Una fecha esperada y soñada por todos los pescadores con mosca de la República Argentina y una cantidad desconocida de profesionales y aficionados de todo el mundo.
Decir que la Patagonia es nuestra, es solo un comentario de corte geopolítico. Algunos sabemos que la Patagonia es de los que viven en ella, de los que las disfrutan y la sufren, y de todos, todos los pescadores con mosca que la conocen o la sueñan como una zona que les pertenece en las fantasías frente a la morsa, ordenando sus líneas, atando sus líderes, acariciando sus cañas o abriendo una y otra vez sus cajas de moscas.Patagonia es para muchos un lugar del país que algunos imaginan y otros lo visitan, y en ambos casos, se la vive pescando.
Los pescadores pescamos sin pescar, vadeamos ríos sin conocerlos y clavamos truchas imaginando sus corridas solo con pensarnos en ella.La Patagonia nos une a pesar de las distancias, el idioma, las costumbres o la situación social en la que nos encontremos.Es un vínculo entre el surrealismo y la felicidad posible del pescador.
Pueden no pescar, pero entienden el amor enfermizo de aquellos que esperan el primero de noviembre para poder entrar a un río y buscar el primer pique.
Son observadores de ese cosmos íntimo de la Patagonia y los pescadores.Aquel que elabora una realidad ficticia en su imaginario y que dispara en su pensamiento situaciones que luego tratará de hacer realidad frente a ríos llenos de misterios.
La Patagonia es el marco principal de toda esa irrealidad manifiesta y es el lugar en el que, lo que fue sueño se transformará en vida y anécdota.Fuimos invitados por la Provincia de Chubut a asistir al acto de apertura de la temporada de pesca 2009/2010 en Corcovado. Un pueblo de casi 2000 habitantes atravesado por el Río que le da su nombre y rodeado de montañas que lo envuelven como guardianes de su realidad y crecimiento.
Un intendente pescador y un club de pescadores sumados a una provincia que entiende que el turismo de pesca es una posibilidad importante a desarrollar, hizo que el acto de apertura de la temporada tuviera la solemnidad que la pesca y esa zona, ideal para practicarla, se merece.
El acto se hizo en un sitio donde el valle se concentra en belleza, el río con su paso invencible sostiene el sonido de su violencia y alrededor, se muestran laderas verdes, preciosas, ascendiendo hacia cerros nevados, bellos y silenciosos.Al llegar se nota la convivencia de los chubutenses con el aire libre.
Todo está instalado en ese marco imponente compartiendo con el frío y el paisaje como asistentes infaltables, como compañeros intangibles de la vida cotidiana.Una mesa, de impecable mantel blanco, con platos de frutillas, bananas y kiwis cortados acompañan a unas torres que dejan caer en cascada chocolate blanco y negro. Bandejas de chocolates y pocillos para tomar café completan la hermosa mesa en que compartiremos como desayuno esa fondieu de fiesta.Un podio y un micrófono.
Hileras de sillas preparadas para el evento y una mañana fresca, soleada, que contagia a todos los que allí estamos a participar con seriedad de un día que solo indica un cambio de acción para los pescadores, pero es la inclusión de todo un pueblo a su impronta de dar servicios y compartir con todos los que se acerquen a su entorno especial.Seguro que a quienes comparten su vida con ese paisaje, no deben haber sido conmocionados como yo cuando lo cantaba.
Me sentía tocado por la geografía sintiéndome contenido por la música sin importar la lejanía del lugar en que lo hacía. Autoridades de la Provincia – Vicegobernador Ing. Mario Vargas y otros -, de Turismo – Ministro de Comercio Exterior, Turismo e Inversiones Lic. Eduardo Arzani , Director Regional de Turismo Edgar Sandoval - , de Pesca – Director de pesca continental Jorge Tascón, Coordinador nacional de pesca deportiva nacional Jaime Ríos, autoridades locales, - Intendente de Corcovado Raúl Diez – e intendentes de otras localidades y representantes de los Guardapesca de la Provincia y de Parques Nacionales trasmitieron con entusiasmo la importancia que los pescadores de todo el mundo tienen para la comunidad.
