sábado, 16 de mayo de 2009

Tormenta en la montaña

En Pezcalandia, siempre que encontramos un buen relato o tip, no podemos dejar de darle difusión, está bueno siempre tener la última info. Con sus 4.020 metros de altura, el coloso de la Patagonia se defiende. Larga fue la historia de los primeros intentos de ascenso. Al final se entregó, pero de tiempo en tiempo nos recuerda que no basta con la técnica, con el conocimiento y los medios de hoy en día para subir; el factor climático hoy como ayer sigue siendo quien decide.Pero al parecer ya no sólo esta montaña se contenta con expulsar a sus contendores, sino que además los coloca en situaciones límite, que los fuerza a ser rescatados.
En octubre del 2007, un grupo español-chileno con elementos civiles y militares se vieron expuestos al estado de gracia que sólo puede darte una tormenta patagónica cuando te alcanza en zonas altas. Toda zona sobre los 2.000 metros en los hielos patagónicos posee un clima notablemente inhóspito cuando se esta en una tormenta, mejorando drásticamente al bajar a cotas inferiores. Fueron rescatados vía helicóptero.Pasó un año, y otro grupo de españoles, canarios para ser precisos, salieron con viento fresco de sus faldas, habiendo alcanzado una altura sobre los 2.800 metros. Tras algunos días de tormenta piden la ayuda y curiosamente para ser Chile y el lugar en que se solicita, ésta llega a tiempo y son rescatados nuevamente vía helicóptero. Tal vez un hecho que sería común en otras montañas, no lo es en la Patagonia, y menos en el corazón de los hielos patagónicos.El pedir rescate, no sólo te afecta a ti, sino también arriesgas a otros, gratuitamente. Por el año 1995, luego de 15 días de tormenta en el hielo patagónico sur, junto a un grupo alemán, nos vimos metidos en una situación crítica, sin radios, sin comida, una carpa chica para cinco… hasta que logramos salir, solos.
Se dio la situación que los que estaban esperándonos pidieron ayuda, y llegó en forma de un barco de la armada, botes zodiac etc. Pero una vez que estos rescatadores nos encontraron, habiendo salido por nuestros medios, rechazamos caballerosamente esta ayuda, pues ni la pedimos ni las requeríamos. Me quedó grabada la frase de “No rescue”, del líder germano Arded Fuchs con quien estábamos pasando estas peripecias. A los marinos les costó aceptar el rechazo.
Es que el aceptar ser rescatado para un montañista que se precie, no es fácil, o no lo debiera ser. No es un viaje gratis en helicóptero por que estoy mojado, con frío y aburrido de la tormenta patagónica. Debiera ser ante un accidentado, pérdida total de equipos, es decir una situación límite. Cuando llega el helicóptero, siempre lo hace cuando el clima mejora, sino no llegaría, obvio! ¿Entonces por que no bajar por tus medios con dignidad? Posiblemente por el bochorno de gatillar esta acción de rescate, la comodidad de bajar fácil y el miedo de que te agarre de nuevo el “pesto patagónico”. Posiblemente en ambos grupos, europeos desacostumbrados, algunos, no todos, a la cara dura de la Patagona, la tormenta interminable que todo lo tapa, todo lo moja, todo lo hace miserable, les pega muy fuerte y se sienten en situación límite, y piden el rescate. Tal vez son los nuevos tiempos, los montañistas de consumo, los exploradores más digitales que reales, que no aceptan pagar el precio completo por la aventura.Queríamos subir el San Valentín, sabiendo que el mejor período es el invernal, pero sólo octubre de 2008 era fecha disponible así que salimos por un mes, con dirección a Coyhaique donde cargamos equipo y comida, y al otro día al valle del Lago Leones y desde ahí al Hielo, entrando por el acceso abierto por los neozelandeses en 1969/70, el más simple y fácil del Hielo Norte. El clima, nos acompañó con casi ocho días de sol y poco viento para la época, y así en fáciles tres viajes de porteos y un par más arriba del glaciar nos colocó en el portezuelo al sur del Cerro Mocho, tras sólo ocho días de haber llegado a la Patagonia.Éramos cuatro: Ariel Valle, Tomas Ariztía, el que escribe, chilenos todos, y José Mijares de España. José es conocedor del área por otras dos expediciones al Hielo Patagónico Norte.
