viernes, 15 de mayo de 2009

Trekking por Torres del Paine

En Pezcalandia decimos simepre que es lejos, el más famoso de Patagonia y en dónde miles de viajeros llegan desde todas partes del mundo a recorrer las montañas del Paine, sus glaciares y bosques centenarios, conviviendo con la naturaleza en su estado original. Caminamos una semana por Torres del Paine. Acá el relato... El bus se encamina raudo hacia el norte desde la ciudad de Puerto Natales, la cada vez más turística capital de la provincia de Última Esperanza. El vehículo va lleno de mochileros que descansan antes de enfrentar al más importante trekking patagónico dentro del Parque Nacional Torres del Paine.Luego de casi tres horas de tránsito los dormidos viajeros despiertan de su letargo. La cordillera del Paine comienza a aparecer en gloria y majestad antes de afrontar la Portería de Laguna Amarga. Este punto, situado a 115 kms. de Natales, es dónde comienza la aventura para miles de viajeros que anualmente llegan a recorrer su intrincada geografía.Aunque existen varias posibilidades para adentrarse en la naturaleza de Torres, hay dos que sobresalen por entre las demás y que topan las preferencias de los visitantes. Se trata de caminatas de varios días en que se necesita llevar carpa, sacos de dormir y una mochila que cuente con la alimentación necesaria para cada jornada. La primera de ellas es la "W", circuito de cuatro días de duración en que se pasa por el Valle del Francés, el Lago Grey y la base de las Torres. La segunda opción requiere más tiempo pero es también el viaje más completo y que permite una impecable visión sobre Campos de Hielo Sur: el circuito Grande. Caminando el Grande Hacia SerónIr de trekking por dicho circuito involucra, al menos, una semana dentro del Parque. Premunidos del equipamiento necesario, abandonamos la portería de Laguna Amarga tras pagar la entrada en CONAF ($4500 nacionales; $15000 extranjeros), nos encaminamos hacia el sendero que dirige, en cuatro horas, hacia el camping Serón. Eso al menos dice la leyenda del mapa que a uno le entregan tras cancelar el ingreso.Andar por Torres tiene sencillas reglas: acampar sólo en lugares habilitados (los hay pagos y gratuitos), hacer fuego en cocinillas y no salirse del sendero. A poco andar se entiende el porqué del énfasis de dichas normas.El paisaje de prolongados valles, con flores y vistas a la cordillera del Paine se ve interrumpido abruptamente con la aparición de un bosque completamente quemado. El 2005 gran parte de esta zona de Torres del Paine fue convertida en cenizas por la irresponsabilidad del turista checo Jiri Smitak. Seis mil hectáreas quedaron como territorios fantasmas y testimonio de la torpeza humana.La ruta del primer día no es difícil aunque cansa igualmente sobretodo si se camina con zapatos nuevos o se tiene poca experiencia en el uso de una mochila pesada. No hay grandes subidas y los pocos obstáculos que existen se remiten a salidas de agua o cruce de riachuelos por maderos que hacen las veces de puentes. Tras cuatro horas, llegamos al campamento Serón. La Vida del CampingMuchos llegan con la lengua afuera al sector de campamento, mientras que otros ya llevan instalados acá hace horas. Es uno de los primeros aprendizajes de las jornadas que vendrán: el que llega primero se queda con el mejor lugar.A pesar de ello, Serón es un lugar en que todo el mundo se siente cómodo. Terreno plano, protegido del viento, ducha con agua caliente y la hospitalidad de los trabajadores del camping que duermen en la casa de Serón, única edificación del lugar, es el plus.Una vez instalados procedemos a comer. Punto fundamental y en el que se recalca tener cuidado es el uso de la cocinilla (el incendio del checo comenzó por el descuido del aparato que finalmente volcó) y el saber racionar la comida que se lleva. No es que uno quede sin nada para alimentarse si se pasa en las medidas ya que en todos los campings pagados hay venta de víveres, sin embargo hay que tener una billetera abultada para asumir el gasto. Dentro del parque los precios triplican los valores oficiales. ¡Auch!La vida de campamento depara agradables sorpresas: el conocimiento de los otros viajeros es parte viva de cada anochecer. Gente de puntos distantes del planeta, otros chilenos y miles de historias se entrecruzan bajo los cielos claros del anochecer patagónico. Día 2: Hacia el DicksonTomada en cuenta la consideración de llegar antes para dormir en mejor sitio, nos levantamos temprano. Desayuno con leche y cereales, mientras la carpa vuelve a ser parte de la mochila y ésta se convierte en una extensión de la espalda.Seis horas indica el mapa que nos separan del próximo campamento: el refugio Dickson. Larga caminata que es muchísimo más fuerte que la inicial del día anterior. El viento y algunas gotas de lluvia dan la alerta de que el clima no es estable. A decir verdad, en Torres del Paine nunca lo es.
Se pasa con una facilidad asombrosa de la tormenta al viento, del granizo al sol. El trayecto implica, a poco andar, el primer ascenso. Un desnivel de unos 400 metros en dónde uno se queda con poca respiración antecede a una postal: la vista desde la altura del lago Paine. Luego comienza un largo descenso que se abre entre los primeros bosques de lenga.
Acá estaba, antiguamente, el camping Coirón del cuál no quedan casi vestigios.
Un punto a favor ya que este lugar, que era gratuito, se convertía en un basural.
A mano izquierda aparece la cordillera del Paine con las vertiente Este a la vista.
Las laderas menos conocidas de los montes Escudo, Fortaleza y Cabeza de Indio, todos sobre los 2400 msnm y con admirables paredes que cercan parte de la panorámica.El objetivo de la caminata se ve unas horas más adelante, tras pasar por extensiones anegadas de terreno, al observar los primeros glaciares de la travesía. A mano derecha se despliega el glaciar Dickson que bautiza con el mismo nombre al lago cuyas aguas se alimentan de los deshielos de esta gélida masa. Dickson es también el nombre que bautiza al refugio que se ubica a un costado de la cuenca lacustre y el objetivo final del segundo día de caminata por Torres del Paine.
Por Jorge Vicente
Staff Pezcalandia