En Pezcalandia, nos gustó todo este relato, que lo disfruten.
Por fin lo consiguieron. Tras un duro proceso de investigación y seguimiento, sin necesidad de recurrir a la mítica agencia Pinkerton, cuyo fundador por cierto sí sabía callar, como demostró al abandonar este mundo tras enfermar de gangrena al morderse la lengua, los modernos desfacedores de entuertos muestran al mundo vía youtube la respuesta a uno de los arcanos televisivos de los últimos tiempos.
El conocido programa de Bear Grylls, El último superviviente, es casi todo de mentirijillas.
Con lo bien que estaba el pobre Bear con sus carreras, sus saltos en helicóptero, sus pinchos de gusanos, esas tapas de rata almizclera antes de llegar al chamizo hecho con tres palos y siete ramas y devorar una jugosa barbacoa de tarántulas a la sal, regando el gañote con su propio caldo, que se mantiene a temperatura ambiente en el pellejo de una bicha, con la que igual, cuando llegue a casa tunea unas camperas que ni las del ranger Walker.
Pues eso, con lo tranquilo que estaba así, mostrando sus aventuras a espectadores sedentarios, curtidos en la suerte del sofá y el cuenco de panchitos, entregados totalmente a esa especie de ventana vital que durante una hora deja entrar en casa un huracán de riesgo y acción que refresca su tedio y les convierte en compañeros de viaje, ahora llegan los cuatro listos de turno, quizá envidiosos por el éxito del formato, e intentan echar por tierra las enseñanzas del afamado superviviente.Todo surge tras aparecer un video en youtube en el que se muestra uno de los programas de Grylls donde su camino en busca del añorado helicóptero, esta vez en el volcán Kilahuea, se ve interrumpido por una gran grieta en el suelo. ¡Cáspita, qué situación! Tamaño contratiempo no detiene al intrépido aventurero, por lo que sigue la fractura hasta dar con un inestable -según Bear- puente que le puede llevar al otro lado.
Encomendándose a San Pancracio le echa arrestos e inicia su periplo, creando en el espectador inocente una sensación de inquietud y desasosiego que le hace estar en tensión los tres o cuatro segundos que tarda el hombre en cruzar al otro lado.
Una vez sorteado el peligro, el simpático inglés sigue su recorrido mientras los espectadores se cascan de un trago la cerveza, triunfales, como si ellos hubiesen sido partícipes de la gesta, dándole de paso un codazo a la parienta mientres le dicen, Pa haberse matao.Hasta ahí, todo normal. La cuestión es que el video continúa y en lugar de Grylls aparece un tipo con pinta de dominguero, con un gorro como los que llevaban las niñas de La Casa de la Pradera, y que emula a Grylls en el mismo lugar en el que él se jugó el tipo, aunque, todo hay que decirlo, con un estilo algo más cutre, cruzando el puente ayudado de una botella de agua mineral, suponemos que para no desestabilizarse. El video termina al llegar el mozo al otro lado y andar unos cuantos metros junto a la grieta hasta que nos muestra el final de la misma y la posibilidad de sortearla sin los problemas existenciales que le surgen siempre al bueno de Bear. Como fin de fiesta, la cámara enfoca unos cuantos coches cercanos que circulan por la carretera que está al lado de donde el presentador decía que no pasaba ni el tato.
Para rematar la historia, el propio currículum de Grylls se pone en duda, acusándolo de inflarlo por interés, como por cierto ha hecho todo hijo de vecino más de una vez en la vida, y que tire la primera Mahou el que diga lo contrario. Resulta que ha vendido a todo el mundo que es un ex SAS, que dicho así parece que trabajó en el Servicio Andaluz de Salud, en la trinchera de Urgencias, como administrativo, jugándose el tipo con las demoras de agresivos pacientes impacientes, pero no, su SAS, aunque tan heroico como el nuestro, es mucho más reconocido e incluso clasificado de élite y sus siglas significan Special Air Service, no tan comerciales como los SEAL de las pelis americanas, pero bueno, molan.