Ninguno dejó de destacar que el cuidado del recurso y las especies deportivas deben ser parte de una obsesiva dedicación para cuidar y compartir con todos aquellos que se acercan a disfrutar de esos ríos y lagos maravillosos que pueden ofrecer.
Se entregaron placas, hubo abrazos y reconocimiento a quienes habían hecho posible esa realidad. Fueron incentivos para que ese entusiasmo se transforme en trabajo y servicio para que Corcovado sea una de las sedes más importantes de la pesca deportiva del país.
Después de disfrutar de un asado extraordinario por el entorno, la afectividad manifiesta y la calidad de lo servido, Germán Sánchez, guía local nacido y criado en Corcovado, hijo del primer pescador con mosca local de la localidad nos invitó a probar el Río Corcovado Bajo, separado del mismo Río Corcovado Alto por una cascada que no permite el intercambio de peces.
Cercano a las cuatro de la tarde salimos, sin demasiadas esperanzas, a recorrer algunos lugares que la creciente provocada por una semana de lluvias nos dejara.Llegamos a sitios ideales para poder arrojar nuestras moscas, pero la violencia y turbiedad del agua, solo permitió que uno de nosotros, lograra pescar. Por supuesto fuimos avisados por Germán de esta realidad que nos había tocado vivir por las inclemencias del tiempo cercanas que había sufrido la zona.
Temíamos por el día posterior porque queríamos ayudar con nuestros escritos y fotografías tantos esfuerzos y voluntades dispuestas para nosotros los pescadores con mosca. Igual pudimos ver, conociendo por años los ríos de la Patagonia, que en dos o tres días de buen tiempo ese río sería un paraíso.
Esa noche fuimos recibidos e invitados por los socios del club de pesca de Corcovado. Comimos uno pollos a la parrilla cargados de camaradería y anécdotas extraordinarias de truchas y pescadores. Estas reuniones agrandan las fantasías de cualquiera que le guste pescar, porque lo que dice uno, lo afirma otro, y sirve para iniciar un nuevo relato que supera al anterior. Podríamos sumarnos al fetiche del pescador mentiroso pero sabiendo lo que significa pescar en La Patagonia, y en especial en la Provincia de Chubut, cualquier anécdota podrá ser verdad sin dudas y si no lo fuera, podría serlo.
Les paso el listado de los socios de Club de pesca de Corcovado porque si llegan a visitar la zona para pescar, o no, todos ellos se prestarán para ayudarlos en lo que necesiten. Germán Sánchez, Marcelo Ortega, Miguel Lavorato, Carlos Rojas, Damián Rojas, Daniel Pérez, Julio Rey, Roberto Price, Miguel Jiménez, Ángel Vargas, Horacio Sánchez Marín, Raúl Diez, Mario La Valle, Verónica Huentequeo de Sánchez y Yolanda Villagrán de Rey. No les paso la dirección y los teléfonos porque con solo preguntar por ellos en el pueblo los ubicarán fácilmente.
Podrán contar con su entusiasmo, experiencia y una magnifica predisposición a ayudar.A la mañana siguiente salimos para la boca del lago General Winter donde nace el Río Corcovado. Los muchachos del club habían salido antes para preparar una mesa de desayuno para nosotros.
El camino es un paisaje clásico de la zona. Cerros cubiertos de nieve en sus cumbres tornando algunas totalmente blancas y otras quebradas por manchas oscuras de piedra negra, laderas verdes y opacas terminando en mesetas apenas pobladas de arbustos y matas castigadas por la nieve y el sol. Caldenes, ñires y coníferas ralas nos acompañan en una marcha sinuosa por el camino de tierra áspera, apenas poceada.
Aparece el lago General Winter a la vista de nuestra marcha. Imponente, celeste y raramente casi sin olas ni ondulaciones provocadas por el viento. Se muestro manso con sus orillas delineadas como en un mapa ideal. Todavía no vemos la famosa boca y la segunda bahía, sitios de tantas capturas extraordinarias y fruto de relatos que nunca terminarán de transitar los recuerdos de los pescadores que la visitaron. Arco Iris salvajes que rompieron equipos preparados especialmente para pescarlas, piezas memorables por su peso y agresividad, soledad conmovedora visitada por el viento y el frío de los atardeceres, acompañada por la esperanza de un pique de esas truchas soñadas.
