Este relato ha llegado a Pezcalandia y proviene de Viajeros.com, nos pareció piola así, que aquí esta tal cual de su protagonista.
Parece mentira pero no estaba nerviosa. Todo el verano deseando que llegara el día y cuando llegó el momento me encontraba relajada, mejor dicho descansada. Ya habíamos terminado de trabajar y de estudiar, ya no tenía que pensar en los exámenes, se habían acabado los agobios por una temporadita (que ahora que lo pienso ha sido muy muy corta) y solo quedaba empezar a disfrutar.Habíamos hablado mucho del viaje, de lo que queríamos ver y de cómo lo íbamos a hacer. Mientras íbamos subiendo cosas al blog se nos iban ocurriendo otras. Toni no paraba de contarme cosas de los otros viajes, me decía que era imposible que no me lo pasara bien. Yo con el agobio de los exámenes pensaba que si, que ¿quién no se lo pasa bien cuando está de vacaciones? pero no era consciente.
Ahora mismo, una vez en casa me doy cuenta de lo inconsciente que era en ese momento. Nunca llegué a imaginar lo que iba a ser y todo lo que ahora mismo iba a echar de menos estar allí otra vez.
Perdida por la otra punta del mundo, sin pensar en nada que tuviese que ver con preocupaciones de la rutina, descubriendo cosas a medida que íbamos viendo el país, adentrándote en una cultura que poco o nada tiene que ver con la nuestra, disfrutando de cada detalle y aprendiendo a valorar cosas que aquí ni siquiera nos planteamos el hecho de vivir sin ellas.Todo esto poco a poco, con mis recuerdos, lo que íbamos apuntando en el diario y a mí manera es lo que os voy a contar en este diario de viaje.
Intentar transmitir las sensaciones, lo que vivimos, más que lo que vimos. Porque lo que vimos al fin y al cabo es lo que se puede haber visto alguna vez en una foto, un video, un reportaje. Yo lo voy a intentar, aunque ya os digo de antemano que hay que vivirlo. Hay que estar allí.A primera hora de la mañana ya teníamos todo preparado. La última semana había sido para hacer las últimas compras y asegurarnos que estaba todo.
Yo me tuve que comprar todo, desde la mochila hasta la ropa que iba a utilizar porque ha sido mi primer viaje "con mochila". Las horas previas a la salida ya fueron para ir a despedirnos de la familia, así que con las ganas que teníamos a las 12 del mediodía ya estábamos cogiendo el tren a valencia para recoger el coche alquilado.No teníamos prisa, hasta las 10 no salía el avión, así que fuimos a la marcha, descansando cada dos por tres y turnándonos con la mala suerte de que el último trozo me tocó a mí y tuve que llevar el coche yo hasta el aeropuerto... Pero bueno, ¡¡llegamos a Barajas !!A las 10 ya habíamos embarcado. Con el "noseke" que me da siempre antes de subir a un avión, que aunque me encanta la sensación de cuando despega el hecho de pensar las horas que iba a estar volando me ponía un nudo en el estómago.
Pero la verdad es que teníamos cosas con las que entretenernos. No tenemos ninguna queja de Qatar Airways, nos gustó mucho (Toni ya la había probado) y de hecho la tendremos en cuenta para otros viajes. Al rato de despegar nos trajeron la cena (buena comida) y mientras ves alguna película (el orfanato, porque la quería ver y mas que nada porque casi todas las películas estaban en inglés y mi nivel aunque me sirve para defenderme no esta como para seguir una trama), o algún documental y te hechas alguna siestecilla se te pasa el rato.
No se me hizo largo y cuando te das cuenta ya te están trayendo el desayuno.
La parada en Doha curiosa. Los pañuelos, los velos, las túnicas, la "prayer room", las vistas desde el avión, toda una llanura, sin una montaña o un árbol...Una hora de descanso y otra vez al avión. Esta vez se me hizo un poco más largo y con el cambio de horario ya no sabía si lo que me estaban dando era la comida, la cena o el desayuno.
El caso es que 16 horas habían pasado desde que habíamos salido de Barajas cuando llegamos al aeropuerto de Bangkok, Suvarnabhumi y allí eran las 7 de la tarde, 5 horas más que aquí.Y cuando salimos de allí fue cuando me "choqué" con Asia, cuando empecé a percibir todo lo que me habían contado. Es diferente, se nota nada más salir del aeropuerto, y no porque veas que la gente es más morena o con los ojos rasgados, no, es que simplemente el hecho de ver un taxi de Bangkok ya te lo hace pensar. Por mucho tunning que se pueda poner aquí de moda yo nunca havia visto un taxi rosa, o uno medio verde medio amarillo, con luces de colores o con esa decoración interior tan colorida y psicodélica.
Así que medio hipnotizada aún subí a uno y fuimos a dejar las mochilas al Rambuttri Village.
Supongo que la velocidad a la que van allí los coches tiene que ver con lo que se tarda en llegar a los sitios, porque yendo como una bala tardó 45 minutos en llegar al centro!!! Con tanto color y la locura con la que se conduce por allí más que una carretera parecen los coche de choque de la feria.Bangkok es enorme y solo teníamos una noche, así que salimos enseguida a tomarnos algo y nos sentamos en el Susie Pub a hacernos una Tiger Beer. Nos entró el hambre y fuimos a un puesto donde nos hicieron la primera cena oriental, el Valla Cha Cha o una cosa así, un nombre que no pegaba mucho, la verdad, ¡pero fue mi toma de contacto con los palillos! Me costó un poco, pero he de decir que 15 días de práctica me han servido para que no se me escapen los noodles aunque sigo sin saber como coger el arroz...Khaosan street era obligatorio, Toni no quería que me fuese sin ver el bullicio, la gente intentado venderte de todo, una copa, una cerveza, un viaje en tuk-tuk, un espectáculo nosedonde, gente disfrazada, Jack Sparrow (en la foto no se si se aprecia, pero ¡¡tenía la misma cara!!).
Nos quedamos con ganas de ver más, pero sabíamos que Bangkok era de paso y no nos iba a dar para mucho. Además estábamos muertos por el trayecto, las horas de avión, el cambio de horario... no tardamos en ir a dormir y dejar el caos atrás.
Fuente Viajeros.com