La cuestión es que lo cuenta que parece que se tiró veinte años en ese cuerpo cuando en realidad por lo visto sólo estuvo apenas tres años –yo creo que no está mal para aprender técnicas-, de los que uno y medio causó de baja por lesión. Así que sigo pensando que son minucias lo que se le critica. Encima, en su haber podemos añadir que el infante Grayson Wynne, fiel seguidor de las enseñanzas Gryllianas, se perdió en un bosque del norte de Utah donde se encontraba pasando el fin de semana con sus familiares, y gracias a la aplicación que mostró en las lecciones de supervivencia impartidas por el ahora denostado presentador, logró aguantar dieciocho horas a base improvisar con el tema cuatro, el siete, y el doce, que siempre cae.Con todo esto qué podemos sacar como conclusión. Pues una muy sencilla y que a día de hoy no creo que sorprenda a nadie. En televisión todo está preparado, hay guiones que marcan las pautas, no se deja apenas nada a la improvisación, y lo que se busca es captar la atención del espectador, que se consuma masivamente el producto ofrecido, y gracias a ello, lograr colocar anuncios publicitarios en los intermedios del mismo.
Esto es así, y todos lo sabemos. Qué mas da que todo esté preparado en el programa de Bear Grylls, que no hay tanto riesgo y se pasa el día dando matarile a todo tipo de bichos. La base del programa es que te enseña técnicas de supervivencia, que nunca está de más saberlas, y encima es ameno, por lo que me importa un bledo si, fuera de plano, a un metro del supuesto estofado de escarabajos que se está ventilando, tiene un camping gas donde le espera calentito un revuelto de ajetes, receta secreta de su madre.
La cuestión es que entretenga, y desde luego, en los últimos tiempos, pienso que es único programa que en mi caso lo consigue, sin que llegue a crearme un trauma la exageración del supuesto riesgo que corre en determinados momentos, algo que a otros espectadores les pondrá de los nervios y se tirarán todo el programa –no cambiarán de canal, ojo- diciendo No tiene cuento el notas este…Para todos aquellos buscadores de programas sospechosos de veracidad les recomiendo que vean Quiz Show, basada en un hecho real sobre un programa concurso de televisión americano de los años cincuenta. O más cerca en el tiempo, y en España, tenemos el conocido caso de Sabes más que un niño de primaria, donde hay un fotograma en el que uno de los niños lleva un pinganillo por el que se sospecha que podría llegarle la iluminación intelectual. Sospechoso ha sido siempre también otro programa de supervivencia, Supervivientes, donde la peña come bajo cuerda lo que le pasan los cámaras, aparecen mecheros, o bien gana gente como Carmen Russo que ya había conseguido el mismo premio en el mismo programa de su país, y haciendo el mismo monólogo con el coco Enzo y escribiendo una carta con sangre, y los de Telecinco de aquí diciendo que no sabían nada. Claro.
Para terminar pondría un ejemplo con el mítico programa de Félix Rodríguez de la Fuente, El hombre y la tierra. Años después de su muerte, como siempre, cuando uno no puede defenderse, surgen críticas sobre su serie, echándole en cara que muchos de los animales estaban amaestrados, como los lobos, y que hacía montajes con las escenas, siendo algunas de ellas lo más alejado a la vida salvaje que nos pudiéramos imaginar. ¿Y qué? ¿Cual era el objetivo de Rodríguez de la Fuente? Que conociésemos la fauna ibérica en su propio entorno ¿no? ¿Lo consiguió? Sí. Pues ya está.
A ver cuántos pueden presumir de hacer un programa que pase a formar parte del imaginario colectivo, tanto por sus espectaculares imágenes –el águila despeñando a la cabra montesa, la manada de lobos atacando a una presa- como por su inolvidable banda sonora obra de Antón García Abril.
Por Naca