Al llegar, a pesar de ser el primer día de la temporada, ya hay algunas carpas y una precaria construcción debajo del puente que levanta un pescador, en cada apertura, desde hace muchos años. Entramos hacia el refugio del Guardapesca. Un hombre canoso, de cara junta y ojos pequeños, se arrima a nuestra camioneta con una minima sonrisa.Germán nos avisa que está todo el año en la zona y que es un cancerbero de la boca del Lago General Winter. Nadie puede pescar sin permiso y mucho menos escaparse de su mirada vigilante si comete una infracción contra las especies o el río. A pesar de venir con el intendente, con el Coordinador de Pesca deportiva de Argentina y otras autoridades en camionetas oficiales de la Provincia de Chubut, sin ninguna preocupación, pide a todos los permisos de pesca. Es una persona muy respetada por el tesón y sacrificio que significa el cuidado todo el año de este paraíso de la pesca de truchas Arco Iris.El río Corcovado empieza en esa boca ancha donde los pescadores arrojaban sus moscas, mirándolos desde el puente que lo cruza, sobre el margen derecho. El lago en esa costa formula una bahía donde observamos, en el poco tiempo en que desayunamos, algunos pescadores. Por la tarde no vimos a nadie en ninguna de esas dos posiciones de pesca. Luego de desayunar y exhibir nuestros permisos, subimos en las camionetas y bajamos el río en busca de dos sitios conocidos para nuestros guías. Después de transitar una huella paralela al recorrido del río por, más o menos, dos kilómetros, atracamos las camionetas enfrentándolas a la costa.Nos acercamos sigilosos y tres truchas patrullaban el pozo que se hacía en una pequeña bahía. Uno de nosotros, ya listo, sin pensar en las consecuencias de una costa acantilada y con mas de un metro de alto, arrojó su mosca al grupo.
Una de ellas, con displicencia y sin dudar tomó la mosca. La trucha estaba lista para defenderse, pero el pescador no estaba en las mismas condiciones. Después de llevarse la mosca, cortar el “tippet” y provocar una acción casi cómica por la sorpresa y los movimientos arrebatados de nuestro amigo, las truchas desaparecieron.El silencio que siguió a esa explosión cortaba el aire y los ojos asombrados de todos se cruzaban miradas de desazón y a su vez, de alegría. El hecho nos prometía un buen día de pesca. Germán y yo decidimos probar en las cercanías de ese lugar y los demás se separaron para llegar a dos pozones conocidos. El “Llao llao”, llamado así por una cabaña semidestruida que fue refugio de pescadores rodeada de un paisaje maravilloso como el famoso hotel del Circuito Chico de Bariloche.
El río, allí hace una curva. Sobre la vera derecha corre el veril que se ensancha y forma dos correderas de agua al doblar. Por la izquierda, la contramarcha del agua, forma un lecho de arena y piedra que permite vadear casi hasta la mitad del río. Desde allí, dos pescadores pueden acceder a las correderas y los remansos que se forman a su alrededor. Cuando nosotros llegamos, luego de fracasar en los lugares elegidos, Luis Jaime arqueaba su cuerpo y la caña estaba casi en el final de su acción.
Su figura, recortada en el río corriendo con el fondo de los cerros nevados y el cielo celeste, no por haber sido vista muchas veces, dejaba de ser hermosa. La trajo hacia el y Germán lo ayudó a tomarla. Era una Arco Iris preciosa, que no pasaba los tres kilos pero que superaba los dos kilos y medio, algo flaca, pero mostrando su cuerpo con los mejores colores de la sanidad. La soltaron por fin y nos quedó esa sensación tan feliz de haber podido pescarla y de devolverla naturalmente.
Estuvimos probando un rato mas en ese lugar, un pique furibundo, provocó, al soltarse la trucha, una frustración al pescador que lo había logrado. Nosotros decidimos bajar al Panizza.
