viernes, 25 de septiembre de 2009

Reflexiones de pescador

En Pezcalandia, recibimos este relato y nos gustó para dar a difusión, disfrútenlo.
Estar en el Coto del río a que pertenezco, significa una relación social, de la que estamos necesitados los seres humanos y esto no solamente es hoy, sino de siempre, Aristóteles decía que el hombre era un ser sociable …. mucho más que cualquier abeja y que cualquier cabeza de ganado, aquí los socios confraternizamos, además de ser aficionados a la pesca deportiva y tener un lugar para estar en reunión y un espacio abierto en la Naturaleza de tan inmensa belleza como es el río Júcar, es un privilegio al que en absoluto vamos a renunciar.
Vengo cuando tengo libre y me encuentro tan a gusto, tan tranquilo y bien, que no me quiero marchar. Estaré por aquí mientras mi salud me lo permita, que creo será por mucho tiempo, y me baso en que el agua pura de Cuenca facilita la buena salud.
Hay personas que pagan cantidades enormes de dinero, por tener y disfrutar una parcela como la palma de la mano y nosotros disfrutamos entre ambas orillas de kilómetros de bosque y montañas que cruza nuestro río Júcar y donde tenemos nuestro centro de actividades en el arte de pescar, que va más allá que la afición lo que ya es importante, confraternizamos, comemos juntos, reímos, contamos chistes y en suma disfrutamos de la convivencia.
Esta preferencia de mi tendencia a venir al Coto, ha sido en épocas pasadas, origen de disputa con mi esposa, la cual me ha acusado de abandonarla a ella y a los hijos por venir aquí con mi caña, yo le respondo que nunca les he abandonado, a mi esposa la amo hoy como siempre la he amado y he estado pendiente de los hijos. Mi mujer con los niños, que hoy ya son mayores, hemos venido muchas veces, lo que ocurre es que surgieron opiniones divergentes respecto a su resistencia de venir siempre al mismo rincón, decidimos hacer un arreglo amistoso para compartir mi afición de pescar con las ansias de ella por salir conmigo, obligación de marido respecto a estar pendiente de la familia que yo acepto gustoso y responsable, por ello acordamos que el sábado y domingo y algún día que pudiera tener libre venir a pescar por las mañanas, y que ella estaba invitada a acompañarme cuando quisiera, como ha realizado infinidad de veces a partir de cuando nos compramos coche, por la tarde seria mi esposa quien decidiría donde quería ir, y yo la acompaño, bien es cierto que si había algún acontecimiento musical, teatral, exposición u otra actividad, yo informo, pero es ella quien decide y da la última palabra sobre la decisión a tomar, si bien es cierto que algunas veces tolera y admite mis sugerencias, en base a una buena convivencia llena de armonía.
Lo que mi esposa no lleva del todo bien, es lo que debe hacer con el pescado, que aporto, abastecemos a familia y amigos, hace tiempo compramos un congelador y también las hace escabechadas en conserva, si en escabeche se conservan muy bien en el frigorífico, es una receta manchega muy popular y sencilla.
Como decía, que toda la familia hemos venido al río, los niños se divertían mucho, con sus juegos del “pillao”, y al fútbol, y recogiendo hojas para hacer colecciones. Si había algún animalillo observable como dos ardillas que tenían por aquí su madriguera, las espiaban con anteojos, alguna vez hemos criado a algún pajarillo caído del nido que no encontraba la madre y han disfrutado atendiéndolo.
En fin una situación muy bonita donde disfrutábamos de la Naturaleza, es una ventaja de vivir en una ciudad donde el monte, los árboles y el agua están tan cerca de donde vivimos.
Ahora con el turismo, vienen visitantes de todas partes, la mayoría son madrileños, que quedan prendados de tanta belleza natural, cuando ellos solo ven el agua en el estanque del Retiro, tienen un río sin agua y las montañas a horas de distancia. Esto nos lo envidian los de la gran ciudad y quedan enamorados de nuestra tierra. También visitan nuestro río y el coto, emigrantes que ahora nos llegan de todas partes, algunos nos visitan en numerosos grupos.
Proceden de otras culturas y tienen respeto a la naturaleza, les cuesta esfuerzo aunque les cuesta entender que un coto es un sitio reservado para pesca de unos socios, a la que ellos también pueden pertenecer y participar como uno más, incluso pescar sin ser socio pagando un canon por dia de pesca, todos tenemos la obligación de respetar a los otros como el derecho a ser respetados, cuando esto se rompe alguna parte ve sus derechos lastimados, o menospreciados incluso hasta discriminados y surgen tensiones que a veces tenemos que cortar otros del coto, intentando la paz y la concordia entre los diferentes usuarios.
Algunos de nosotros lo más mayores, han estado como emigrantes en busca de trabajo y aclaran que han sufrido discriminaciones y vejaciones de algunos xenófobos de “democráticos” países Pirineos arriba, son ellos los más receptivos y comprensivos acordándose de el injusto trato recibido en su destierro forzoso obligado por la necesidad de trabajo.
Los más radicales son los dogmáticos de las posiciones extremas, en cuyas relaciones hay que tener cuidado, para evitar que las diferencias de tendencias humanitarias se respeten con la convivencia fundamental en esta actividad.Hoy no voy a pescar porque está amenazando lluvia y estoy convaleciente de una bronquitis, por lo que no debería de exponerse al frío, de todos modos voy a ver a la “abuela” y echarle la caña.
¿Vienes? Si lo haces me tienes que conservar el secreto.
Donde tienes a la Abuela, te prometo no descubrir tu secreto.
Es una trucha grande a la que yo la llamo así, que esta aislada y perdida, habita en un pequeña poza del limite del coto, por lo que no es visitada y como es un pedregal tampoco es transitado, allí habita, somos viejos conocidos, la veras cruzar, hoy el agua está clara y va a venir ahora que voy a arrojar masilla muy triturada para que venga a por ella, ya está aquí mira que grande, es enorme pesara más de cinco kilos, mira como come tiene hambre, ahora le tiro un anzuelo envuelto en la masilla que comiendo y no la toca, se come lo que le tires menos el anzuelo, ha sido pescada varias veces, por mi tres, y la he devuelto siempre, pongo anzuelo sin muerte para cogerla del morillo y no la lastimo, la sujeto con las manos enguantadas con tela limpia, para evitarle infecciones de piel, a esta mi vieja y conocida amiga, me daría un disgusto si un día vengo y no está por no lo digo a nadie y a ti bajo promesa de silencio. Vengo de vez en cuando a cebarla y alimentarla, yo la quiero y la respeto, no conozco si el animal que es salvaje, tienen entendimiento de afecto, lo que si es cierto es que creo me reconoce porque le proporciono comida cuando visito el Coto.
Un día remontará las aguas para desovar y no volverá, pero estará en mis recuerdos.
Vámonos que empieza a llover.
Fuente Wordpress.com
Por Florián Yubero
Photos Pezcalandia ilustrativas