Deseábamos subir el San Valentín, y luego regresar por el Lago Leones. Alcanzamos el portezuelo en un atardecer tormentoso, que en momentos nos hizo ver muy complicada la situación por un viento gélido y húmedo que nos empezó a congelar en muy corto tiempo, pero al bajar de ese sector, ya el clima se suavizó, pasando a despejarse y a darnos una puesta de sol y salida de luna preciosa; así son las cosas patagónicas. En un par de días más estábamos ascendiendo la rampa de nieve que lleva al plateau superior, donde esperábamos atacar el cerro, pero mientras subíamos las nubes con que amaneció ese día se empezaron a mover, a ascender junto con nosotros y a ir llenando rápidamente todo el valle inferior mientras nosotros aún en lo alto con sol espectacular, seguíamos ascendiendo. Pero esas nubes no me agradaban para nada y tras alguna argumentación logré que paráramos todos y pasáramos a hacer un campamento. Era temprano aún, con sol y sin viento, pero la duda de lo que pudiera venir aconsejaba guarecerse. Tras algunas horas, teníamos terminado nuestros muros de protección y las carpas instaladas, cuando llego la neblina primero, nubes cerradas después y al atardecer, incendiado por una puesta de sol preciosa, le siguió el viento y la furia, que nos acompañaría mientras estuviéramos ahí. Ocho días luchamos contra demonios. Contra los demonios patagónicos que te destrozan la carpa o te la sepultan de nieve, y los demonios internos, que hacen insoportable la espera, la incertidumbre de cuánto durará, si alcanzará la comida, si resistirá la carpa… Varios intentos de mejorar nuestra situación poco o nada ayudaron.
Tratamos de excavar una cueva o igloo, muy útil en otras expediciones, pero en este caso, tras cavar un metro nos topamos con hielo duro. El igloo no fue opción por lo blando de la nieve, y así algunos días amanecíamos tapados completamente por la nieve, tardando varias horas en mejorar algo el campamento; incluso lo trasladamos a un nuevo muro, pero la situación seguía igual. De otras campañas similares, sabía que tarde o temprano terminaría. Así había sido en 1996, en el Hielo Sur, tras 17 días de tormenta, y en 1995 tras 11 días, o en 1998 tras 10 días en una cueva; pero aquí queríamos subir un cerro y luego salir por nuestros medios, así que al octavo día decidimos salir y bajar.Calculamos la reserva de comida y comprobamos que no cubriría la espera para el cerro y poder volver, por lo tanto, con pena, optamos por desistir de la montaña, y salir de ahí.Varias horas nos tomó sólo salir y desarmar el campamento en plena tormenta, y los cuatro, encordados y con visibilidad mínima, emprendimos la bajada. Varias horas después, muy agotados acampamos nuevamente en cotas inferiores, con algo de mejor clima, como siempre ocurre cuando bajas. Quedaba comida solo para cuatro días, y en vez de hacer lo lógico y regresar por Leones donde teníamos comida y equipos, optamos por salir por el oeste, por la Laguna San Rafael.
Al menos así completaríamos una travesía Este-Oeste al Hielo. Una apuesta riesgosa pues en el año 2006 me tomó 18 días sólo poder subir por el glaciar San Rafael, debido a su retroceso y pésimo estado. Pero la mala suerte no puede perseguirnos siempre y en apenas cuatro días, dos de marcha forzada por el hielo bajo tormenta permanente y visibilidad mínima, mas dos días de marcha con 35 kilos a la espalada, por el ahora fácil glaciar, nos dejaron en el Parque Laguna San Rafael, ya sin comida, con el tiempo justo para tomar el barco de turistas que estaba ese domingo visitando la laguna. Unas horas mas tarde y lo habríamos perdido, viéndonos obligados a esperar el siguiente, en una semana mas en un páramo desolado, pues los guarda parques no estaban por todo el mes de octubre. Pero lo alcanzamos y salimos del área rumbo a Puerto Chacabuco.Dos meses después se logro, gracias a otros amigos, rescatar las cosas dejadas en el valle Leones.El Ejército rescató a montañistas españoles en la PatagoniaUn helicóptero del Ejército rescató a los tres montañistas españoles que permanecían aislados en el monte San Valentín de la Patagonia chilena desde que el pasado día 15 una ventisca les dejara sin material ni equipo de apoyo.Los tres se encuentran bien, a pesar de que uno de ellos sufrió una leve hipotermia que después superó,.Hasta hoy (17/12/08) las malas condiciones meteorológicas impidieron acceder a la zona en helicóptero. Una patrulla de siete miembros del Ejército y cinco efectivos de Carabineros emprendió el martes viaje hacia donde se encontraban los montañeros y preveía que tomaría tres días llegar hasta ellos.
Tras la intervención del helicóptero, los efectivos del equipo de socorro regresaron por tierra, gracias a la mejora del tiempo, con nubosidad parcial y vientos de hasta 30 kilómetros por hora.
Por Pablo Besser Jirkal
Fuente al Borde y el Dia