En Pezcalandia, recibimos desde Los Ángeles un muy buen tip.
Todo el mundo se alteró cuando el tiburón de siete metros (20 pies) comenzó a dar vueltas alrededor de nuestra lanchita de fibra de vidrio.
¿Qué hacer? Tirarse al agua, por supuesto.
"Esto es algo especial", comentó nuestra guía, Christina Colpitts, cuando tres pasajeros se arrojaron al agua en el Mar de Cortés y nadaron hacia la enorme criatura.
El tiburón ballena es el pez más grande que hay y probablemente el más bonachón.
Todos los años hay una congregación de esos tiburones en el Mar de Cortés. Aparecen en el verano boreal y el mejor momento para observarlos es en septiembre y octubre.
"Hemos tenido mucha gente que estuvo en Australia, en Belice, por todos los sitios (donde hay tiburones ballenas), pero que nunca habían podido nadar junto a ellos", comentó Kevin Warren, el propietario de la agencia de viajes de San Diego que arregló nuestra visita, Baja Airventures.
La agencia transporta a sus clientes en avionetas hasta el remoto pueblito pesquero mexicano de Bahía de los Ángeles, de 500 habitantes.
Desde allí parten lanchas de unos cuatro metros (26 pies) en viajes de una hora al albergue Las Animas Wilderness Lodge, situado en una cueva turquesa.
Los pilotos de Baja Airventures hacen también de guías y supervisan pequeñas excursiones en kayak, de pesca y buceo junto a los tiburones y la abundante vida marina de la zona.
Pero hay que estar dispuesto a soportar los rigores del paseo, a dormir en poco más que una carpa y a no tener electricidad ni agua corriente, por no mencionar televisión, internet y servicio de teléfono celular.
"Quiero que nos autoabastezcamos de todo allí", expresó Warren.
Los tiburones ballena pueden medir 13 metros (40 pies), pero tienen dientes muy pequeños y no son depredadores. En otras palabras, no tratan de comérselo a uno. Son gigantes sumisos, que vienen todos los años para alimentarse con organismos microscópicos llamados plancton.
Nadan lentamente muy cerca de la superficie, con la boca abierta para devorarse las nubes de plancton que le dan al mar un color jade.
"Son misteriosos y difíciles de hallar", comentó Jason Holmberg, del Ecocean Whale Shark Photo ID Laboratory. "Cuando más sabes de ellos, más dejas de lado las ideas preconcebidas que tenías de esos animales".
La organización de Portland, Oregón, sin fines de lucro estudia los patrones migratorios del tiburón ballena.
El gobierno mexicano trata de proteger a los tiburones ballena. Marca con boyas las áreas donde se congregan y tiene muy regulado el comportamiento hacia los animales. No se los puede seguir ni tocar, y no puede haber más de tres personas por lancha en el agua a la vez.
El alojamiento que ofrece Baja Airventures es bastante precario. Son básicamente carpas amplias, redondas, con un techo en forma de cono, como las usadas por los mongoles. La comida se sirve en una carpa central más grande.
Las carpas no tienen electricidad y no hay agua corriente. Los huéspedes se bañan con agua traída en bolsas que es calentada al sol.
Las avionetas son pequeñas y no pueden transportar más de seis pasajeros. El equipaje no puede sobrepasar los siete kilos (15 libras).
En otras palabras, no piense que va a llevar vestidos de noche.
"Hay que encararlo como un viaje que uno hace con amigos y con la familia", manifestó Warren.
Si bien el alojamiento es primitivo, la comida no lo es. Dos excelentes cocineros preparan platos mexicanos auténticos, usando a menudo peces recién pescados, y abundan las bebidas.
Lo mejor de todo es la vista y la vida silvestre. Es un paisaje desértico con cactus de diez metros (30 pies) y acantilados que parece se van a caer al mar, en los que hay numerosos pelícanos, pájaros fragata y otras aves.
Y no hay nada como flotar junto a una criatura muchas veces más grande que uno, escuchando el sonido del agua y preguntándose que estará pensando ese animal que lo mira a uno.
Fuente http://www.am.com/