el balde de las morenas y comprobará que las muy ladinas prefieren quedarse en el balde antes de entregarse inertes en su mano. Le recomendamos en ese momento tocarse las mejillas, si usted comprueba que le ha crecido la barba en el intento de atrapar una, es hora de dejarlo al guía tomar la carnada.
Seguramente aceptó a regañadientes tal ultraje a su autoestima de pescador, por eso vuelve a recobrar seguridad y con autoridad solicitará la caña para realizar su primer lanzamiento y lanza. No se preocupe, es normal. A los segundos mirará la superficie del agua pero no logrará ver el lugar en donde cayó el aparejo. Si, por el contrario, será tangible la enorme galleta que se le armará en el carretel. Aún le falta averiguar donde quedó el anzuelo, se da vuelta y verificará que de la campera del guía -que si sabia del frío matutino de nuestro cálido litoral- cuelga una muy ladina morena. Evidentemente es la suya. Omita las palabras en guaraní que le dirá el guía. , simplemente pìdale disculpas en castellano y entréguele la caña para que pueda desenredar la galleta y sacarse la carnada enganchada de la campera. Luego de un trabajo de cirugía sobre su carretel, el guía lanzará, esta vez la carnada va justo al lugar donde debería ir, largará nylon y una vez hecho todo el proceso le entregara la caña. Importante: No vuelva a pedir disculpas, solo concéntrese puede que si lanzó el guía usted tenga probabilidad de pique. Pasan cinco minutos y nada. Tener la caña en la mano es lo único que usted debe hacer, pero recobró la confianza y cree que en el próximo medio minuto no va a ocurrir nada y decide (mal) dejarla en el posacaña para servirse una factura. Justo en ese instante el guía grita: “pique, pique” !! Pero usted no tiene la caña en la mano, sólo una bola de fraile rellena de dulce de leche a medio comer. Su caña vuelve a quedar inerte. El muy ladino (dorado), le comió a la muy ladina (morena), justo cuando el muy torpe (usted) decidió atragantarse con una bola de fraile rellena. Enojado. Decide tomar el toro por las astas, sorprendentemente pudo capturar una morenita moribunda del balde, la encarna y con decisión lanza hacia el mismo lugar que el guía. No hay galleta, no hay enganche del anzuelo en la campera. Pero hay algo que anda mal: su anzuelo desnudo cae al agua pero la morena voló libre como un colibrí hacia otro sector de la masa acuática. El guía ya tiene los huevos al plato y ganas de hacerlo frito a usted al mediodía en la olla negra, pero apela a su paciencia guarani y vuelve a armarle el aparejo, a encarnarle correctamente la morena y lanza en el mismo lugar que antes. Esta vez usted no va a comer la factura, sus manos están agarradas a la caña como pegadas con la gotita. Nuevamente se escucha la vos del guía: pique, pique !! Su caña cobra una curvatura increíble y usted en payasescos movimientos que ocasionan la risa de sus compañeros, la impulsa histéricamente hacia atrás, Vio al dorado saltar allá a lo lejos pero comienza a recoger un nylon fláccido que no opone ninguna resistencia ¿Cortó? se anima a preguntar, ¿es una vieja del agua? ,sus amigos lo miran pero ya no se ríen , lo conocen, y saben que usted esta a punto de estallar de calentura. Usted se está puteando con sus amigos y trata de explicarles que hizo todo bien, que esta vez no se tentó con la bola de fraile, pero el guía, el único atento a la situación le dice: “recoja, recoja, rápido !!” El afloje del nylon es en realidad la prueba de que el pez se viene como torpedo justo en dirección a la lancha. Cuando usted se da cuenta ya es demasiado tarde. El dorado le brinda un hermoso salto a 14 cm de la lancha y el anzuelo vuela desnudo por el aire. Su mejillas pasan de rosadas a un bordó intenso producto de su calentura. Nadie se ríe en la lancha por temor a caer sorpresivamente al agua. El guía trata de explicarle las razones, pero usted solo escucha una vos interna, que es la suya que lo mortifica con palabras soeces. Soy un pelotudo, soy un pelotudo. En su memoria irrumpe un dicho popular que parece a la medida de la situación. “La tercera es la vencida, la tercera es la vencida “ se repite hasta que se convence. El guía presto, ya le ha preparado todo el aparejo y lo lanza con precisión. Usted ya curtido por las amargas experiencias, sabe que: a) no debe largar la caña, b) no debe permitir que le afloje el nylon y c) que pescar dorados no se lleva bien con las bolas de fraile rellenas con dulce de leche.
Su mirada de águila se fija en ese punto distante del agua en donde espera ver romper la superficie líquida a su gallardo contrincante.
A los minutos, la punta de su caña se inclina violentamente, payasescamente usted vuelve a cañar , el nylon se le afloja pero esta vez usted recoge rápidamente y la tensión del nylon se recupera, al dorado no le queda otra que impulsarse, pero usted no le afloja, no le afloja, como el guía le repite reiteradamente. Y aquí señor….. se termina este instructivo, puede que el muy ladino pez amarillo le enseñe una nueva lección y escape nuevamente de su engaño, puede también que usted cambie su tensa cara por una orgullosa sonrisa pidiendo una cámara fotográfica para testimoniar la captura de su primer ejemplar de pirayù.
No importa el final de esta historia, de lo que tenemos la certeza es que ha vencido todos los obstáculos, Lo felicitamos.
De ahí en más cuando escuche la mágica frase · "vamos a pescar dorados” ya sabe que estará por comenzar una inédita aventura llena de historias y peces saltarines de la que usted deseará formar parte.
Por Daniel Calabrese
Fuente Tigre de Los Rios