martes, 25 de enero de 2011

Vacaciones en el camping

En Pezcalandia, recibimos este artículo que queremos recomendar para nuestra comunidad.-
Por estar cerca del mar, la playa y la vegetación mucha gente se vuelca a estos predios donde vuelven todos los años; el factor económico también es importante para su elección. Pichi canta en su jaula colgada en un árbol al lado de la casilla equipada como una casa. Heladera, cocina, radio, mesas y sillas en el segundo ambiente; adelante, un toldo con reposeras y al fondo una pequeña cama matrimonial y varias camitas individuales. "Sí señor, te puedo contar la historia del camping. Soy parte del balneario", dice orgulloso Oscar De Cesare, de 75 años.
El taxi que conduce está estacionado a un costado de la misma parcela que ocupa desde hace 30 años durante enero y febrero. "Vengo de la ciudad y me vuelvo loco, por eso quiero esto. Acá no hay cortes de calles, no hay tránsito. Después de estos dos meses tengo pilas para todo el año".
Oscar, que vive en Caballito, ya forma parte de la familia del Autocamping del Faro ubicado a unos diez kilómetros del centro de esta ciudad. Un lugar que combina vegetación, playa y mar con silencio y tranquilidad. Como él, cientos de personas eligen esta opción para veranear en Mar del Plata por gusto, comodidad y por una cuestión económica, ya que resulta más barato que hospedarse en un hotel o un departamento que tuvieron un incremento de hasta un 20 por ciento con respecto al verano de 2010.
En el pico de la temporada el predio de ocho hectáreas alojará a unas 1500 personas y colmará su capacidad.Precios. "La gente opta por el camping por la economía y para estar cerca de la naturaleza. Tenemos la parte de hotelería y se elige más la carpa", cuenta a lanacion.com Mariano Hernández del área administrativa.
Para acampar en una de las 500 parcelas, en carpa, casilla o motorhome, se toma una reserva mínima de dos personas y dos noches, a 40 pesos por persona. También está la opción de los bungalows (350 pesos por día, para cuatro personas), las cabañas (220 pesos y para seis) y los dormis (unidades más pequeñas, a 120 pesos y para dos). Todos los clientes tienen los servicios de agua caliente, parrilla, luz y seguridad las 24 horas. Además hay pileta, kiosco, carnicería, verdulería, restaurante, proveeduría, enfermería y un acceso directo a la playa por un sendero paralelo al arroyo Corrientes. Al salir del predio se ve el cauce del agua entre la espesa vegetación y varias especies de aves.
A medida que se avanza la arena comienza a ganar espacio por entre los médanos hasta que se divisa la playa y el mar donde desemboca la rivera."El turista tiene todo como para no moverse del camping", resume Antonio De Sarro, administrador y concesionario del lugar donde "se le da más privilegio" a la familia. "Es una propuesta económica, el aire no lo cobramos". Allí se pueden encontrar todos los artículos básicos para el consumo y con precios accesibles: 7 pesos el kilo de pan; 10 pesos la docena de facturas; 7 pesos los seis litros de agua; 2,60 pesos el paquete de fideos; 5 pesos el litro de aceite; 2,50 pesos los dos kilos de hielo y 5 pesos el paquete de yerba de medio kilo.
Recaudos. Aunque en un camping se puede encontrar todo lo necesario, la gente toma recaudos. "Venimos desde Las Flores y nos traemos todo: carpa, colchones, frazadas, comida, ¡hasta el detergente me traje!", muestra Silvia Flores y lava los platos del almuerzo en un balde y los va enjuagando en otro. "Hay que improvisar un poco", dice mientras su pequeño nieto juega con la madre y su marido descansa en una de las dos carpas ubicadas en la parcela. "¿Por qué me gusta el camping?
La diferencia entre un departamento y el camping es el aire libre, lavar los platos en un balde es lo de menos, es lo más lindo que hay estar en familia. Te sacás todo de la cabeza". La naturaleza y la tranquilidad de un parque hacen que la gente se sienta en armonía y la cordialidad fluye. Los que vienen todos los años ya son vecinos de verano que comparten asados, playa, un partidito de truco o un mate. "La gente del camping es especial, se ayuda una a otra", dice Carlos Pauro, de Valentín Alsina, apoyado en su camioneta color champagne en la que se ve un escudo de Lanús. "Sacame la foto acá así mi hijo se pone contento", pide. Para él no hay mucha diferencia económica entre veranear en un camping o en un departamento. Esto lo hace por gusto desde 1998. "Las vacaciones acá son el sol, el verde, el mar y despejar la mente. Es impagable, una pasión y una elección de vida para cargar las pilas".
La carpa de Carlos está al lado de la casilla de Oscar. Después del almuerzo, y antes de bajar a la playa, se levantan de sus reposeras y conversan plácidamente de temas livianos: el clima, la comida de Pichi, los árboles que están creciendo y bla, bla, bla. ¿Una pérdida de tiempo? Nada de eso, es la vida en estado natural que irradia las vacaciones en un lugar así.
"Se hacen amigos, sí, muchos. Comemos juntos, vamos a la playa, después subo, me baño, chapo el coche y me voy al centro. No te jode nadie. No hay afano, no hay afano. Yo dejo todo abierto y nunca me falta nada", resume Oscar. Luego saluda y deja claro que el próximo año volverá. Después se va, tiene cosas que hacer: sentarse abajo del árbol donde cuelga la jaula de su mascota y mirar hacia el mar. Así puede estar durante horas.
Por Mauricio Giambartolomei
Photo Sebastián Rodeiro
Fuente Diario La Nacion