Llegó a la redacción de Pezcalandia, como una niña se acerca a un tiburón peregrino de seis metros de largo en Gilgo Beach en Long Island Nueva York el martes 14 de julio del 2009.
El tiburón llegó muerto a la costa y las autoridades dijeron que investigarían su muerte. Un grupo de activistas poco común promovió en el Capitolio la protección de un animal al que preferirían no volver a encontrar jamás.Casi una docena de víctimas de ataques de tiburones -muchas mutiladas y lastimadas- presionaron el miércoles al Congreso para que refuerce las leyes de protección a los tiburones frente a la pesca excesiva y a la práctica de cortarles las aletas para aprovechar la carne y dejar el animal por muerto."Les traemos una verdadera muestra de credibilidad", dijo Chuck Anderson, director atlético de una escuela de Alabama que pasó 13 días en terapia intensiva y perdió gran parte del brazo derecho después de que lo atacó un tiburón toro en el 2000, cuando nadaba en la costa del Golfo de México. "Me enfrentaré a cualquiera que esté en contra de nosotros".Anderson y otras víctimas de ataques llevaban puestas camisetas que decían "Sobrevivientes de ataques de tiburón por la conservación de los tiburones" en la reunión con los senadores y otros funcionarios.La campaña fue organizada por el Pew Environment Group en apoyo de un proyecto que defiende la conservación del tiburón, incluyendo medidas para un cumplimiento más estricto de las leyes que prohiben el corte de las aletas.La medida, que según los simpatizantes evitará los vacíos legales y permitirá una aplicación más estricta de la ley, fue aprobada con facilidad en la Cámara de Representantes en marzo y el senador John Kerry la introdujo en su cámara.
Entre otros aspectos prohibirá que las embarcaciones transporten aletas, ya sea que las hayan pescado o no, y permitirá que Estados Unidos llame la atención de otros países que no hayan implementado prohibiciones similares.Anderson y Al Brenneka, que perdió su brazo derecho tras un ataque de un tiburón limón de poco más de dos metros (7 pies) cuando surfeaba en Delray Beach, Florida, en 1976, dijeron que los ataques los llevaron a aprender más sobre los tiburones y finalmente a creer que los humanos son una amenaza mucho más grave para ellos que lo que los tiburones representan para la gente."No creo que sea justo que yo esté molesto. Entré en su ecosistema", dijo Anderson, que agregó que el tiburón toro que lo atacó lo arrastró casi cinco metros (15 pies) hasta el fondo del mar sacudiéndolo como a una "muñeca de trapo" antes de arrancarle el brazo.Los ataques de tiburones son extremadamente raros.
El año pasado hubo 59 en todo el mundo, cuatro de ellos mortales, según George Burgess, un experto en tiburones que dirige el Archivo Internacional de Ataques de Tiburones de la Universidad de Florida.En cambio, un estudio de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza presentado el mes pasado, señaló que casi un tercio de todos los tiburones del mundo están en peligro de extinción. Entre las especies en peligro están martillo, el gran tiburón blanco y los tiburones mako.
Sophia Hall / Foto APPor BEN EVANS The Associated Press