Allí se habían instalado tres pescadores y otra vez cuando llegamos, uno de ellos, Tito Fontán, gritaba – tengo la quinta – y bajamos la barranca para ver la faena y disfrutar con el su buena mañana. Fue el héroe del día porque logró siete truchas en la jornada de pesca. No todos tuvimos esa capacidad. Fuimos dos o tres los que no logramos sacar ninguna y yo, particularmente, no pude, a pesar de mi esfuerzo y mi cansancio tener un solo pique.Volvimos a almorzar un asado espectacular que nos habían preparado los amigos del Club de Pesca de Corcovado. Las anécdotas de ese río se sucedieron como cascadas desbordadas de vivencias pasadas. A las cinco de la tarde decidimos volver una vez más al Río.
Nos habían dejado “El Panizza” para los que no habíamos sacado ninguna trucha. Me gustó el gesto pero no mi rol. Lo asumí sin queja. No tuvimos suerte o la capacidad para darnos cuenta como pescarlas y fuimos a otro sitio que como no conozco su denominación, si la tiene, lo llamaré Las Islas.
El río se arquea y formula una serie de pedreros bajos que forman correderas desordenadas entre islas que bloquean el paso natural del caudal.Caminamos separados esa zona. Germán en una hermosa corredera que se alargaba por el lateral de una de ellas, logra un pique. La trae por el medio de la corriente que, aliada con la vida, no quiere que la trucha sea capturada. La buena caña, la mosca ensartada y la pericia de Germán nos dan el placer de otra Arco Iris casi idéntica a la que habíamos filmado primero.
Fue algo más complejo arrimarla y poder fotografiarla. El color gris del atardecer palidecía, una vez más, los brillos magníficos de un río en la Patagonia.Una brisa helada se hacía sentir sobre nuestro cansancio y la decisión de marcharnos fue una consecuencia. Regresamos al campamento y emprendimos el regreso después de un día feliz pescando el Río Corcovado en su parte más cercana al lago Gral. Winter.El Corcovado en su parte alta es un río grande al que hay que conocer. La boca del lago y la segunda Bahía son lugares accesibles para poder pescarlos.
El río, estaba muy rápido. Su costa no permite castearlo fácilmente, pero si se encuentra un lugar donde poder bajar y arrojar las moscas, las truchas acechan en cuanto pozón o corredera esté al alcance.Con cada lance existe la esperanza de que uno de estos peces, fuertes y hermosos, tome la mosca y nos ofrezca unos minutos de felicidad que no olvidaremos fácilmente.Es tiempo de Streamers y líneas de fondo o shooting line. Creo, que el no haber obtenido un pique, tuvo que ver con que mi línea de poco hundimiento, para la fiereza de la corriente, no bajaba lo suficiente en su corto recorrido útil. Además, no tenía en mi caja las moscas que hubiesen ayudado a tomar un poco mas de profundidad al traerlas. Las usadas con éxito fueron Woolly Bugger lastradas o bead head con patas de gomas de color verde oliva oscuro en anzuelo cuatro y las Rabbit y Zonker del mismo color y en el mismo anzuelo. Todas con muchos brillos. Ninguno usó un equipo menor al seis y creo que estuvo bien porque el río y el tamaño de las truchas merecían esa fortaleza.El Corcovado Bajo lo pescamos sabiendo que si sacábamos una trucha sería un milagro, pero sabemos que, cuando se normalice su cauce, podremos recorrerlo sin inconveniente. Esos fueron los ríos, que en realidad es solo uno, que pescamos, pero la zona tiene otros fantásticos, junto a lagos poblados de truchas al que solo tienen que llevarlos.Todos, en Corcovado, con el intendente Raúl Diez a la cabeza, están para hacer que quien vaya a pescar a la zona, sea atendido y guiado para que nunca se olvide de haber estado en ese amable rincón de Chubut.
Los miembros del Club de Pesca están para ayudarlos y acompañarlos. Germán Sánchez, gersanchubut@yahoo.com.ar (Teléfono Móvil 02945-1568-8040), el único guía profesional con el que estuvimos, puede ofrecerles todos los servicios que necesiten además de una experiencia y hombría de bien que harán de su excursión de pesca en Corcovado algo inolvidable.
Corcovado - Chubut
Por: Enrique Gómez
Via Hugo Gallo