Desde Pezcalandia, les podemos asegurar que es un programa fantástico, una salida diferente, los camping incorporan servicios y se mantienen firmes como opción.
Mina Clavero, Villa Cura Brochero, Nono, Los Hornillos.
Si bien muchos operadores perciben que en la región se acampa menos que en otras épocas, los campings de Traslasierra mejoran y dirigen su oferta a un público que tiende a segmentarse y a exigir servicios en función de sus requerimientos. Desde parcelas con baños privados hasta Wi-Fi, los establecimientos incluyen, hoy, una serie de propuestas para una modalidad de veraneo que sigue siendo elegida por muchos en una zona que se caracteriza por su naturaleza y sus paisajes.
“El camping se identifica con los jóvenes, pero esta zona dejó de ser territorio mayoritario de la juventud, hoy predomina aquí un turismo más familiar, en ese sentido puede que haya menos afluencia a los campings” dice Irene Tomás, Secretaria Municipal de Turismo de Mina Clavero. Y agrega: “Es muy común ver que grupos de jóvenes hoy alquilan casas para pasar unos días”.
La moda de las cabañas y la proliferación de viviendas para alquilar se apuntan como otras causas de la disminución de acampantes. En general, se observan en Traslasierra estadías más cortas y un público menos masivo y más exigente. Daniel Aprile, propietario del camping Las Vertientes de Villa Cura Brochero observa: “No hay una promoción concreta del campamentismo como estilo de vida, y desde varios sectores la actividad está menospreciada, si hasta los informes oficiales sobre niveles de ocupación no cuentan los campings, cuando un alto porcentaje de turistas acampa”.
Modernizados.
Aparecieron las carpas “iglú” y los colchones inflables para ahorrar espacio, las confecciones ganaron en impermeabilidad, los viejos mochileros casi desaparecieron, la casa rodante dio lugar al “motorhome”, la era digital ahorró instalaciones, y el horno a microondas o la cocina eléctrica solucionan cosas. Los tiempos del farol y el fogón ya pasaron.
Los campings incorporaron comedores, salas de juego, canchas, pileta, “dormis” (también llamados bungalows , son sólo dormitorios con o sin baños privados), parcelas con quinchos, lavandería, baños con bidé, cordón cuneta, mejor iluminación, internet inalámbrico, servicios de recreación y hasta espectáculos. Según el perfil o los servicios, cada establecimiento puede tener la fisonomía de un “country”, la de un barrio marginal o la de un predio agreste.
También hay campamentos que alquilan mobiliario (por dos pesos diarios se consigue una silla y por cinco, una mesa) o incluso carpas, colchonetas y bolsas de dormir.
“Lo último que nos pidieron, el año pasado, fue agua caliente en las piletas para lavar los platos, y se la instalamos” apunta Juan Niveiro, en Nono. Esta localidad se caracteriza por la calidad y la tradición de sus campings, que cada verano compiten en un Desfile de Carrozas que se organiza en la plaza.
“Durante la temporada, cada camping es una pequeña ciudad y hay que responder brindando los servicios que se requieren, desde agua o luz hasta seguridad” enfatiza Aprile.
En Los Hornillos, Angel Polanco inauguró hace un año el camping La Cañada, dirigido a un público que opta por la tranquilidad y el paisaje. “En un predio de una hectárea y media aceptamos un máximo de 30 carpas, la pileta es importante para la gente, pero más aun la calidad y limpieza de baños”.
¿Pasión o economía? “Están los acampantes de alma, que ni locos van a un hotel, y quienes acampan por cuestiones económicas: el verano pasado se notó la crisis, se vio a mucha gente que acampaba por primera vez”, señala Cecilia Herrera (38) quien pertenece a la tercera generación de propietarios del campings La Siesta, en Mina Clavero. Aprile aporta: “Aquí el 90 por ciento viene porque les apasiona, traen equipamiento muy sofisticado, dentro de eso pueden incidir factores económicos, pero no tanto”.
Con su esposa y sus dos hijos, Pascual Padilla llegó de Tucumán al camping Las Sierras de Nono en una carpa de lujo. En cuestión de minutos, sus chicos se hicieron amigos de los de una familia cordobesa de la carpa vecina.
“No lo hacemos por una cuestión económica, porque a veces vacacionamos en hotel, pero en ningún lugar los chicos disfrutan tanto como en un camping, y uno ahí nomás se hace amigo de la gente”, explica.
Gustavo Monte, empleado de Córdoba, llegó a Nono con su familia en una casa rodante equipada con cocina y heladera, para quedarse 15 días. “Siempre se ahorra, porque si vamos a un hotel con la misma plata me alcanza para seis días, aquí vamos al súper y si queremos gastamos lo mismo que comeríamos en casa”, afirma, y rescata la socialización del camping y la calidez de la gente de Traslasierra.
Desde hace 30 años, Rubén Fernandez, de Villa María, llega con su familia cada año a Mina Clavero para las Fiestas y se queda hasta fines de febrero. Su casa rodante tiene televisión satelital y microondas. Igual que muchos, dejan su casa rodante todo el año en el camping.
Precios, historia y vivencias
Apasionada. En Nono, mientras lee el diario en su notebook, Carina Rocchietti, de Buenos Aires, dice: “Somos fanáticos de Traslasierra, pero elegimos este camping porque nos gusta Nono y porque tiene Wi-Fi y muchísima seguridad para los chicos”. Muy cerca, Jorge Brito, de Chilecito, La Rioja, afirma: “Me levanto y ya estoy debajo de un árbol, eso no tiene precio, no lo cambio por nada, aunque llueva”.
Costos. En Traslasierra, según el servicio, la estadía de un acampante puede costar entre 20 y 40 pesos diarios. Los precios son más altos de acuerdo a los servicios que se brindan.Historia. Salir de camping para hacer turismo o complementar una aventura deportiva como se conoce actualmente, data de principios del siglo 20. El primer difusor fue Tomas Holding y durante mucho tiempo se lo asoció a la actividad de ciclistas de aventura. Cobró auge en el mundo en los años ‘60, junto al goce por la vida al aire libre.
Por Miguel Ortiz
Fuente La Voz de Cba